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Se suponía que Jisung no debía estar ahí.

Habían estado charlando una noche, que había progresado a masajes en la espalda y luego a besos perezosos, cuando la Reina Regente llamó a la puerta y exigió hablar con su hijo. Así que ahora Jisung estaba debajo de la cama, manteniéndose lo más quieto posible con sus alas aplastadas bajo la cama.

-Dulzura -dijo la Reina Regente. Se sentó en el sofá, sus faldas caoba visibles desde el escondite de Jisung-. Necesitamos hablar, entiendo que seas el rey pero eso no significa que estés exento de escuchar consejos.

Jisung podía escuchar a Minho luchando para que no se escuchara la impaciencia en su voz.

-No me considero exento de consejos, madre. Los consejos y las órdenes son diferentes-. Un silencio tenso pasó entre ellos.

-La familia de Lady Hyorin está presionando el compromiso -continuó la Reina. Jisung hizo una mueca al escuchar su nombre-. Cenaré con ellos el próximo jueves para hablar sobre el oro y las armas que han contribuido a la corona.

Más silencio.

-Les debemos, Minho. Solo nos apoyaron durante la guerra porque tu padre dijo que algún día se unirían nuestras familias.

-Lo sé. -El Rey sonaba derrotado, las palabras entrecortadas por el evidente estrés. Jisung podía sentir los latidos de su propio corazón contra el suelo de mármol.

-Sé que no quieres casarte con ella, cariño, pero a veces, incluso nosotros los que tenemos poder no podemos elegir con quién queremos estar. Al principio no quería casarme con tu padre, ¿sabes?

Jisung vio las pantuflas de Minho acercarse a la mesa, escuchó el familiar sonido del vino siendo servido.

-Sin embargo, te enamoraste de él con el tiempo.

-Lo mismo podría pasarte.

-No. -Minho sonaba gentil, pero firme; como siempre lo era-. No puede.

-Eso no lo sabes. ¿Quién puede saber cómo te sentirás dentro de diez años? ¿Quince?

-He vivido durante veintitrés años -dijo Minho -, nunca me he sentido atraído por una mujer. Ese no es el tipo de cosas que se pueden controlar.

Jisung casi dejó salir un grito ahogado. Cerró la boca de golpe antes de que las motas de polvo pudieran flotar dentro. Acababa de decirle eso a la Reina. ¿Ella ya lo sabía? ¿No le importaba?

-Todo rey necesita una reina -dijo con facilidad, imperturbable-. Necesitas casarte, querido. Es parte de lo que significa estar en tu posición. No necesitas pasar tiempo con ella si no quieres. Ponle un bebé, engendra un heredero y duerme en recámaras separadas si eso es lo que quieres; incluso puedes seguir cogiendo con el de hada de pelo azul que tienes por juguete.

Jisung escuchó un timbre en sus oídos, la humillación y la ira zumbaban en la punta de sus dedos.

«El hada de pelo azul que tienes por juguete».

-No lo llames así -dijo Minho, con voz plana. Jisung estaba estupefacto. La Reina sabía de él, de ellos-. Nunca le haría eso a mi esposa o a Jisung, ambos merecen el corazón completo de alguien.

-Hablas como el niño dulce e inocente que eres.

-No soy un niño, madre. Simplemente no quiero una esposa. ¿Por qué no puedo declarar al primo Joong como mi heredero? Podría empezar a prepararse ahora.

-Ya hemos hablado de esto, lleva décadas prepararse para convertirse en rey. Es un nivel de responsabilidad que solo se puede enseñar desde una edad temprana y Joong es apenas cinco años menor que tú. Cada uno de tus predecesores ha tenido hijos que sigan sus pasos, no estás exento de esa responsabilidad.

-No voy a comprometerme a una vida de infelicidad por el bien de la tradición.

-La tradición es solo una parte. Es lo que le prometimos a su familia. Es lo que tu pueblo y tu reino esperan de ti. Enfurece a tu reino, querido y vas a tener mucha más dificultad siendo rey.

-¿Qué les importa si me caso o no y si tengo hijos? ¡Es mi vida! -Los primeros signos de emoción se asomaron en la voz de Minho.

-Todos nuestros aliados están compitiendo por la oportunidad de casar a sus hijas contigo -dijo la Reina-, decepciónalos a todos y van a descartar todas nuestras alianzas sin ningún contraargumento. Decepciona a todos menos a uno y al menos van a estar tranquilos sabiendo que sus hijas fueron rechazadas por otra reina, no por un sirviente feérico.

Minho estaba callado. Jisung podía sentir las palabras de la Reina pesando sobre ambos, e incluso Jisung estaba teniendo problemas para encontrar una grieta en su argumento.

-Nunca iba a durar entre tú y él -dijo la Reina, con diversión coloreando su voz-. Incluso si fuese una mujer, incluso si fuese un humano, sigue siendo un sirviente. Es un suicidio político hacer público que elegiste eso como tu compañía.

-Yo no lo haría público, a nadie le tiene que importar a quién elijo como compañero. Si soy un regidor competente y tengo un heredero, ¿por qué importa?

-Porque la gente va ahablar, querido. La gente hablará de por qué el joven y apuesto rey no tiene una reina, y la gente te perderá el respeto a medida que las teorías salgan a la luz. Así que úsala, Minho. Usa a Lady Hyorin como tu escudo y toma el apoyo de su familia mientras aún sea una opción, y mantén a tu hada de lado. No es un resultado perfecto, pero es un compromiso para mantener la paz.

Minho no tenía nada que decir. Cuando la Reina se fue de la habitación con la promesa de programar una cena de compromiso, Jisung salió de debajo de la cama y tampoco tenía nada que decir.

Él es el Rey [MinSung]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora