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Respira.

Solo respira Helem.

El increíble sonido de la música estaba casi por romperme los tímpanos, sino hubiese sido por Maya no tendría que estar aquí, no tendría que estar vomitando en un baño público que huele peor que los calcetines de mi abuela, hace tres horas o quizás menos mi mejor amiga Maya me convenció de venir a "La Gran", la nueva discoteca de la ciudad, había mucha gente, tal vez porque era la apertura y daban cervezas gratis, pero también por la gran publicidad que le hicieron, para ser sinceros el lugar no estaba mal, para nada mal, el local era de dos pisos y en la parte superior contaba con un anexo que se denominaba "V.I.P", allí nos encontrábamos Maya y yo, solo que esta había desaparecido cinco minutos atrás y yo tuve que bajar y mezclarme entre la multitud, como podía me habría paso pero ya no podía, estaba sudada y comenzaba a ver borroso seguro
por la cantidad de alcohol que consumí, y ya mi plan no era encontrar a Maya sino un baño.

Como pude llegue a este y así es como me encuentro vomitando y toda sudada. Me levanté para arreglarme el cabello y lavarme la boca, al mirarme al espejo casi me espanté parecía salida de The Walking Dead, mi maquillaje se había corrido lo más seguro por el sudor y mi delineado estaba echo un asco, como pude trataba de arreglarlo cuando dos chicas entraron al baño, pude reconocerlas ya que iban a la universidad donde estudio, se dieron cuenta de mi presencia y agitaron sus manos en forma de saludo, repetí la misma acción mientras me dirigía a la salida.

Necesitaba irme, estaba agotada, lo sé pensarán que soy egoísta por dejar a Maya pero no sería la primera vez que ella me deja, sabe arreglárselas por sí sola, volví a nadar en la multitud de gente y salí del local camino al estacionamiento, era amplio y bonito, la luna se encontraba hermosa la noche de hoy, y me encantaba poder admirarla acompañada de mi soledad.

— ¡Hey! preciosa— Escuché a un hombre gritar a mis espaldas, no lo miré y seguí rumbo a mi carro— ¿Qué tal si damos un paseo? Y luego hacemos lo que quieras.

Me detuve y lo encaré, era de nos cuarenta no hay nada más que me diera asco como tipos de esa calaña, que silban a chicas indefensas en las calle, por su lindo cuerpo o por querer tomar todas sus pertenencias, en su mirada podía observar cómo le divertía la situación.

—No gracias, prefiero pasear yo sola, si me disculpas seguiré mi camino para no ver tu repulsiva cara, imbécil— Me volteé sin esperar su respuesta pero alcancé a oír sus pasos hasta que me tomó de la cintura.

— ¿Repulsiva cara? — Había rabia en su voz, quizás por no aceptar o lo que dije, sabrá Dios.

Muchas veces me han pasado situaciones así solo que al parecer muchas personas no saben quién soy, da igual, esa es una historia que les contaré más adelante. Él me volteó hasta quedar cara a cara, lo miré desafiante y le di una bofetada haciendo que retrocediera.

—Escucha con atención idiota, no quiero ir a ninguna parte contigo será mejor que me dejes en paz— Nos miramos fijamente y a pesar de que me pudiera ver segura en el fondo una parte de mi estaba nerviosa.

Le di la espalda y seguí caminando.

— ¡Maldita perra! Esa bofetada te la devuelvo—Se acercaba a gran velocidad y al darme cuenta cerré los ojos esperando el golpe pero nunca llegó, o sí llegó pero no a mí.

Al abrir los ojos escuché el impacto del golpe, un chico apareció y golpeó al señor antes de que me atrapara, forcejearon un momento hasta que el hombre decidió irse, el chico era fuerte pero aún así recibió varios golpes, tenía un labio roto y un pómulo morado.

Al parecer no les fue bien a ninguno.

— ¿Estás bien? —Mi voz se hace presente, algo preocupada— No debiste meterte

— ¿Y que querías que hiciera? ¿Dejar que te golpeara a ti? — Hablaba con rabia —A una mujer no se le toca

—De todas maneras, lo tenía controlado— Dije— Gracias

El bufó y escuché su risa sarcástica.

— ¿Controlado? Serás tonta, hubiera acabado contigo en tres segundos.

— ¿Qué sabes tú eh?, acabas de aparecer y no sabes lo que puedo o no hacer.

— Escuché toda la conversación, estaba dentro de mi auto— Señala a una Mercedes de color negro a un lado de nosotros— Pero de nada, ahora si me disculpas seguiré mi camino para no ver tu repulsiva cara— Repite mis palabras y suelto una risa al igual que él.

—Mi cara no es repulsiva, es hermosa

— Lo es— Me mira fijamente con un tanto de diversión pero algo extraño se encontraba en él, algo que no pude descifrarPero no tanto como la mía.

Allí noté que tenía fracciones super maduras y parecía ser mayor que yo, era lindo y tenía un cuerpo definido, labios gruesos y ojos color negro azabache, llevaba unos shorts, unos zapatos blancos y una camiseta playera maga corta, lucía hermoso, solo que su cara estaba golpeada.

El volvió hablar, dándose cuenta de que no diría nada más.

— Hola, soy Wells—Sonrío.

—Mucho gusto, Helem.

Más allá de lo que vemosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora