Elisa había estado sola todo el día en el departamento, deambulando por todos los rincones y visitando las demás habitaciones que estaban completamente vacías, excepto por un enorme cuarto lleno de máquinas para hacer ejercicio, ¿de qué otra forma Emanuel tendría ese cuerpazo? Si no hubiera sido por el malestar que tenía, le hubiera gustado hacer un par de sentadillas.
Por más que buscó, no pudo hallar una cama extra, ni siquiera un mueble en el que pudiera pasar la noche, ¿Tendría que dormir con él? Claro que sí, eran esposos...de mentiras.
Después de darse una ducha y comprobar que había miles de combinaciones para que saliera el agua, se puso la ropa más bonita que encontró en su maleta, luego se dispuso a organizar el lugar. La habitación principal estaba llena de ropa de Emanuel tirada por todas partes, y tardó media hora en recoger todo y llevarlo a la lavandería, donde encendió la lavadora casi que, por mera intuición, ya que tenía miles de botones y combinaciones raras. También había papeles que parecían documentos de la empresa distribuidos entre el suelo, la mesita de noche y el pequeño mueble.
Aspiró, recogió, y ya comenzaba a caer la noche cuando el último plato estaba limpio, seco y guardado, el malestar había disminuido y el trabajo la mantuvo entretenida toda la tarde. No había mucho en la nevera, y aunque no era muy diestra en la cocina, había logrado hacer una cena medianamente decente, y ya sin nada más que hacer, se sentó en la barra americana con los codos apoyados y la cara entre las manos.
Ya no había marcha atrás, ya estaba casada legalmente con él, había firmado el contrato con el programa CERBERO y tenía que aguantar un año, solo eso, un año. Luego haría trampa de ser necesario para que las pruebas finales de compatibilidad den negativas y poder salir libre de toda esa situación, ¿qué malo podría pasar?
Sacó su teléfono y escribió el número de su madre en la pantalla rota, había evitado esa llamada todo el día, no se sentía capaz de seguirle mintiendo, pero ya era tarde y no podía evitar el momento por más tiempo.
—Mi amor —contestó la mujer en un hilo de voz y Elisa sintió que se le quebró el alma.
—Hola, ma —respiró para que el nudo en la garganta la dejara hablar —¿Cómo estás?
—Preocupada —le dijo —no sé nada de ti desde ayer, quedaste en que me llamarías apenas te instalaras.
—Lo siento, mami, estuve muy ocupada y terminé muy tarde, hoy...hoy fue mi primer día de trabajo, estuvo genial.
—Felicidades, cariño —la mujer no contuvo la emoción —¿qué hiciste? ¿Qué tal tu jefe? —Elisa se quedó mirando un punto fijo.
—Todo muy bien, mi trabajo es diseñar el estilo de la revista, eso es muy bueno, y tú, ¿Cómo has estado? —no quería hablar de su supuesto trabajo, aparte de que se sentía mal mintiendo a su madre, no quería cometer un error y decir alguna incoherencia, Martha era la mujer más astuta que Elisa había conocido en su vida.
—Bien mi cielo, pasear perros me ha hecho bien, y con el dinero que me dejaste estaré bien por este mes, ¿Cómo estás tú? —¿Qué cómo estaba? Ni siquiera sabría definir qué sentía en esos momentos a parte de culpa, ¿y si le decía la verdad a su madre? Total, ya había firmado y aunque la mujer no estuviera de acuerdo, no había marcha atrás, pero se arrepintió de inmediato, sería capaz de llevarla a casa del pelo.
—Estoy bien —terminó por decir —solo un poco nerviosa, ya sabes —un ruido en la puerta le hizo dar un respingo y vio con terror como esta se abría —Mamá, me tengo que ir, te amo.
—Está bien hija, Dios te bendi... —Elisa colgó la llamada al tiempo que la cabeza de Emanuel asomó por la puerta. Sus miradas se cruzaron solo en un pequeño microsegundo y luego ambos la apartaron, como si quemara. El hombre entró y cerró despacio. Traía un traje oscuro con una corbata azul turquí, el cabello rubio estaba despeinado y las ojeras se notaban desde la distancia acentuando más el color verde de sus ojos.
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Cruzando Destinos
RomanceElisa ha tenido que luchar por años con la pobreza en la que vive junto a su madre; por eso, cuando se le da la oportunidad para acceder al programa CERBERO, donde la emparejarán con un desconocido a cambio de dinero, piensa que es la mejor oportuni...