1 - Cada mañana

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Es lunes. Son las 10:30 y he decidido levantarme de mi cómoda cama. Lo primero que hago, como cada mañana es echarte un poco de menos. Lo segundo que hago es ir al baño a cagar. Siempre me despeja las mañanas. Al mismo tiempo que estoy sentado en la taza del váter me enciendo un cigarro.

Luego bajo a prepararme el desayuno, que siempre suele ser las sobras de la cena de ayer y un café con mucho azúcar.

Mientras desayuno suelo mirar el móvil y leer la cantidad de gilipolleces que soléis poner en las redes sociales para reírme un rato. Como esas parejitas que llevan 3 días saliendo y ya se aman más que a nada en el mundo publicando 27 fotos diarias. O esos chicos que suben más fotos sin camiseta que con ella. Pero lo que más gracia me hace son esas chicas que suben fotos y salen como unas supermodelos, y luego las ves en persona y son puro horror visual.

Ah, no os lo he dicho, no voy a clase y tampoco tengo trabajo. Básicamente porque no me gusta estudiar y tampoco trabajar.

Por las mañanas mi hermano pequeño Jack va al instituto, es un chaval bastante inteligente y trabajador, a veces me da envidia.

Mi padre también trabaja generalmente hasta tarde por lo que suelo estar mucho tiempo solo en casa. Soy bastante independiente.

Después de desayunar siempre me llama Charlie con alguna idea de las suyas para sacar pasta o simplemente liarla un rato. Charlie tampoco estudia pero si tiene trabajo. Trabaja repartiendo pizzas algunas noches entre semana a cambio de cenar gratis y 20 euros a la semana.

- ¿Sí? – Contesto al teléfono

- Que pasa tío, vente para mi casa tengo algo entre manos bastante urgente que deberías ver – Siempre Charlie tiene algo entre manos. Se pasa el día trapicheando con el fin de ganar dinero. Tiene una obsesión con hacerse rico, ya sea legal o ilegalmente.

- Me peino y voy, dame 10 minutos – Lo de me peino tiene sentido dado que me encanta mi pelo, es la parte más atractiva de mí. Me puedo pasar mucho más de 10 minutos peinándome mi castaño cabello.

Nada más le cuelgo voy al baño, me echo gomina y el pelo para atrás. Una vez que ya lo tengo perfecto me pongo un chándal corto y salgo hacia casa de Charlie.

En mi ciudad siempre hace buen tiempo, casi como para ir en pantalón corto todo el año.

Charlie no vive muy lejos, suelo tardar 6 minutos en llegar a su casa. Excepto cuando me encuentro a mi vecino Mike cuando salgo de casa, siempre me pongo a hablar con él. Es un tío realmente agradable.

Son las 11:30 y llamo al timbre para entrar en casa de mi colega. Siempre nos saludamos con un par de collejas de buen rollo y algún que otro insulto cariñoso.

Antes de que dijera nada sabía que me iba a proponer algún negocio o algo para sacar un dinerillo, pero esta vez no fue así.

- Mira esto tío – Me dice Charlie bastante serio mientras señala su móvil.

No era nada relacionado con lo que me esperaba.

- Joder, no puede ser – Estaba entre sorprendido y acojonado, era un mensaje de Mia en el que decía que quería quedar para hablar conmigo. Es gracioso que no me lo enviara directamente a mí porque la tenía bloqueada en todas las redes sociales y no podía contactar conmigo.  Así que se lo envió a Charlie con el fin de que yo lo leyera.

Me jode porque justo cuando ya hacían unas cuantas semanas de que estuviera con ella por última vez ya estaba empezando a olvidarla por fin...

Hay días en los que lo he pasado jodidamente mal por ella, no voy a volver a caer otra vez en el ciclo de volver con ella para luego dejarlo. Volver y dejarlo. Volver y dejarlo. Y estar jodido.

- ¿Que vas a hacer? – Me pregunta Charlie – Parece bastante importante por como lo dice, deberías ir a hablar con ella.

- Esta vez no tío, esta vez sí que no voy a caer otra vez en este ciclo del que llevo casi 1 año sin poder salir. Voy a ir a hablar con ella y le voy a dejar claro que no quiero volver a verla, me da igual lo que quiera decirme, o cuán importante sea. Voy a ser lo más desagradable posible a ver si ya me deja tranquilo y cada uno consigue seguir con su vida.

- Así me gusta Ty, pasa de una vez página. ¡Tenemos que centrarnos en los negocios! Y una chica no te permite trabajar al 100%. – A veces las personas con las que más confianza tengo me llaman Ty, me gusta. Me hace sentir especial.

- Pues ya está, dile que esta tarde quedamos en el parque de enfrente de la peluquería. Ella ya sabrá cuál es. – Le dije totalmente convencido de poder solucionar de una vez las cosas.

- Okey, ¿a qué hora le digo?

- Después de cenar, a las 11.

Una vez finalizada la conversación ya empezaba poco a poco a mentalizarme y a ensayar 100 posibles discursos que podría decirle para cortar totalmente con esto. Cada discurso más duro que el anterior. Y ese era realmente mi objetivo.

La espera hasta las 11 se me hizo eterna, no podía parar de pensar en que tendría ella que decirme tan importante. Pero no me importaba. No debería importarme. No tengo que dejarla hablar a ella primero o me la liará. Tengo que ser directo.

Hasta las 10 Charlie y yo estuvimos juntos, como todos los días. Paso más tiempo con él que con mi familia. Fuimos a comer a la pizzería donde trabajaba y por la tarde estuvimos echando un partido de baloncesto con algunos colegas más. Soy buenísimo con los triples.

A las 10 me fui a casa, llevaba todo el día fuera y tenía que cenar algo. Estaba hambriento.

Entro a casa y me encuentro a mi padre, para variar, viendo combates de boxeo y apostando con el ordenador. No me preocupaba que perdiera, siempre ganaba. Le dí un beso y le pregunté qué tal el día.

Cené, me duché y salí completamente convencido de lo que debía decir a Mia. Como los nervios que tenía eran bastantes, llevaba esperando en el parque desde las 10:45.

Llegan las 11 por fin y no aparece nadie. Me pongo más nervioso todavía. 11:15 y nadie aparece...

Pero justo cuando ya estaba pensando en irme, a las 11:20 viene Mia. Ella siempre tan puntual. De verdad que me pongo muy nervioso con la gente impuntual. Pero a ella ciertamente se lo permitía.

La veía venir con su característica forma de caminar. Y lo guapa que estaba. Con su rubia melena y sus pantalones vaquero pitillo, que cuerpazo le hacían ¡madre mía! Se me iban los ojos. Pero no, no podía distraerme de mi misión.

Por fin llegó el momento. Se acerca a mí. Hay unos segundos de silencio y justo cuando me decido a abrir la boca para soltarle toda la desagradable parrafada que llevaba preparando todo el día, se me acerca un poco más y me besa.

No pude evitarlo, la seguí el beso.


Y ya está, me ha vuelto a romper los esquemas.

Me ha vuelto a liar, otra vez.

Donde dormiste anocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora