Las luces de esta ciudad

2. De mentiritas blancas y buenos amigos.

2. De mentiritas blancas y buenos amigos.

One night and one more time
Thanks for the memories
Even though they weren't so great

Una noche y otra vez
Gracias por los recuerdos
A pesar de que no fueron tan geniales
— Fall Out Boy (Thnks fr th Mmrs)

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I tried to read between the lines
I tried to look in your eyes
I want a simple explanation

El silencio dentro del auto de Hitoshi es llenado únicamente por la melodía de fondo, porque todos están tratando de encontrar qué decir. Hitoshi estaba conduciendo por un sendero conocido, esas calles de Aston que están cerca del distrito comercial pero lejos de los bares, porque El Café Nocturno era de todo menos eso.

— Oigan... lo lamento... — dice Hitoshi finalmente.

Todos lo miran, Fumikage desde el asiento del copiloto, Izuku y Himiko desde el asiento de atrás.

— Debí haberles dicho lo de Denki antes de... bueno, esto... nos habría ahorrado toda esta porquería.

— En eso tienes razón — dice Izuku mientras Himiko recarga su cabeza en el hombro del peliverde —, te habríamos dicho que Denki es un imbécil.

— Es que... bueno, cuando estábamos solos era diferente.

— ¿Por qué salías a solas con él? — inquirió Himiko.

— El señor Yagi nos puso juntos para un trabajo escolar, yo pensé que sería una basura ir a su casa y estar con él por horas hasta terminar el trabajo, pero... bueno, saben que me gustaba en secundaria.

De nuevo silencio.

Las luces neón de la calle se reflejaban en la cara pálida de Himiko y la suya, Izuku no podía culpar de todo a Hitoshi.

Aunque dijera que detestara a Katsuki Bakugo, ese antiguo amigo de la infancia, muy en sus adentros le seguía llamando la atención.

Pero todo era culpa del maldito Aston, con tan poca gente.

Algún día, él y sus amigos se irían de Aston en busca de algo mejor para ellos, así como los dueños de El Café Nocturno hicieron en su momento, aunque, claro, esos hombres se tenían entre ellos.

Claramente, el café al que iban era un refugio para gente extraña como ellos, con ideas demasiado revolucionarias para Aston. Sabía que los mayores tenían sus reservas con "la gente gay" pero Izuku se conformaba con no ser apedreado por no ser heterosexual y, lo mejor de El Café Nocturno, es que nadie lo era. Un refugio para los marginados, en donde siempre había un evento nuevo sacado desde la mente de Yamada. ¿Dragqueens? ¿Proyecciones de películas? ¿Una noche entera a adorar "The Rocky Horror Picture Show"? nómbralo, ya lo habían hecho todo.

Pero, lo que al grupo de frikis de Aston High les gustaba más que nada, eran los viernes de poesía, donde cualquier incauto podía subirse a un escenario a recitar los versos más íntimos, de esos que venían de lo más profundo y obscuro del corazón.

Izuku jamás se había atrevido a subir a la tarima, dudaba hacerlo alguna vez, pero amaba las noches de poesía.

— Llegamos justo a tiempo — dijo Himiko, mirando su reloj al tiempo que Hitoshi aparcaba cerca de la entrada.

Llegar a El Café Nocturno también estaba reservado a gente como ellos, no cualquier pretencioso era bienvenido. La entrada estaba dentro de un callejón, pero no solo eso, sino que para acceder a la puerta había que bajar unas escaleras que conducían a una especie de sótano. Desde el principio, cuando descubrieron ese lugar por sugerencia del superior Tamaki, pensó que era lo más genial del universo.