Epilogo

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Nota:

Hola a todos y todas, tal vez es tarde para este epílogo y surge porque encontré una parte del fic que no había publicado. Espero que les guste¡¡ Mil gracias a los y las que aún leen el fic y a las personas nuevas que le han dado un oportunidad.

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El ex-caballero de Pegaso se encontraba recargado en la cuna, acariciando el rostro dormido de su pequeño hijo. Deo, como lo habían llamado, significaba "como Dios". Deo era su pequeño dios, un ser fuerte, una bendición y el ser que perpetuaría la esperanza en la humanidad y el orden entre los dioses... era su primogénito y heredero.

Su hijo en apariencia, era una fiel copia a Hades; cabello ónix y sus ojos eran unos grandes espejos del océano, sin embargo, a sus siete meses, desplegaba toda esa vitalidad y energía que no dudaba haberle heredado. Era una mezcla perfecta entre su espíritu libre y la belleza de su esposo.

No podía negar que antes de traerlo al mundo, estaba terriblemente asustado. Jamás había cavilado la idea de un embarazo masculino y mucho menos, un parto. Vivir esa experiencia de primera mano fue aterrador, pero su esposo estuvo allí en todo momento y ese temor, fue desdibujándose.

Fue una sorpresa cuando su marido llegó en una de sus crisis, tomando la mano de una mujer en túnica negra; tal vez por el dolor de las contracciones, esa vez no analizó e insultó a Hades por infiel.

Su pareja tan solo se rio y ante las negativas, lo abrazó con fuerza. Le manifestó que la presencia de esa mujer, era un regalo y cuando la túnica negra cayó, entendió todo a la perfección... allí estaba Seika, su hermana.

Entre ella y Hades, el parto había sido un éxito. El júbilo y tranquilidad porque su hermana lo acompañaba, más, la fortaleza y amor de su esposo, conllevó a que Deo naciera con éxito. "Es la bendición del mundo", había susurrado su hermana quien cargaba a su hijo, tanto Hades como él, concluían lo mismo... su vástago era una bendición.

Es así como el palacio del Averno, se volvió más cálido. La llegada de su hermana e hijo, habían dado un matiz diferente a las frías paredes y también, a los que vivían allí.

Él jamás había experimentado el egoísmo, pero lo sentía cuando veía a su hijo ser cargado por todos y todas en el palacio, tal vez, era por su instinto de "madre". Hades había puesto un tema bastante importante sobre la mesa, y es que si querían que Deo fuese protegido, debían dejar que los demás en el palacio lo criaran como si fuese parte de la familia y no como un ser superior a ellos.

Al inicio no le gustó la idea, pero al ver las interacciones de todos y todas con su hijo, tuvo que aceptar que su conyugue tenía razón. Era irrisorio ver como Pandora llevaba su gran arpa y tocaba para Deo, o cómo Seika ayudaba a Radamantis a cargarlo. También, como Minos con sus hilos, ayudaba a ejercitar al bebé o las historias de aves que cada dos días le contaba Aiacos.

Con nadie en el palacio o el Inframundo debía preocuparse por el cuidado de su hijo, el verdadero problema o desconfianza, era con las personas externas, en especial, con los dioses del Olimpo. Por eso cuando subían al sagrado monte, era una tortura. Todas las mujeres querían cargar a Deo o llenarlo de ofrendas, si bien Radamantis se había auto-proclamado " su guardia real" y servía como muro de contingencia, era arduo y agotador pasar por el alto grado de atención.

Su esposo también estaba al pendiente cuando subían al Olimpo, era quien mitigaba ese frenesí, pero hacía énfasis en que los demás dioses debían reconocer a Deo como su heredero y futuro rey del Olimpo.

– ¿Qué haces, Seiya?– preguntó su esposo mientras lo abrazaba de la cintura.

– Solo veía a Deo dormir, para mí es un milagro personificado.

El Voto De ParcasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora