Capitulo 4

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Realmente fue sencillo lo que hizo durante las dos semanas que estuvo viviendo como Qiu Niu y realmente no se rompió la cabeza creando algún plan complicado para sobrevivir. Aunque en su corta vida como Ernest había leído un sinfín de historias que contenían grandes planes que pudieron haberlo ayudado en un momento como este, era muy malo reteniendo cosas complejas y no tenía talento como aquellos protagonistas. No era alguien que planeara mucho con antelación, se dejaba llevar y conforme conocía su alrededor iba pensando en algo.

Se limitó a ser él mismo o al menos no perder su propia esencia en la mayor medida posible y adaptarse a su nuevo entorno, era claro que no podía seguir siendo el joven despreocupado del siglo XXI en un mundo donde casi cualquier cosa era una ofensa y sus habitantes eran poderosos dioses, monstruos y demonios, además de habitar el cuerpo de un venerable dragón.

Siguió conociendo a su nuevo yo, el dichoso Qiu Niu y sus alrededores, resultaba que estaba en un mundo de cultivo, sus habilidades y uso de la espada eran bastante pobres, aunque si algo agiles, al menos podía compararse con un humano inmortal o eso le dijeron sus ayudantes para consolarlo, aunque él realmente no se sentía afligido. Al parecer había abandonado el entrenamiento cuando era joven y decidió que quería dedicarse a la música, su núcleo de energía* era fuerte y con potencial para la batalla, pero al igual que la espada estaban estancados, al menos era muy hábil en la curación** pero eso era algo que no podría comprobar hasta darle uso.

Por otro lado, al ser una deidad de la música podía tocar cualquier instrumento perfectamente, cosa que le sorprendió bastante, aquello sobre "memoria muscular" se quedaba corto ante sus dedos que se movían prácticamente solos sobre las cuerdas. Como si cada nota estuviera esperando y se tocara o se dejara escuchar en el momento correcto. Te hacía sentir como si estuvieras cerca y a la vez lejos de tu lugar favorito, cálido y seguro.

De igual forma la etiqueta parecía ser algo que estaba bien arraigado a su nuevo cuerpo, tardó en notar que sin importar que estuviera haciendo lucia elegante.

—Aun si soy yo quien habita este cuerpo... es tan natural que da miedo. — Rio para consolarse un poco.

Simplemente había dejado de ser el joven universitario que encorvaba la espalda inconscientemente y que nunca aprendió a tocar algún instrumento, ni siquiera el violín que había comprado en su cumpleaños dieciséis por capricho y que tenía guardado en el fondo del ropero. Fue un golpe que lo dejó pensando mucho, quizás más del necesario.

A la semana de estar viviendo cómodamente en su nueva vida, prácticamente lo sabía todo o eso creía, sobre su yo y la isla, eso pasa cuando no tienes conexión a internet ni nada mejor que hacer y tu vida está en juego. Se había hecho el hábito de escribir todas las noches en una libreta que cargaba a todos lados.

Sabía que era una deidad que no contaba con muchos creyentes y su imagen se usaba para adornar instrumentos y puentes, pero era más común que se le adorara de forma incorrecta, al ser un dragón con escamas amarillas que brillaban como metales preciosos, pegando a lo dorado las personas solían confundirlo y creían que les traería prosperidad, nada más alejado que la realidad. Por otro lado, sus ayudantes le explicaron una y otra vez cuales eran sus deberes, pero al final seguía sin comprender como es que su persona influía en la inspiración o cumplimiento de algunas cosas, en fin, que era una deidad un tanto obsoleta.

Al menos por el dinero no tenía por qué preocuparse, al parecer a lo largo de los años había acumulado y ahorrado bastante de las limosnas y ofrendas que le dejaban en sus templos, tenía la suerte que el dueño original de aquel cuerpo no fuera una persona despilfarradora. Además, cada año recibía una clase de pensión por parte de sus dos padres, de los que obtenía y realizaba pequeños mandados.

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⏰ Última actualización: Feb 21, 2023 ⏰

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