Capítulo I

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Jerusalén - Siglo XII

El pequeño Baldwin jugaba en el patio del palacio real, ignorando que toda la vida que conocía hasta ese momento cambiaría por completo esa misma semana.

Tenía 6 años y a pesar de que su joven mente no comprendía aún de líos políticos, notaba que algo no andaba bien.

Su madre, la condesa Agnes de Courtenay siempre se mostró estoica y fuerte, pero desde hacía unos días él la veía llorar por los rincones del palacio, o en su habitación cuando iba a darle las buenas noches y creía que el pequeño se había quedado dormido. Ella rezaba una plegaria susurrando, pidiéndole a Dios que interceda por sus hijos para que no se queden sin nada. El niño haciéndose el dormido intentando comprender de qué hablaba su madre.

Su hermana mayor, Sybilla también se mostraba preocupada.
Ya no jugaba con él y le perdía la paciencia fácilmente.

La palabra que escuchaba a menudo entre los pasillos mencionada por los sirvientes y otras personas allegadas a la Corte era '' Anulación ''
El pequeño Baldwin no comprendía su significado, pero algo muy malo debía de ser, porque hacía llorar a su mamá y a su hermana, y su padre (que pronto se coronaría como rey) estaba de muy mal humor.

'' Sylla, qué es anulación? '' preguntó un día a su hermana mayor que estaba encargada de cuidarlo mientras había una importante reunión en el palacio.

"Significa que mamá y papá se van a separar"

"Por qué?" los ojos azules del pequeño denotaban preocupación.

"La Corte no permitirá que papá sea rey si está casado con mamá... ''

" Pero por qué? "

" No sé ..."

Sybilla notó que los ojitos de su hermano se estaban llenando de lágrimas y sintió una presión en el pecho, con 9 años ella entendía mejor lo que estaba sucediendo y estaba aterrorizada por el futuro de ambos. Sabía que su madre estaba peleando porque los derechos de ella y su hermano menor como hijos legítimos del futuro rey fueran reconocidos.
Era una niña y tenía miedo, pero la vulnerabilidad del pequeño Baldwin la movió a hacerse valiente y tratar de hacer lo que pueda por proteger a su hermano menor.

Lo distrajo mostrándole un juguete de madera, era un pequeño caballero sobre su corcel.
''Hey, cuando crezcas vas a ser así... Un caballero respetado por todos, como papá. Así que tienes que entrenar''
La niña agarró una espada de juguete y le dio la otra que quedaba a su hermano.

'' En guardia caballero! Tienes que defenderte de mi espada, está bien? ''

Al pequeño se le dibujó una enorme sonrisa en el rostro y empezó a bloquear los suaves ataques de su hermana, ella hizo como que cayó al suelo derribada haciéndolo reír

"Ufff..." exclamó tumbándose en la hierba.

'' Te gané, Sylla! " dijo el niño riendo.

'' Te hiciste muy fuerte '' le respondió ella de forma dramática habiendo como que le costaba levantarse.

" Cuando sea grande te protegeré a tí y a mamá '' prometió el pequeño, lo cuál hizo sonreír a su hermana.

El juego se vio interrumpido por su madre y su padre acompañados de sirvientes.

Agnes de Courtenay tenía el rostro triste y cansado, pero resignado.

" Sybilla, Baldwin, acerquense a despedir a su madre"
Les dijo el futuro rey Almaric, a pesar de que lo intentaba ocultar, la situación le producía mucho pesar.

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Esa misma semana Sybilla fue enviada lejos, a que su tía le enseñe todo lo que necesitaba para convertirse en una dama de la nobleza y conseguirle un buen esposo de alto rango y poder político en unos años.

Baldwin quedaría en el palacio del rey , por ser el sucesor directo al trono luego de su padre, así que necesitaba una educación especial y más disciplinada.

La madre de ambos niños había peleado con uñas y dientes para que sus hijos tengan el derecho de ser vistos como legítimos del futuro rey y para conservar su patrimonio.
Ella retuvo el título de condesa, y los impuestos de las tierras en las que vivía para mantener una vida acomodada, pero tuvo que dejar el palacio y su antigua vida atrás.

Su corazón se llenó de resentimiento contra su ex esposo, el futuro rey Almaric.

A ella no le pareció que luchó lo suficiente para mantener a su familia unida.
Pero lo que más le dolió es que casi permitió que sus hijos fueran despojados de sus títulos y legitimidad.

Agnes era una mujer orgullosa, le gustaba el poder. No permitiría jamás que su hijo se quedara sin la posibilidad de ser rey en un futuro.

Sabía que su esposo tomaría otra mujer,y que quizás tendría hijos con ella, pero con su inteligencia sabía que podía hacer que sea Baldwin quién llegue al trono.

Le dolía el dejar a su hijos, sobre todo porque crecerían separados, como desconocidos.

Le ofrecieron la oportunidad de llevar con ella al pequeño Baldwin y que ella misma se encargara de su crianza, pero eso lo despojaría de sus títulos y de su lugar en línea de sucesión al trono. Agnes no lo permitiría jamás.

Su hijo sería el futuro rey de Jerusalén.

Si bien a ella le habían arrebatado la oportunidad de convertirse en reina, a Baldwin no lo despojarían de su destino. Ella se convertiría en la madre de uno de los hombres más poderosos del mundo.

El sacrificio de dejar a su pequeño en el palacio para ser educado lejos de ella lo valía.

Sybilla tendría la oportunidad de visitarla seguido, por lo tanto no le preocupaba demasiado, era una niña fuerte.
Baldwin por otro lado siempre fue muy sensible y apegado emocionalmente a ella.

Desde su carruaje escuchaba el llanto y los gritos de Baldwin llamándola.
Es por tu bien mi niño, pensó mientras rezaba plegarias como una mantra para intentar consolarse.

Sabía que sus lágrimas serían recompensadas por Dios.

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