Cuando el fin llega

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Un bache en el camino hizo que Elisa se apretara con fuerza la prominente barriga que sobresalía del vestido, las esposas que le apretaban las muñecas estaban tan ajustadas que tenía las manos moradas. El auto aumentó la velocidad y Elisa luchaba por mantener el equilibrio en la parte trasera. Se volvió hacia el frente, donde el hombre conducía con la vista puesta sobre la vía.

—Entonces es usted —le dijo Elisa y logró ver de reojo como sonrió con malicia —Fue usted quien movió todos los hilos —él no contestó se aflojó la corbata únicamente —¿A dónde me lleva?

—Desde que entraste por la puerta de las instalaciones del programa allí debí llevarte, Jamás volverás a ver un rostro conocido ni nadie será amable contigo nuevamente, te arrepentirás de haber escuchado la palabra CERBERO en tu vida —Elisa se acarició el vientre y se mordió el labio cuando la acometió una nueva contracción.

—No creo arrepentirme de esto —el hombre rio.

—Lo harás —una patada se vio por encima de la piel de su vientre y Elisa lo acarició.

—Tranquilo, mi vida—le dijo al bebé —papá ya viene —el hombre doblo una esquina con violencia y la miró por el retrovisor.

—Él no llegará a tiempo —Elisa cerró los ojos y evitó llorar. CERBERO, si hubiera podido saberlo a tiempo, si hubiera sabido escuchar; Pero no había forma de volver el pasado, tenía que enfrentar lo que había hecho con su vida después de haber firmado aquel papel. Así que enrolló en las manos el cable que había escondido entre el vestido con fuerza, sólo tenía que aguantar lo suficiente para que Emanuel llegara, eso si la había perdonado.

Se lanzó sobre el hombre con un desgarrador grito, ya no había tiempo de nada más.

Capítulo 1:

¿Dónde firmo?

La cámara fue encendida, y una pequeña luz titilante anunció que su cara estaba siendo grabada. Provocando que Elisa se acomodara en la silla, sintiéndose sumamente incomoda, se cruzó de brazos protegiendo su cuerpo del frío que de repente le había entrado. El hombre, de piel blanca y cabello canoso, se sentó frente a ella y los separaba sólo una mesa de metal que estaba tan fría como el ambiente.

El hombre sacó un bolígrafo y escribió en silencio apoyado en la superficie de la mesa. Elisa miró a todo los lados, la habitación era de color gris, sin ninguna ventana y con un fuerte olor a moho y polvo, un bombillo de luz blanca le daba al lugar un ambiente deprimente.

—¿Comenzamos? —Pregunto el hombre de voz profunda, y le hizo dar un respingo sobre la silla. Asintió con la cabeza sin estar demasiado convencida y se apretó con más fuerza los brazos, —Señorita, cuál es su nombre completo. —Tras terminar de hablar se aclaró la garganta, puesto que tenía la boca seca y la lengua se le quedaba pegada al paladar.

—Elisa... —dijo sumamente nerviosa y como temía, le salió en un tono bajo y rasposo —Elisa Valencia — ratificó y el hombre asintió, luego escribió en la planilla.

—Dígame, , Elisa, ¿Sabes por qué hacemos esto? —preguntó y él asintió. Desde que había visto el anuncio en las noticias, Elisa tuvo la irresistible curiosidad de indagar al respecto, buscando en cada blog, en cada pequeño recóndito lugar de internet, que le diera la más mínima información al respecto, y su tenaz búsqueda de información le tenía allí, sentada frente a aquel hombre desconocido, y aunque sabía que esa podría ser la solución a todos sus problemas, no podía dejar de imaginar que le estaba vendiendo el alma al diablo.

—Están estudiando como una familia disfuncional, afecta directamente en el comportamiento violento de las personas —manifestó como un robot, nerviosa y rápido y el hombre sonrió recostándose en su silla.

Cruzando DestinosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora