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Iván tenía quince años aquella primera vez en la que su camino se cruzó con el de Rodrigo, su Omega.

Nunca se había interesado por las parejas destinadas, aquellos compañeros del alma que estaban enlazados a ti sin importar el tiempo, la distancia y la muerte.

Según dicen, aunque mueras y vuelvas a nacer, tu alma siempre estará enlazada a la de una sola persona.

Iván encontraba demasiados huecos en aquello, como por ejemplo, ¿Qué te aseguraba el nacer en el mismo siglo que esa persona? ¿En el mismo país o siquiera, mismo continente? ¿Quién te aseguraba el siquiera reconocerse cómo tal? Nacer en el mismo siglo, continente, país, y como extra, conocerse, ambos estando solteros, era una ridícula coincidencia de uno en un millón.

Y a él le pasó.

Nació en el mismo siglo, continente, país y se encontró con su alma gemela.

Era una ridicules, una que le sucedió a él.

Luego entendió que aquella ridícula conciencia tenía sus partes oscuras.

Él y su Omega se llevaban ocho años, y Rodrigo era su profesor.

No podía ser todo tan perfecto y ensueño como los libros relataba, e Iván lo entendía.

Esa mañana de lunes, cuando comenzaba la preparatoria y caminaba perdido por los pasillos, lo vio.

Y como no verlo, si era lo más hermoso que sus adolescentes ojos pudieron ver en sus quince años de vida.

Rodrigo era, es y será lo más hermoso que el pudo ver.

El ya lo estaba observando cuándo el Omega, mirando su mano siguió un hilo que sólo ellos dos podían ver, llegando a su destino, nada más y nada menos que un niño.

Rodrigo era ya un adulto y tuvo que asimilar a la idea de que su Alfa aún estaba en la etapa de crecimiento.

Eran destinados, pero lo suyo no podía ser.

E Iván, lo entendió.

Lo aceptó.

Durante casi cinco años Iván tuvo que vivir viendo a su Omega, sin poder tocarlo y amarlo como quería.

Por que amaba a Rodrigo, amaba cada pequeña porción de él que había tenido la oportunidad de conocer, y sabía que iba amar aquella que aún le faltaba descubrir.

Fue en una tarde de diciembre que hablaron por primera vez de su lazo, último día de clases, con la navidad pronta a llegar y consecuentemente, el cumpleaños número dieciséis del pequeño Alfa.

No fue coincidencia el verse, ya que Iván lo estaba buscando, pero lo fue el hecho de estar solos cuando pasó.

-Profesor Carrera, lo estaba buscando -murmuró Iván, con su voz aún infantil y su cuerpo pequeño y delgado.

-Buhajeruk, ¿Qué sucede?

Iván inhalo hondo y se acercó al mayor, con una pequeña cajita roja.

-No podre verlo en las fiestas, así que le quise entregar mi regalo ahora.

-¿Por qué me das un regaló? No es normal que los alumnos hagan eso.

-Profesor Carrera, -lo miró- ambos sabemos que no es sólo mi profesor...

-Lo soy.

Afirmó, e Iván lloró internamente junto a su lobo.

El tener a Rodrigo Carrera cómo pareja sonaba a una fantasía lejana producto de una mente adolescente.

꒰ oh, fuck ʚ spreen x carrera ɞ ꒱ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora