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Nunca antes Jungkook había estado más seguro de algo en su vida que este momento en el que Yoongi se ofreció completamente a él. Su oso rugió triunfante en su interior. Ahora no podía dar marcha atrás y no podía rechazar lo que le ofrecían voluntariamente.

Al diablo con el clan de Yoongi. Se ocuparían de esos gatos de alguna manera. Lo único que importaba ahora era reclamar a su pareja, terminar la danza de apareamiento. Mordió a Yoongi, su oso se levantó para encontrarse con el gato interior de Yoongi. El vínculo de apareamiento surgió entre ellos, un vínculo psíquico invisible que unió sus fuerzas vitales como una.

Por primera vez en mucho tiempo, su oso ya no parecía un enemigo.

Las paredes de la prisión habían enjaulado a su oso, lo habían vuelto salvaje, pero el apareamiento de Yoongi calmó todos los bordes irregulares de su alma Yoongi era la luz de su oscuridad, la pieza que faltaba de su corazón. Ahora lo entendía. Su compañero era un regalo, un tesoro que nunca dejaría ir y uno por el que lucharía por proteger.

Volvió a sacar los dientes, saciado por completo. Jungkook envolvió sus brazos alrededor de su pareja, respirando el aroma de Yoongi. Su propio olor se adheriría a la piel de Yoongi y combinado con su marca de compañero, cada cambiaformas y paranormal en las cercanías sabría que Yoongi le pertenecía.

—Tienes que completarlo, gatito. —Dijo Jungkook gentilmente.

—¿Cómo?

—Muérdeme de vuelta.

Yoongi dejó un pequeño mordisco en la curva de su hombro izquierdo, sellando el vínculo. Su oso se instaló dentro de él, triunfante y jubiloso.

Yoongi apoyó la cabeza en el pecho, la mano en el corazón.

—Mío. —Murmuró Jungkook.

—Sí, soy tuyo. —Asintió Yoongi, cerrando sus dedos sobre los de Jungkook.

—Para siempre.

—Te amo.

Aturdido por esas palabras, Jungkook se recuperó. —Yo también te amo, gatito.

Yoongi lo miró. —No es demasiado pronto para decirlo, ¿verdad?

Él sonrió. —Para nada.

Jungkook quiso decir cada palabra. Cuanto más tiempo pasaba con Yoongi, más seguro estaba de que este atrevido cambiaformas atigrado, con su columna vertebral de acero y coraje para rivalizar con la de un hombre oso Alfa, formaba la parte que faltaba de su corazón y alma.

—¿Qué va a pasar después de esto? —Yoongi susurró. —Mi clan me quería muerto porque ayudé a un forastero.

—Que se jodan. Te tocan, tratan conmigo. Mataré a quien te haga daño de nuevo.

—Oso posesivo. —Dijo Yoongi con obvia ternura. Decidió que mañana le diría a Jungkook sobre Taeyang y Baek. Además, había evitado la atención de Taeyang, por lo que era poco probable que el ejecutor hiciera algo imprudente o estúpido.

Su corazón se calentó. —Dos cabezas siempre son mejores que una, gatito. Eres mío ahora y no tengo intenciones de dejarte ir pronto. Nos ocuparemos de este clan tuyo, y luego, podremos concentrarnos en nuestro futuro.

—Nuestro futuro. —Yoongi se rió. —Realmente me gusta cómo suena eso. Cuando tropecé con tu patio trasero, pensé que estaba listo para morir, pero no lo estaba. Luché por vivir y finalmente entiendo por qué. Fue para conocerte.

* * * *

Yoongi se despertó esa mañana, completamente enredado con su enorme compañero hombre oso. Jungkook tenía un muslo sobre su cuerpo, y esos brazos duros como el acero lo envolvían en una posesión feroz. La marca de pareja en su cuello le dolía, recordándole el placer de anoche y el paso adelante que ambos dieron en su relación.

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