ʚ[02 (2/3)]ɞ

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Iván se paseó tranquilo por los desolados y aún oscuros pasillos de la escuela, subió hasta el tercer piso, donde se encontraban los oficinas y entré ellas, la de Rodrigo Carrera.

Tal vez lo que falló en el plan de sus estúpidos compañeros, además de él saberlo, era el hecho de no saber que Carrera entraba a las 06:00 mientras las clases comenzaban a las 08:15.

Dos horas completas para él y su amado Rodrigo.

Una vez en el tercer piso la oscuridad lo recibió pero una pequeña luz de colaba por la rendija de una puerta.

Rodrigo, cómo todos los días, ya estaba allí.

Se mantuvo parado frente a la puerta unos minutos, los suficientes para oír las pequeñas quejas y maldiciones que desde adentro salían.

Sonrió de lado y tocó la puerta.

Desde adentro, Rodrigo maldijo el que alguien hubiera llegado a esas horas cuando nunca era así.

Y todas sus alarmas salieron disparadas cuándo el inconfundible aroma a Alfa le llegó.

Pino y lluvia.

¿Quién mierda era?

¿¡Y porqué demonios olía tan bien!?

Rodrigo entró en pánico y comenzó a agitar las manos y dar saltitos nervioso.

–¿Profesor Carrera, se encuentra allí?

La inconfundible voz de su alumno Iván Buhajeruk le perforó profundo, sintiendo como si esta estuviera susurrando en su oído y no hablando detrás de la puerta.

¿Por qué de repente su aroma se había vuelto tan fuerte y claro?

–¿Profesor?

–S-Sí, yo... ¡Dame un momento!

A tropezones comenzó a rebuscar en los cajones los supresores de celo, pero al hallar el frasco, su alivio duró poco al descubrir que este estaba completamente vacío.

–¡Mierda!

Lanzó el frasco contra la pared haciendo que esté se rompiera.

–¿¡Profesor Carrera, está todo bien!?

Iván era bueno fingiendo preocupación.

Rodrigo sintió un sacudón en su sistema que lo dejó atontado y causó que sus piernas cediera dejándolo caer. Gruñó ante el cosquilleo en su vientre bajo y lo sensible que comenzaba a sentirse ante el simple roce de la ropa.

–Profesor, voy a entrar.

Y Rodrigo maldijo no haber puesto llave a la puerta y no tener las fuerzas suficientes para negarle el paso al menor.

Iván entró y tuvo que reprimir la sonrisa satisfecha que querían poner sus labios.

Era un aroma dulce y mentolado, como beber una taza de té de menta en una fría noche de invierno.

Era delicioso.

Rodeó el escritorio con lentitud, encontrando al mayor desplomado en el suelo, con la pálida piel aperlada, la respiración irregular y sosteniéndose de la silla tratando de no caer completamente.

–Profesor, Dios, ¿Qué sucedió?

Fingió sorpresa, y su lobo se pavoneo presumido alegando que deberían dedicarse a la actuación.

–Vete...

Susurró e Iván humedecio sus labios.

–Se ve mal, profesor, déjeme ayudarlo...

–¡No, mierda! ¡Debes irte!

Iván ignoró sus palabras y lo tomó entre sus brazos, ayudándolo a pararse.

–Lo llevaré al hospital...

–¡No, no puedo salir así!

E Iván sabía que era a causa de su orgullo, que no podía permitir que alguien lo viera así, siendo vulnerable, siendo un Omega más del montón.

–Puedo ayudarlo.

–Niño, no digas eso...

–Soy un Alfa.

–Eres mi alumno.

–Soy más que eso, lo sabés.

Rodrigo tragó saliva, tratando de ignorar a su lobo, que con desesperó intentaba entregarse a Buhajeruk mientras su parte humana y racional se lo negaba.

–No puedo...

–Puedes, me rechazaste a los quince por según tu, ser un niño, a pesar de saber bien que era yo tú Alfa, ahora que ya soy un Alfa adulto, ¿Me negaras el derecho de hacerme cargo de ti? ¿Me seguirás negando?

–Estoy en mi trabajo, Iván, eres mi jodido alumno...

–Y también soy tú Alfa y me estás pidiendo que me quede aquí sin hacer nada.

–¿Pretendes que simplemente me comporte cómo un salvaje y deje que me folles en la jodida escuela?

–Cumplirías una de mis fantasías.

–Sos el mismo chiquillo hormonal de hace cuatro años, ¿Por qué debería dejarte follarme sólo por ser mí "Alfa"?

–Porqué independientemente de tus palabras, lo deseás tanto como yo.

–Mí lobo es quién lo desea...

–Mírame a los ojos y decime que no me quieres, dime que tu, Rodrigo Carrera, no me quiere y te juro, que me rendiré.

Rodeigo lo observó, con las mejillas rojas y los ojos brillosos, su mente cada vez más nublada e incapaz de razonar de forma coherente.

–Y-Yo, yo no...

Trago el pesado nudo en su garganta y sus puños débiles golpearon el pecho del menor, los ojos de Iván lo observaron impasible, siendo ya conocedor de la respuesta.

–Te odio, ¡Oh, mierda, en verdad te odio!

Iván sonrió y busco sus ojos, encontrando los una vez pego su frente con la de su profesor.

–También te amo, Rodri, y prometo comportarme de forma responsable. Voy a cuidarte, sólo confía en mi.

Los ojojitos de Rodrigo lo observaron nublados, y en un gesto de confianza y sumisión, le enseño el cuello.

꒰ oh, fuck ʚ spreen x carrera ɞ ꒱ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora