𝒔𝒉𝒆 𝒊𝒔 𝒑𝒓𝒆𝒕𝒕𝒚 || ᴍᴀx ᴍᴀʏꜰɪᴇʟᴅ

𝒏𝒆𝒘 𝒈𝒊𝒓𝒍 𝒊𝒏 𝑯𝒂𝒘𝒌𝒊𝒏𝒔

El polvo de la habitación pasaba por sus fosas nasales haciéndole estornudar y estaba segura de que su preciado suéter blanco se encontraba un poco café por la espalda. Las tres chicas revisaban cada rincón de la casa, buscando el preciado marcapáginas de la rubia, ya llevaban dos horas y aún les quedaba la mitad de la casa.

¿Cómo pudo perder algo que siempre trae encima?

— Eve, porque no usas otro y después volvemos a buscar. Se va a hacer tarde y mamá quiere que llegue antes de las cinco a casa —la pelinegra dejó los cojines acomodados en su lugar.

Su amiga soltó un suspiro con frustración y asintió —. Está bien, vamos.

Bajaron las escaleras, que parecían quejarse por cada paso que daban, llegando a la planta baja. Tomaron sus bolsos y salieron de la casa para montar sus bicicletas. Pero antes de poder comenzar su camino, una cabellera con rulos salió corriendo y gritando desde el patio trasero.

— ¡Esperen, esperen, esperen! —las tres chicas se detuvieron y lo vieron llegar sin aliento delante de ellas —. Diablos, esta casa es gigante —se apoyó en sus rodillas —. Debo comenzar a hacer más actividad física.

— Flynn, llega al punto —susurro la castaña.

— ¡Oh, sí! —se incorporó y sacó algo de su bolsillo —. Lo encontré.

Mostró el marcapáginas de metal con el dobles decorado con una pequeña corona azul. Una pieza familiar antigua, una reliquia, lo más preciado que tiene Eve.

— Eres el mejor —se lo arrebató de las manos y sonrió —. Nos tenemos que ir, pero cuando vuelva te preparo panqueques —le lanzó un beso y empezó su camino a la calle Cherry con sus amigas siguiéndola.

— Eve, ve más despacio —se quejó la castaña —. Leilani va hasta atrás.

— Ups, perdón Maddie.

Maddison sonrió cuando las tres ya se encontraban a la par. Hoy es domingo, lo que significa día de lectura, pero como es en la casa Munson solo son las tres. Las otras dos integrantes del grupo no van por la calle Cherry, porque es sector de clase media. Siempre le pareció absurda la excusa que daban, pero si a la dueña de la casa le da igual, a ellas también. Además, la pasan bien estando solo ellas tres, tienen mucho más en común y son tolerantes a las diferencias.

En cuanto llegaron a la residencia, Munson entraron a saludar a los padres de su amiga, pero volvieron a salir minutos después con mantas, galletas y un termo con té con sus respectivas tazas de plástico. Terminaron de acomodar todo, quedando satisfechas con el resultado, simple y acogedor.

— Bien, hoy toca Jane Austen —Leilani sacó tres libros de su bolso —. Tenemos Orgullo y prejuicio; y Persuasión.

— Orgullo y prejuicio.