Odiaba, sus ojos cafés, su cabello castaño. La forma tan cobarde en la que esquivaba los problemas, odiaba el sol y la luna.
El día era una paz agotadora trabajaba sin descansar tratando de huir de su realidad.
Las noches calmadas un tormento lleno...
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Salimos rápido de mi departamento ya era tarde y teníamos que correr, mi alarma no sonó por alguna razón y si no llegamos temprano nos dejarán afuera.
Para mala suerte había un tráfico horrible, así que como era de esperarse llegamos tarde y no nos dejaron pasar.
—Genial! Simplemente genial!-—dije—
—Tranquila, entraras a la siguiente hora. Si me disculpas yo me voy a mi casa—dijo ella saliendo—
—¿No entraras?—pregunte—
—No, si ya llegamos tarde mejor me voy tomo un baño, desayuno y vengo mañana—me respondió—
—Uf, lo siento Amber jamás tuve a alguien en mi departamento, podría invitarte a desayunar si gustas—
—Jaja, no Luz, no te disculpes no estoy enojada ni nada por el estilo solo que realmente necesito ir a casa no es por ti ni nada de eso, pero acepto tu oferta del desayuno.—dijo ella riéndose—
—Esta bien, entonces nos vemos mañana Amber—le dije y despidiendome de ella con la mano—
Y salió de la universidad yo entre y me senté en la escalera, a esperar que la hora pasará.
Hubiera estado exelente si no hubiera visto entrar a Amity estaba molesta por algo el chico Hunter que por alguna razón se me hacía conocido, la seguía de cerca parecían estar peleando así que no les di importancia.
Bueno, no pude evitar escuchar lo que decían.
—¡Pero escúchame!—grito Hunter—
—No voy a hacerlo, te besaste con ella yo los ví!—grito amity, parece que ellos dos eran más que amigos—
—¡No es lo que parece! Te lo juro yo te quiero solo a ti!—gritaba, me sorprende que ningún profesor salga a decirles que guarden silencio—
Amity empezó a avanzar hacia los casilleros y Hunter la detuvo y la hizo voltear de la fuerza que uso ella se golpeo con los casilleros.
—¡Tienes que escucharme!—grito, y levanto la mano dispuesto a darle una cachetada a Amity—
Cuando ví eso me levanté rápido dejando todas mis cosas en las escaleras y corrí me puse en medio de los dos y detuve la mano de Hunter.
—¿Quien te crees?—grito el, pero no le permiti moverse y lo agarre de su camisa, lo lance al piso sin esfuerzo, éramos del mismo porte así que no me asustaba—
— Que te pasa, porque te metes en dónde no te llaman—dijo el rubio levantandose enojado—
—¿Y a ti no te enseñaron a respetar a una dama?, Así que mejor cállate y vete, si no quieres que te rompa todo eso que llamas cara—dije sin miedo—
