Por Amarte - Español

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Federico: ¿Por qué dijiste que tu cosecha se retrasó el año pasado?

X: Por culpa de mi capataz, me robó, mucho dinero y un carro mío, se estaba escapando y el carro se cayó a un barranco y no sobrevivió.
Su nombre era Diego Hernández.

Cristina miró al hombre en estado de shock. ¿Diego había hecho esto?

XX: No sabía que te robaba. Escuché que dijo que dejó embarazada a una niña, y que por eso se escapó, tenía miedo de su padre.

X: Pero sí que era un cobarde.

Cristina miró a Federico con lágrimas en los ojos, y él sintió su dolor en ese momento.
¿Cómo podía haberse equivocado con Diego? Ella tenía la esperanza de que si él no hubiera muerto, se arrepentiría de haber pedido un aborto y criarían a su hija juntos.
Era inevitable en ese momento no sentirse mal.

Cristina: Federico, será mejor que nos vayamos a casa. - Dijo con la voz ahogada. - María, ya está dormida.

Federico: vamos. - Ya sabiendo por qué quiere irse. - Lo siento mis amigos, pero tengo que irme ahora.

Se despidieron y se fueron a casa en silencio. Cristina no necesitaba decir nada para que Federico supiera que estaba herida por lo que le había hecho Diego. Como había dicho su amigo, Diego era un cobarde. Uno de los peores, ninguna mujer se lo merecía.
Estacionó el auto frente a la casa y salió rápidamente para abrirle la puerta a Cristina. Salió con su hija en brazos y entró en la casa. Frederico volvió a subir al coche para aparcarlo en el garaje.

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Cristina había puesto a dormir a su hija en su habitación, y ahora estaba en su habitación. Se duchó y se acercó a la ventana, todavía estaba en bata. Estaba pensando, cuando Federico llama a la puerta.

Federico: ¿puedo pasar?

Cristina: Sí. - Seguía mirando el cielo a través de la ventana. Estaba de espaldas a la puerta.

Federico: Vine a ver cómo estás.
- Acercándose a ella. - Sé que lo que escuchaste hoy te dolió.

Cristina: Sí. Aún no lo creo, él solo quería usarme. Podría haber dicho que asumiría la paternidad, pero no, se escapó. - Volteó a mirarlo - Sé que esto se acabó, y él ya está muerto, pero me preocupo por María, ella... - La interrumpió Federico.

Federico: Ella ya tiene un padre, que la quiere mucho y siempre será así.
- Decretado.

Cristina: Federico, no quiero que esto sea una obligación. - No quería que se sintiera obligado a nada.

Federico: Cristina, esto no es una obligación, la quiero mucho, es mi hija, ella y yo somos padre e hija.
Él le acarició los hombros.

Cristina: muchas gracias Y será. Siempre serás su padre.
- Él sonrió.

Federico: Cristina... perdon por hacerte esta pregunta... el ya esta muerto, pero... aun lo amas? ¿Todavía amas a Diego? - Él la miró con el corazón en la mano.

Cristina: No, no lo amo. Dejé de amarlo en el momento en que me pidió que abortara a mi hija. En ese momento ya no significó nada en mi vida. Si hoy estuve así fue porque me dolió saber que murió en ese accidente porque huía de su responsabilidad. Pero sé que ya no tengo que preocuparme por eso. - Ella lo miró, sus ojos brillaban. - Porque mi hija tiene un padre maravilloso, y no le faltará nada, y no hablo de cosas materiales, sino del amor, del cariño y estará presente en su vida. - Le acarició la cara.

Federico: Estoy muy feliz de que pienses eso de mí como su padre. Y sé una cosa más, no soy solo su padre, también soy tu esposo Cristina, tu hombre que está dispuesto a todo, para hacerte feliz y estar siempre a tu lado en las buenas y en las malas. - La abrazó.