El cielo estaba más hermoso que nunca aquella noche, las estrellas brillan con más fuerza y la luna estaba enorme. El silbar del viento hacía dejar casi dormida a Zenda que contemplaba la luna desde las rocas que cubrían su hogar. Siempre que salía la luna y que sus hermanos salían a cazar ella aprovechaba para tomar aire fresco y observar la naturaleza ya que no le era permitido salir de casa a no ser escoltada de alguno de sus hermanos. Zenda es aquella joya de ojos negros que pone a todo el clan a sus pies si se lo propone, pero su noble corazón la ata a ese ser invencible que jamás la ha dejado sola. El cabello negro le cae por la cintura y los labios carnosos tararean una canción de guerra. Sus sensibles sentidos no se han percatado de él ser desconocido que la contempla.
- Sola sin tus hermanos, chiquita - le susurró desde la oscuridad aquella voz grave y varonil que la dejo helada.
Zenda se puso de pie y retrocedió par de pasos para luego quedarse plantada. No era fuerte, ni súper rápida, ni muchos menos con poderes místicos cómo sus hermanos, pero si algo había demostrado desde que estaba allí era que tenía agallas.
- ¿Quién eres tú? - dijo ella con tono firme.
- Soy alguien que no volverás a ver - le contesta el desconocido. Y con velocidad sobrenatural la agarra por el cuello y le deja la clavícula al descubierto - estaría muy bien dejar mi pequeña marca en esa preciosa piel blanca que tienes.
- Aléjese de mí, mis hermanos llegarán en cualquier momento y no querás despertar su ira - le advierte Zenda con el corazón latiendole fuertemente en el pecho.
- No les tengo miedo, tus hermanos son solo unos jóvenes vampiros que aún no han mudado los colmillitos y para de llamarles hermanos, porque no lo son - las palabras del desconocido dejan a la chica como piedra, sus hermanos jamás le han mentido, jamás le harían daño, se han ocupado de ella desde lo que pasó con sus padres.
- Son mis hermanos y márchate antes de que te hagan arrepentirte - le dice ella intentando que él se aleje.
- Tengo un mensaje para tus hermanos, espero que se lo hagas llegar o vendré a por tí - el desconocido mete la mano entre la capa y su pecho para sacar un sobre. Se lo entrega a Zenda mientras ella se esfuerza por verle la cara que permanece oculta por la oscuridad del bosque.
- Les entregaré el sobre, pero tengo una condición - Zenda sabía jugar muy bien sus cartas, sabía exactamente como arrebatar información sin mucho esfuerzo - Me dirás tú nombre.
- Bien, yo averiguaré el tuyo. Mi nombre es Gushion - el vampiro desconocido sabía cómo despistar a una simple humana. Soltó el cuello de Zenda y dejó que su capa ondeara con el viento antes de perderse a toda velocidad por entre los árboles.
- Muy bien Zenda, te quedaste sin el apellido por estúpida - se dijo así misma en voz alta.
Sin mirar atrás y sumida en la duda sobre aquel desconocido, la chica baja de las piedras con cuidado y levanta la espesa cortina de enredaderas que cubre la entrada de su hogar. Entra con cautela y atraviesa los pasillos hasta llegar a su habitación. Estando allí comienza a planear como les explicará a sus hermanos de donde salió el sobre que lleva en sus manos. Zenda se sienta frente al tocador, se observa por unos minutos repasando como cada noche el color de su piel. Lleva meses notando que ha emblanquecido y le asusta el hecho de estar perdiendo su vida poco a poco pero teme lastimar a sus hermanos si les comenta algo.
- Debes hablar ya, vas a morir - dice en voz alta como si se dirigiera a alguien más.
Unos toques en la puerta la hacen ajustar su corsé y estirar el vestido verde con las manos, se dirige a la puerta y al abrir Bernal su hermano menor la observa muy serio. Ella preocupada le indica que pase, su hermano entra y justo cuando ella cierra la puerta él le sonríe cariñosamente y le abraza alzandola entre sus brazos.
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¿Y si fuera tu última vez? ( Borrador )
VampireNunca sabrás cuando llegará el momento de tu muerte y menos si cargas con seres que no son de este mundo, seres a los cuales amas pero no tienes formas de confiar en ellos. El fin llegará y ni siquiera lo notarás.