QUERIDO DIARIO

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Querido diario,

Estar en recuperación es como escalar una montaña y lo mas que escalo, lo mas difícil que se hace. Hay días que solo quiero dejarme caer en el hoyo de la enfermedad y que me envuelva. Sentir que la única validación que necesito sea un estomago vacío. Que no me baje la regla signifique que estoy haciendo algo bien. Que el numero de cortes en mis muñecas era igual al de calorías que había consumido ese día. Echo de menos los dias en los que me sentía orgullosa de desmayarme durante el entrenamiento de ballet. Echo de menos la constante euforia que la anorexia me daba. La creencia de que cada día que pasara sin comer era un dia mas cercano a la felicidad Intento enseñarme a mi misma que nunca iba a ser feliz de ese modo. Intento enseñarme que hay felicidad lejos de mi propio dolor, pero no puedo olvidar los hábitos que mi trastorno alimenticio dejó en mí: Recordarme que el té verde no cuenta como una comida, recordarme que no debería ver las estrellas al levantarme. Estar enferma era como estar colocada, sentía que era un pájaro volando. No intento romantizar algo tan duro pero, mi cerebro hizo que morirme de hambre se sintiera glamuroso. No sentía hambre, todo lo que sentía era orgullo por tener control sobre algo. El control era algo que anhelaba, sino podía controlar el mundo a mi alrededor, lo mejor que podría hacer era controlarme a mí. En realidad no tenia poder, adicta a la anorexia como si fuera tequila.

El otro día fui a desayunar con Andrea. Fuimos a un lugar donde la gente veía el desayuno como algo mas que café negro y abdominales y un shot de vodka. Todavía no pongo leche en mi café. A veces, cuando como, todavía no saboreo nada mas que números.

Sinceramente,  Izana.

Stars In My ScarsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora