0

4 1 0
                                    

Advertencia: contenido fuerte, menciones explícitas de violencia, abusos; no apto para sensibles.

BOSQUE DE ARGUS,
𝘝𝘦𝘳𝘰𝘯𝘪𝘤𝘢 𝘉𝘭𝘰𝘴𝘴𝘰𝘮

Por primera vez desde que comencé a vivir en el bosque de Argus, sentí que la vida podía ser buena. «Un peso menos», pensé, «por fin el bastardo que me arruinó la vida va a morir».

Pero, aunque tuve muchas ganas de hacerlo, aunque acaricié durante largos segundos la hornilla de la cocina de gas; no pude, o más bien, no tuve el valor de asesinar a aquel bebé producto de mi abominable esposo. No porque no quisiera, no porque fuera cobarde, era más bien porque tenía miedo de cómo Rudolf pudiera reaccionar, pues aquella malformación que estaba dentro de la cocina en pos a la incineración era mi primogénito, el heredero del apellido Dissick.

Andrea Dissik.

No pesó ni siquiera 1kg, prematuro; pasó los primeros seis meses de su vida en una incubadora. Era pequeño, indefenso, abominable. Los Dissik eran pelirrojos, pecosos, de ojos azules, mas él, como si quisiera llevarme la contraria nació con mis ojos marrones. Lo odié. Me provocó sacarme los ojos de mi cara, y usar gafas de sol para poner ocultar los agujeros, ocultar mi desdicha. «Tengo un bebé, que tiene mis ojos; al que no pude concebir de manera normal, porque sólo tengo catorce años». Abominable. Mi "hijo", ese bastardo es abominable, tiene mis ojos y lo concebí yo gracias a los deseos de su padre, amigo de mi padre, pasaron su adolescencia juntos y tuvieron a su primera novia al mismo tiempo, pero no tenían la misma edad. Rudolf era menor, en edad unos treinta y nueve, casi cuarenta, y yo apenas acababa de conocer un sentimiento que me provocó llamarlo amor. No hacia él. Hacia Frida. Mi amor Frida. Cuánto la extrañaba, cuánto deseaba acurrucarme en su pecho, despertar en la mañana oliendo su cabello, sintiendo su piel con la mía. En serio la amo y espero algún día poder estar ella. Mas, lo único que tengo, lo único que poseo ahora no es más que un bebé de unos once meses dentro de una cocina de gas que pensaba en encender, para poder ahogarlo y asesinarlo, poder borrar de mi mente, de mi memoria; todo rastro, toda huella, cada dolor, cada segundo de mi desgracia, de mi desdicha, de lo que le permitió venir al mundo. Pensaba que encender esa cocina sería erradicar de raíz el amargo sabor de la saliva de Rudolf, que todas las veces que me penetró se borrarían, sólo con hacerlo desaparecer, sólo con hacer que dejara de respirar.

Pero tuve miedo. Tengo miedo aún. Rudolf podría molestarse, podría golpearme porque yo no soy más que una niña indefensa a su lado, a su merced, ya que estoy sola, en una casa gigante rodeada de árboles altos de los que desconozco el nombre; pero sé que me hacen compañía cuando me siento abandonada, y que guarda para ellos muchos pajarillos, lo sé, porque los miro, cuando veo el cielo, cuando me pierdo en la luna... fuera de eso estoy sola, además de un pequeño bebé que llora por todo, un bebé que no sé consolar, que no sé amar, que muerde mi pecho cuando lo amamanto, que llora cuando no estoy con él. Por alguna razón tiene una necesidad de mí, pero yo no tengo una necesidad de él. Lo odio. Lo aborrezco con toda mi alma. Odio su cabello naranja, sus pequeñas manos rosadas; detesto cuando llora, detesto darle de comer, detesto vestirlo, detesto amamantarlo, detesto pensar que él es mi hijo, que salió de mis entrañas y que llegaré a vieja y él me sostendrá. Lo detesto.

Mientras pienso en lo mucho que lo odio, escucho el auto de alguien que viene. Es Rudolf. Había llegado de la ciudad, a donde suele ir a veces para buscar comida y hacer algunos negocios con respecto a su trabajo. No sé de que trabaja. Me levanto del suelo, porque estaba arrodillada frente al horno de la cocina de Rudolf y lo destapo para coger aquel bebé dormido. Él esta dormido en una pequeña cesta, ajeno, indiferente al mundo a su alrededor, o al menos, es lo que pretende. Es lo que finge. Andrea parece inocente pero no lo es, parece bueno, como su padre, pero no confío en él ni un ápice. Poco a poco el bebé despierta moviendo sus pestañas, pero mientras veo sus ojos marrones su padre llega con bolsas en sus manos muy quitado de la pena para acercarse a nosotros y darnos besos.

-Tu padre pregunta por ti.

-¿Papá? -pregunto. Siento un pequeño remolino agradable en mi pecho.

-Sí, quiere saber cómo sigue el bebé. Ven, déjame cargar al nene de papi. ¿Ya le diste de comer?

Asiento mientras muerdo mi labio. Papá no quiere saber de mí. Quiere saber es del bebé.

Rudolf carga al bebé mientras se menea de un lado a otro. Aparentemente luce hermoso, como Lucifer: un Ángel de luz, pero macabro por dentro. Rudolf mantiene su apariencia rejuvenecida y sus uñas recortadas, es pulcro y estricto, es recto y perfeccionista, y parece amar a su primer hijo. Pero es un asqueroso y repulsivo pervertido.

-¿Ibas a cocinar? ¿Por qué la cocina está encendida?

Abro los ojos con disimulo. Había olvidado enteramente cubrir mis antiguas intenciones, pero ahora me siento descubierta y culpable, a punto de entrar en llanto.

-No -niego con la cabeza-. Buscaba el biberón del bebé. Creo que tiene hambre.

-¿No le has dado de comer?

-Lo amamanté.

-Sigue siendo demasiado pequeño. No medirá más de uno sesenta cuando tenga dieciocho años -asegura. Luego suspira-. No entiendo porque nació así.

¿No será porque tengo catorce años y no estoy preparada para tener un bebé?

-Ha de ser tu culpa -susurra yéndose hacia afuera. Siento lágrimas en mis ojos, mas no digo nada. La última vez que le respondí la pasé muy mal.

No tengo más opción que volverme para hacer lo que tengo que hacer; limpiar un desastre que no provoqué pero que es mi responsabilidad como había comenzado hacer desde que mi relación con Frida inició y me trajo a este otro país, lejos de mi vida y lejos de los padres que me regalaron a su hombre que me triplica la edad.

Bienvenidos a mi vida, a la historia de esta desgraciada mujer que deambula en la tierra como alma en pena con dientes de infantes pegados a su destrozado pecho.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 14 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

La tragedia de Verónica BlossomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora