7. Partiré Al Amanecer

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(00:30h) día 15 d.a

Había decidido partir hacia la dirección que marcaban las coordenadas que me habían proporcionado mis amigos ingleses. Iba a ser un largo y difícil camino. No sabía con que me podía llegar  a topar  si salía de la ciudad, y dentro de esta la situación era muy complicada. Las calles se habían llenado de grupos de bandidos que aprovechaban cualquier oportunidad que tenían para llenarse los bolsillos de todo lo que pudieran robar a sus víctimas. El ambiente estaba cargado de humo de los coches y demás enseres ardiendo por las aceras. Y no sabía si podría encontrar víveres fuera de aquel espacio. Así que si quería planear una huida, tendría que prepararme bien.
Baje al sótano de mi casa y destape mi vieja furgoneta, estaba casi hecha polvo, hacia años que no la usaba, pero todavía tenía combustible en su depósito y espacio suficiente como para llevar las cosas que necesitaría para mi viaje. Cargué en su maletero las pocas latas de conserva que tenía a mi disposición, unas cuantas garrafas de agua que quedaban en la despensa, una linterna y un Hacha, por si requería de esta para defenderme, mudas y ropa de cambio y por último una garrafa de 50 litros de gasoil que tenía guardada bajo llave en el armario del garaje. Subí a mi apartamento y terminé de bloquear todas las ventanas con tablones de madera. Salí y cerré la puerta tras de mi, sabiendo que probablemente nunca más volvería a abrirla. En el momento en el que la vi me vinieron a la mente todos los recuerdos que tenía en esa casa, los buenos y los malos momentos que acababan así con un palé de madera atravesando de esquina a esquina la entrada. Me subí a la camioneta y arranqué el motor, estaba listo para partir hacia un nuevo futuro incierto, lleno de misterios e incógnitas que no tardaría en descubrir. Salí por la puerta del garaje con mi vehículo, un panorama desolado se mostraba a ambos lados de la calle. En mi mente esos escenarios se iban reconstruyendo a los del pasado, miraba hacia los árboles quemados de los parques y me imaginaba a la gente paseando a sus perro y jugando con la pelota en el césped. Las tiendas con los escaparates rotos y las lámparas sin luz y a punto de descolgarse en su interior se convertían en en comercios llenos de gente en mi cabeza. Pero era una estupidez revivir el pasado, había que hacer frente al presente por muy catastrófico que fuera. Los faros de mi furgoneta iluminaron un cartel verde a la altura de la carretera, estaba doblado y tenía las esquinas quemadas, pero una frase podía leerse en el centro "bienvenido a Madrid" estaba a punto de salir de mi ciudad y dejar atrás todo lo que había conseguido a lo largo de mi vida. Mi próxima parada era el norte de España, más concretamente Santander, allí me detendría a recargar víveres y a intentar encontrar lo que pueda de combustible.

El sol deslumbró mi camino en la carretera, estaba amaneciendo, pero se notaba que no era un amanecer normal, un ambiente raro rodeaba la luz que desprendía aquella bola de fuego.
En cuanto el primer rayo de aquel astro hizo contacto con la tierra un fuerte ruido salió de uno de los lados de la carretera.

No era la primera vez que escuchaba ese gruñido de animal...

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