Capicúa

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"No te extrañabas, si, al mirarte de reojo suspiraba y mis ojos parecían susurrarte un te quiero infinito"

Nunca llegué a colgarme de tus clavículas desnudas. Tan solo alcancé a acariciarlas levemente, temiendo que aquella perfecta estructura, digna de Leonardo Da Vinci, se viniera abajo.
Te contemplé como a la obra de arte que eras. Que aun eres, incluso a través de las capas de niebla.
Me enamoré, de cada pincelada, de cada destello de luz. De cada pestañeo.
Me enamoré, y no me arrepiento.

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