Capítulo 4: Cambio de planes, quiere la guerra.

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-¡Atención! Su majestad, el emperador Cail.

Todas bajamos la cabeza y sin que me diese cuenta formamos una fila horizontal.

Seguía sintiendo rabia, más luego de que ni siquiera una palabra saliera de mí boca ante ella. Temía que creyera que me intimidaba porque eso era lo último que hacía; ya no era una niña y posiblemente algo más allá ató mi lengua en el momento exacto para que no me sobrepase con mis palabras y provocará una guerra entre imperios nuevamente.

Tal vez malinterpreté sus palabras y no tenía intenciones de ofender. Pensar en eso hizo que me tranquilizara, por lo que dejé de centrarme en mis pensamientos y levanté la vista para centrarme en la realidad.

Él estaba frente a mí, a dos pies de distancia. Me observaba desde arriba cómo de alguna manera mostrando autoritarismo, pero eso se desvaneció cuando fije mi vista en su mueca.

Era alto, tan joven que no parecía pasar los veinticinco años, su cabello negro como la noche y sus ojos verdes como la esmeralda, aquella bella gema que mi madre adoraba. Pocas veces en mi vida había visto una tez tan pálida y suave, o así lucía, quería tocar su cara y comprobarlo; hasta las pequeñas manchas debajo de sus ojos y que llegaban a su nariz perfectamente colocadas, pecas.

Podría llegar a decir que mis piernas temblaron cuando vio directamente a mis ojos marrones, pero casi seguro que mentiría porque eso era imposible.

Parecía intrigado y su ceja estaba alzada. Su mano posaba sobre su mentón, intentando descifrar algo de mí. Posiblemente estaba pensando qué llevó a que mi atención no estuviera sobre él hasta hace un segundo.

Quería dejar de mirarlo pero no podía, sentía la necesidad de examinarlo y entender que lo llevó a traernos aquí. Es guapo, cabe admitirlo, lo dicho sobre él no le hacía justicia ¿entonces por qué era necesaria una competencia?

Mordí mi lengua para apartar la vista, me pareció que estuve un eternidad mirándolo y él alrededor estaba en completo silencio. Su mirada seguía sobre mí investigando, estaba teniendo todos estos pensamientos en tan pocos segundos que hasta él posiblemente podía oírlos. Moví mi cabeza hacia las demás a mi izquierda, yo era la última en la fila.

Tiana suspiró viéndolo, Kaly estaba completamente roja y su mirada estaba en el suelo; podría hasta sentir como sus manos temblaban. Camile sonreía como si fuese su cumpleaños y Lúcia acomodaba su cabello mirando al emperador, quién seguía aún frente a mí.

Nuevamente lo miré y sonreí ampliamente casi riéndome, claramente burlona frente a su rostro.

Mientras yo estaba inmersa en mis pensamientos sobre Lúcia, los imperios, guerras y eso, él pasó una por una a "examinarlas". Noté su presencia recién cuando casi respiraba junto a mi y no me dí cuenta que estaba viendo sus opciones.

Alcé mi cabeza intentando mostrar la misma superioridad que él había pretendido cuando llegó frente a mí. Miré sus ojos de nuevo, lamenté que me gustase ese color.

-¿Quiere su majestad que me voltee para verme mejor o..?- Pregunté con sarcasmo pero manteniendo el respeto, seguía siendo un muy importante emperador pese a lo cretino de su actitud. No recibimos ni siquiera un "Hola" de su parte y ya nos estaba cosificando, no sé las otras chicas pero al menos en mí tierra esto es irrespetuoso.

Al parecer, mi comentario terminó con su sueño despierto e hizo que deje de mirarme, agradecí que por fin se alejara.

Él caminó con firmeza hacia su trono y se sentó; toda su actitud era digna de un emperador, si lo viera en otro contexto sabría de inmediato quién es sólo por su presencia. Cada gesto que hacía parecía completamente pensado con anterioridad, se notaba que era un hombre fuerte y criado para ocupar ese trono. No dudo que sus ancestros estarán orgullosos de él.

Pese a todo eso había algo extraño en su manera de tratarnos, era frío y se distanciaba de su posición como al estar en el trono. Pude distinguir todo con solo verlo minutos ¿Qué más podría ver de él en mi tiempo aquí?

-Bienvenidas a mí palacio e imperio.

Lo miré con más firmeza al oírlo; su voz era grave y calmada, no mostraba una gota de nerviosismo o no lo percibía. Por el contrario, oírlo hizo que yo me pusiese nerviosa.

Quería extrañamente oír como sonaba mi nombre con su voz, era un pensamiento raro y nuevo, un sentimiento de curiosidad por lo que podría pensar ahora de mí surgió, porque yo estaba pensando muchas cosas sobre él.

-Estarán aquí un tiempo y espero que tengan una excelente estadía. Saben para lo que han venido, les asigné a cada una de ustedes una mujer de servicio que les informará lo que yo quiera de ustedes o las actividades.

La situación me parecía absurda, ¿tener a una mujer que me avise cuando él quiere salir conmigo? no es algo que quiero, siquiera quiero salir con él.

-Pueden irse.

Señaló con su cabeza la puerta y cada una salió lo más rápido que pudo. Logró lo que quiso, intimidar y que estén nerviosas, diría "locas" por él.

Al contrario de las demás me quedé estática. La puerta de la sala se cerró y el emperador no notó que yo seguía allí, al parecer se perdió en sus pensamientos.

Carraspeé y similar a una brisa él me miró, posó sus ojos en mí con rapidez temerosa. Sonreí porque claramente creyó que sus pensamientos estaban siendo invadidos, tal como él me hizo sentir antes.

-Disculpe su majestad, se que nos echó pero tengo algo que quisiera hablar con usted.

Hice un paso hacia atrás cuando noté que venía hacia mí. Tal como lo había hecho antes se paró delante mío, comencé a pensar que necesitaba acercarse para ver con detalle, posiblemente sufría algún problema visual del que yo no tenía conocimiento.

-Princesa Adara de Grian ¿cierto?

Asentí. Empezaba a incomodar su mirada fuertemente clavada sobre mis ojos por lo que me limité a mirarlo.

-¿Qué necesitas? ¿Ya tuviste algún problema aquí?- Dejó de mirarme para caminar a mi alrededor. Quería aprisionarme.

-No su majestad. Todo ha sido perfecto, creo. Me veo en la obligación personal de informarle que no tengo el gusto de participar en su maravillosa competencia.- Podía oírse el sarcasmo muy presente en mis palabras, ser disimulada con mis intenciones no era mi fuerte.- He venido para conocer su imperio, aprender y luego me iré.

Su vista estaba en el suelo mientras caminaba, antes de detenerse sonrió.

Nuevamente me miró, yo parpadeé varias veces rápido.

-Escuche princesa, yo no envié esa bonita invitación para que usted venga a vacacionar. Ha llegado hasta aquí luego de días, que haya venido me indica que está interesada y ya no puede retractarse. Vaya a su habitación, luego le informaran lo que he dicho antes.

La arrogancia estaba esparcida por cada palabra y entonación. Lo peor de esto es que tenía razón, yo ya estaba aquí y no podría irme como un fracaso a casa, mi madre no me dejaría volver a salir en mucho tiempo.

Abrí la boca para responderle pero él arrugó la nariz y me interrumpió.

-No me haga repetirlo.

Tras una última mirada se volteó para volver a sentarse en el trono.

Mordí mi labio al salir con mi fracasado plan por los suelos. Había pensado en lo que diría desde que comencé el viaje hasta aquí y ahora todo se desmoronó porque él no cedió a permitirme simplemente estar.

No había manera de que regrese a casa, mi madre estaba segura de que el emperador diría que no había problema y todo estaría bien, pero no fue así.

La única alternativa que me quedaba era formar un nuevo plan y ya tenía la base: ser yo misma, evitar que se enamore de mí o quiera escogerme y final feliz.

Nada podría salir mal en el nuevo plan, era perfectamente factible. 

Por el amor del emperadorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora