En cuanto la temperatura de su amigo aumentó y se estabilizó hasta llegar a los normal, Lumine finalmente pudo descansar en paz. Las ojeras por haber estado en todo momento pendiente del pecoso, aún si eso significaba sacrificar horas de sueño no le podían importar menos en aquel instante. Si hubiese llegado más tarde hacia donde el alquimista, estaría frente a una tumba dejando una rosa.
Agradecía innecesariamente al Barbatos, el cual estaba sentado sobre una roca en el templo al viento y el tiempo. Con sus dedos tocaba con maestría la lira de madera "Fehling", en su mente desarrollaba un nuevo verso, a cada nota que producía, el viento la transmitía como brisas por el continente, a donde sople el viento, el arconte Anemo conocerá.
—Me pregunto qué dirá Lumine cuando escuche que para no morir su querido amigo y la fatui tuvieron que...
Un explosión colosal hizo temblar la montaña entera, Venti sonrió la pequeña Klee estaba pescando.
—Que le viento se lleve mis palabras...
Ante lo dicho, una luz de color de la energía elemental Anemo lo envolvió y desapareció sin dejar rastro.
A varios kilómetros de distancia, la somnolienta Lumine cayó rendida sobre una hamaca. El campamento a las entradas de espina dragón no era un mal lugar. Aunque se acostó angustiada sin saber qué hacía esa chica con Izuku, y aún peor, no lo había soltado en todo el trayecto. No fue hasta que llegaron a un clima más amigable que finalmente sus brazos dejaron de aprisionar al chico.
Bajar con dos personas que no podía hacer nada les había tomado toda la noche y parte del día, con una geografía como la de Espina Dragón no había estado nada mal, Albedo se prestó para ayudar, pero en cuanto pisaron fuera de la nieve, se despidió de Lumine y dio vuelta para volver al inhóspito frío. Con las horas pasando, y sin nada que lo impidiera, el peli verde reaccionó por fin. Le dolía tanto la garganta que no pudo decir palabra alguna, estaba solo y a su alrededor solo encontró prendas de su traje, le habían retirado sus ropajes para ponerle otros muy familiares. Prácticamente ahora si parecía un miembro del gremio de los aventureros al 100%, salvo por el detalle de que no poseía un gorro. Confundido, pasó saliva con sumo cuidado de que no le lastimara, fue inútil, pero al menos lo intentó. Al estar todo tan silencioso pensó en la peor opción, aplaudió.
El sonido fue tan reconfortante como los gemidos de...
—Ey —una voz femenina lo llamó.
El feliz pecoso movió la cabeza para ver hacia donde estaba la dueña de aquella melodiosa voz. Era Haruko, que estaba sosteniéndose con bastón, con un suéter de color marrón sin cerrar, por lo que se notaba los detalles negros y celestes que dejaban claro que tenía por debajo su traje de Fatui.
Mantenía una postura no muy rígida, pero no es porque no quisiera aparentar firmeza, era más bien que su cuerpo no estaba aún en condiciones para caminar por sí solo.
Aunque la garganta le pidió que no hablara hizo caso omiso.
Fue interrumpido cuando vio como la peli blanca dio tres pasos.
—Cállate y sostenme.
Cayó sobre el chico que reprimió el grito del dolor.
—Y aun así terminé cayendo entre tus brazos, jeje curioso, ¿no? -dijo jugando con la situación.
Verla tan débil todavía, lo puso de nuevo en el escenario de la madrugada. No quería entrar a tocar ese tema, tal vez ella lo hizo porque al menos no quería morir virgen, le dio alguna loquera por la falta de aire y alucinó que era con el amor de su vida con quien lo estaba entregando su intimidad.
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Locura Helada
Romance¿Cómo y cuando? .No recordaba cuando iniciaba su pecado, pero si sentía cuando este llegaba a su apogeo cada maldita noche. Porque cada vez que la luna era el centro, y, bajo las velas. El calor de infierno abrazaba sus pieles sudadas. Maga Cincin...