San Valentín [2]

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Estoy colgando mi chaqueta cuando mi abuela suelta la bomba.

— ¿Recuerdas a Brisa Dominguez?

Todo mi cuerpo se congela por un segundo. Por supuesto que la recuerdo. Me enamoré de ella durante toda la secundaria y preparatoria. Sus padres vivían enfrente de mi abuela, y ella era dos años mayor que yo, y, a pesar de ir a la misma escuela, nunca me habló más de tres veces.

Más importante aún, no puedo creer que mi abuela me esté preparando una cena el día de San Valentín con Brisa Jodida Dominguez.

Suspirando, me paso las manos por el cabello con nervios y paso a la sala de estar. Brisa está sentada en uno de los sofás, pasándose una mano por su cabello y, por un momento, olvido como respirar.

Han pasado cuatro años, pero maldición, se ve bien. Su cabello color peanut, sus ojos marrones claro tienen esa calidez que recuerdo, y toda su postura es más segura. Además, estoy bastante segura de que hace más ejercicio porque se ve mucho más atlética de lo que recordaba.

— Hola —Mi voz sale aguda y solo quiero que la tierra me trague. 

Esta es exactamente la razón por la que no tengo citas. Es muy incomodo. 

Sonriendo, se pone de pie.

— Hola.

— Vamos, Angie, siéntate junto a Brisa. Estoy bastante segura de que tienen mucho de qué hablar —Siento como si me cayeran rocas calientes dentro de mi estómago. Ella no nos dejará solas, ¿verdad?–. Voy a salir por un momento a buscar flores para la mesa.

¡Maldición! ¡Debí haber traído esas estúpidas flores!

¡Abuela, no te vayas! Por favor, ¡no te vayas!

Mi abuela sonríe antes de alejarse.

Forzo una sonrisa. O al menos, lo intento. Estoy segura de que en su lugar sale una especie de mueca. Estoy rígida y no sé qué hacer conmigo misma, así que me siento en el sofá más cercano, que resulta ser el mismo en el que Brisa elige sentarse.

Por el amor de Dios. Echo un vistazo ansioso al otro sofá individual al otro lado de la habitación.

— ¿Cómo te va, Angie? Tu abuela me estaba diciendo que te estás especializando en marketing —Trato de que no me guste el tono suave y melodioso de su voz, o la forma en que sus labios se mueven mientras habla.

— Sí.

Ella sonríe. Sabe que estoy completamente incómoda. Demonios, todo el mundo puede ver lo incómoda que me siento. Inclinando la cabeza hacia un lado, me mira.

— Todavía recuerdo tu artículo en nuestro periódico escolar —Sacude la cabeza, sonriendo—. El que condenó el día de San Valentín.

Mis mejillas se sienten cálidas y, a pesar de sentir vergüenza, esta vez sonrío.

Cuando estaba en primer año escribí un artículo sobre el día de San Valentín para el periódico de la escuela. Nuestra escuela tenía esa estúpida tradición de enviar rosas a tus amigos en San Valentín, y fue la primera vez que me quejé como si mi vida dependiera de ello.

— Fue un gran artículo —Digo orgullosa de mi misma.

Ella se ríe. —Fue memorable, de acuerdo.

Yo resoplo. 

— Alguien incluso se tomó el tiempo para enviarme rosas —Sacudí la cabeza—. Estaba tan enojada por eso...

Ella se ríe, pero las carcajadas suenan diferentes esta vez. Algo falsas. —¿Por qué estabas enojada?

Me acuesto en el sofá y sonrío.

Guía para sobrevivir el día de San Valentín • BrangieDonde viven las historias. Descúbrelo ahora