Un amor inesperado

Capítulo Veinticuatro

Tony después de cenar había vuelto al garaje, la chica estaba trabajando en la sala de la casa y sonó el timbre de la casa,  decidió levantarse ella ya que no tenían planeado recibir a alguien,  cuando abrió la puerta vio a su madre con una maleta,  tenía un ojo morado y al parecer había llorado

—Mamá...  Que es lo que pasó—

—Hija, perdón por llegar así a tu casa,  me fui de la casa...  Y no pensé en otro lugar para irme— la chica invitó a su madre a entrar ayudándola con la maleta

— Que fue lo que pasó —

—Discutí con tu padre,  el me golpeó y ya no aguante mas...  No es la primera vez que lo hacía y cuando se fue a trabajar,  hice mi maleta y salí de la casa,  se que quizás no debí venir aquí,  porque se que no te llevas con Tony...  Pero no sabia donde mas ir,  crees que me pueda quedarme aquí...  Aunque sea por esta noche

—Mamá Claro que puedes quedarte aquí,  aunque debo hablar con Tony,  me esperas aquí un momento—La chica bajó hasta el garaje del hombre que seguía trabajando en su  computador

—Apareció la mujer más hermosa de este universo y la que se robo mi corazón — dijo el hombre mirando a la chica que se acercaba a él

— Amm,  tony...  Debo hablar contigo—

—y por lo que veo es algo malo— la chica llegó hasta donde estaba él sentado y el le hizo señas de que se sentara en sus piernas,  la chica lo hizo y el acarició su espalda

—Que pasó,  linda —

—Mi madre esta Arriba,  se fue de la casa,  mi padre la golpeó—

—Que? —

— Eso fue lo que me dijo,  tiene el ojo morado y al parecer estaba llornando,  me pidió si podía quedarse aquí,  le dije que tenia que hablarlo contigo, no te molesta? —

—Claro que no,  como me va a molestar amor,  es tu madre...— La chica miró al hombre con una sonrisa y el no entendía el motivo

— Me acabas de llamar Amor?  —

— Si...—La chica sonrió y beso al hombre quien le devolvió el beso

— Te amo...  Eres maravilloso—

— Tu eres maravillosa...  Y no hay problema en que se quede tu madre,  y también me encargaré de tu padre,  más le vale no aparecerse por aquí,  porque te juro que si llega a hacerte algo no voy a responder por mis actos—