Mentira - Minlix/Hyunsung

3

— Entonces siempre se va los domingos.

— Casi siempre, me deja acá, pero es su trabajo y debo entenderlo — dijo con simpleza, pues estaba tratando de ver el camino de las escaleras, no quería caer.

A minho se le hizo más extraño, esto nunca le comento, después averiguaría esto.
Estaba distraído por lo que le dijo, que apenas y llegó a reaccionar caundo el rubio se iba a caer al dar un mal paso en los primeros escalones.
Felix piso mal el escalón, provocando que su pie se falseara, dando la vuelta a su cuerpo para tratar de sostenerse con el barandal, cosa que no logró.
Cerro los ojos esperando su caída, pero unas manos lo sostuvieron de su cintura juntando sus cuerpos, evitando que fuera hacia atras y cayera. 
Abrió sus ojos lentamente, encontrándose con el rostro de Minho tan cerca del suyo, tan cerca que los dos podían oír sus respiraciones, viendo cada parte de las facciones del otro, desde sus ojos, hasta el bello más pequeño que alcanzaban a ver. Ninguno de los dos dijo nada, tampoco se separaron, pues estaban tan concentrados en mirarse el uno al otro que no se daban cuenta del ambiente en el que se habían envuelto.
Y hubiera seguido ahí, sin embargo, el sonido del ascensor los hizo reaccionar del mundo en el que se habían metido, separandose al instante, ignorando lo que pasó hace unos momentos.

Una viejita salió del ascensor, yendo a paso lento a una departamento. Paró un momento en donde estaban los los parados, mirando a cada uno de arriba abajo, incomodando un poco por la mirada que le dió.

— Ya funciona.

Fue lo único que dijo antes de retomar su camino hasta desparecer por la puerta de donde vivía.

Los dos se miraron para después darse una timida sonrisa. Recogieron los libros que habían quedado regados por la escaleras e irse a su destino.

Felix teniendo apenas una pequeña molestia en su tobillo, pero lo logró disimular el dolor, esperaba que no fuera más intenso después.

El el camino no hablaron de lo que pasó en las escaleras, escuchando música mientras cantaban.

Pasaron 30 minutos y ya habían llegado, era un orfanato algo grande.
Minho miro las instalaciones que estaban viejas y dañadas.

Entraron, captando la atención de varios niños, quienes los miraban con curiosidad, algunos confundidos.
A el mayor se le removió el estómago, era una sensación de tristeza e impotencia al ver a los niños aún una familia, todos de diferentes edades.

Miro hacia adelante mirando la espalda de Felix quién iba adelante de el, no soportaba la atención que tenía ahora.

— Llegaste.

La voz de una mujer, que suponía era la encargada lo saco de sus pensamientos.

— Hola buenos días, ya vine otra vez — decía con una sonrisa de oreja a oreja — traje unos libros.

— Los niños les va a encantar te lo aseguro, hay quienes les gusta leer.

— Me alegra saber eso.

— Y veo que trajiste a tu pareja — dijo mirando a Minho.

Los dos sintieron un escalofrío caundo se refirió a ellos como un pareja.

— Mucho gusto, siempre tuve curiosidad de saber quién era el esposo de Felix, es muy afortunado de tener a alguien como el en su vida, espero y que sean felices toda la vida, se lo merece... estoy segura de que la vida le tiene los mejores momentos.

Los dos se miraron sin poder negar las palabras de la mujer, solo asintieron con la cabeza ante lo dicho.

— Bueno, debo seguir con mi deber, muchas gracias Felix.