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Mateo tenia una mezcla de sensaciones en su cuerpo, no podía explicarlas porque ese conjunto era imposible de experimentar a no ser de que hayas consumido todo lo que él en un par de horas.
Valentin y Daniel estaban compartiendo un viaje, siempre había notado algo entre ellos pero al parecer se dejaban fluir mas bajo ese estado de inconsciencia.
Él se sentó un poco apartado ya que claramente no estaba incluido en esa atmósfera que habían generado, su cabeza parecía no procesar ni un pensamiento, pero al mismo tiempo tenia miles de voces hablando en su cabeza. Se sentía extasiado, pero a la vez toda esa angustia que había estado ocultando apareció y parecía ahogarlo. Estaba feliz y triste, quería reír pero sabia que esa risa terminaría en un llanto de angustia.
Sentía estar en un viaje de marihuana y también en un estado alcohólico, y entre todo eso una nueva sensación que le había causado la cocaína. Había tomado muy poca, pero se sentía, diferente a las otras, pero todas esas sensaciones terminaron por envolverse.

Paso bastante tiempo, y sin despedirse intento salir de esa casa por un costado, claramente fallando ya que el portón estaba cerrado. Sus piernas parecieron fallar y termino sentado a un costado, y como si ya su imagen no era lo suficientemente miserable, las lagrimas comenzaron a bajar de sus ojos desesperadamente. La angustia parecía ahogarlo, todos sus años de sufrimiento parecían haber aparecido e instalándose en ese grande nudo en su garganta que cada vez parecía expandirse más y lo hacia sentirse peor.
Su mente se encargaba de repetirle lo estúpido que era y se veía, recordándole cada vez en la que confío en alguien y termino decepcionado. Para los demás era un adorno, su padre lo veía como una estrategia, para su madre era un accesorio que servia para que sus amigas halaguen su buen trabajo como madre, por eso lo único que le preocupaba a ella era que se vea lindo por fuera, para sus novios era un juguete, nunca nadie lo había querido por algo mas allá de lo sexual. No tenia amigos, solamente un par de compañeros que fingían quererlo para que él preste sus autos o compre bebidas, no tenía hermanos que se preocuparan por él, no tenía a nadie, y lo peor de todo, no se tenía a él.
Se había perdido hace mucho, ya ni recordaba cuando no fingía todo el tiempo, ni siquiera en la niñez se podía dar ese lujo.
Por afuera tal vez parecía un desagradecido, seguro daba vergüenza cuando estaba solo tomando, cuando se encerraba a llorar, cuando parecía el personaje depresivo de una película, pero verdaderamente no podía ser otra cosa. No podía sentirse agradecido por ser llenado de cosas materiales, cuando en su interior estaba tan vacío que dolía. 
Estaba triste, solo y si apenas tenia una persona que se preocupaba por él, ni siquiera ocupaba un 5% de su día pensando en si estaba bien o mal.
Había visto con sus propios ojos, genuina preocupación hacia su padre antes que hacía él, sí, preocupación hacia ese hombre que se encargaba de cagarle la vida a la gente con tal de llenarse los bolsillos, y ni una pizca de preocupación por un pibe que toda la vida trato de ser buena persona y educado con todo el mundo. Al parecer en este mundo ser buena persona no es algo de importancia.

Sin darse cuenta había estado abrazandose sus propias rodillas mientras lloraba silenciosamente mas de 20 minutos, y era silenciosamente pero dentro de la casa se encontraba un obsesivo de los ruidos que no podía caer en un profundo sueño por este ínfimo ruido que producía el joven.
Salio afuera con una expresión de enojo, pensando que seguramente era Valentín que no respetaba sus horas de descanso y su obsesión con los ruidos. Para su sorpresa era este chico con el que se había cruzado, que parecía un nene abrazando sus rodillas y al parecer llorando. No lo admitiría pero su expresión dura se ablando cuando lo vio, no solo porque después de todo en un pasado el había estado así (solo que ni tan drogado ni tan borracho y probablemente en la intimidad de su cuarto), sino porque conocía a sus padres y algo de su historia. Su padre era socio del suyo, y en varias juntadas presenció como este trataba a su hijo, ademas de que dentro de no mucho tendrían que hacer negocios y no le daba buena espina, los rumores se conocían en cuestión de minutos, mas entre empresarios, y sabía los tratos que su padre hacía con sus socios.

No solía preocuparse tanto por este tipo de chicos, porque la mayoría solían hundirse en un vaso de agua y su mayor preocupación era no tener un anillo de diamantes que deseaban. Pero había algo en el llanto y en los ojos de Mateo que lo hicieron sentir que él no era uno mas, que su llanto no era superficial y que verdaderamente había algo que estaba roto dentro de él.

Capaz sonaba de novela, pero nunca había sentido ese nivel de empatía por alguien que no conocía, especialmente porque era una persona muy dura que verdaderamente le costaba demostrar sus sentimientos, incluso cuando era solamente empatía.

Lo observo por unos segundos, pensando en que podría hacer con un drogado y borracho joven que estaba llorando desconsoladamente.
Lo movió con una mano en su hombro, tratando de ser suave pero no lo fue, Mateo desprevenido casi se cae por el empuje del castaño. Con sus ojos rojos y llorosos miró a Manuel confundido, este al sentirse observado volvió un poco a su postura rígida.

—Che me parece que hace mucho frío para que estés en el medio del patio, si querés podes ir al baño o te llevo a tu casa.—Dijo Manuel, tratando otra vez de sonar dulce y empatico cosa que por segunda vez, no logró.

—No quiero ir a mi casa.—dijo Mateo con la voz temblorosa por su nudo en la garganta, y un poco rara porque el efecto de las drogas no había bajado.

—¿Y donde querés ir? decime y te llevo.—Dijo, esta vez sonando menos brusco.

—No se, a un hotel o a un puente así me tiro.—Respondió bromeando y a la vez no.

—Yo conozco un hotel, te llevo si querés.—Ofreció, recibiendo un pequeño asentimiento de parte del mas chico, ayudandolo a levantarse y a subirse al auto.

El camino hacia el hotel comenzó y Mateo pidió poner música para relajarse, cosa que probablemente no habría aceptado sino fuera porque el chico habría estado llorando y le daba pena decirle que no.
Siendo algo increíble de creer para todo aquel que conociera a Manuel, no estaba enojado porque un desconocido interrumpió su sueño en la madrugada haciendo ruidos insoportables para su odio sensible, y no estaba pasándola mal por tener que conducir mas de 20 minutos con musica para dejar a un desconocido en un hotel.

Niño rico [trueplik]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora