【Piercing】

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    La música era fuerte y la luz poca, una exagerada cantidad de gente llenaba hasta el más mínimo espacio de aquel patio y los que preferían algo más de tranquilidad o simplemente tener algo más de privacidad ocupaban los sillones, sillas y cualquier cosa de la sala que pudiera usarse para sentarse. Entre toda la gente borracha y que estaba bailando a más no poder se encontraba Miguel, sosteniendo un vaso con su nombre y tratando de salir de aquella marea, en busca de un lugar para sentarse y no vomitar todo lo que consumió.

    Entre empujones, casi inexistentes pedidas de permiso y una que otra bebida tirada al piso por fin salió de la muchedumbre, apoyándose en un árbol cercano, para después sentarse en la hamaca que ahí había. Analizó su panorama, buscando algo o alguien interesante: Eli bailaba con Ivo y otro grupo de chicos. Nunca terminará de entender que es lo que le ven a aquella chica, no niega en ningún momento que sea atractiva, sería marica si no lo hiciera, pero fuera de su apariencia física, no le parecía interesante; muchos aseguraban que su atractivo no se limitaba solo a lo físico, sino que su personalidad era igual, pero Miguel no perdía el tiempo en esas tonterías ¿Para qué quería conocerla más? Si de pedo la soporta en clase, no debe ser tan genial como dicen, aun así no sería hipócrita y si tuviera la posibilidad de comérsela¹ en algún momento lo haría de nuevo.

    Movió su mirada hacia un costado y se topó con dos de sus amigos, Hermes y Agustín, que se encontraban bastantes entretenidos jugando algún juego de beber, no entendía de qué trataba, pero por las risas de ellos y los otros diez participantes, supuso que era divertido. Tal vez se una más tarde, por ahora trataría de encontrar algo más que hacer.

    Su mirada se pasó hacia el interior de la casa en busca de Herrera, no le vendría mal hablar un poco con él, desde la semana de exámenes que el menor tuvo, no se vieron mucho. Al no verlo a simple vista, se encogió de hombros, seguramente estaba ocupado con una chica o vomitando por ahí, no sería novedad. Suspiró aburrido, tal vez debería volver a casa y dormir, no es como que pudiera hacer mucho en aquella joda y si llegaba a tomar algo más le vomitaría a alguien, aunque no sería mala idea hacerlo sobre Raquel, esa chica en verdad le caía mal.

    Se limitó a levantarse de la hamaca pero tuvo que apoyarse en el árbol, hacerlo rápido no fue la mejor decisión de todas a decir verdad. Tras un par de segundos, se encaminó a la casa, viendo de reojo a Verónica, "— Genial ¿Esa chica siquiera disfruta de estas cosas? Siempre se queda sentada sin hacer nada", la diferencia fue que esta vez sí estaba haciendo algo y eso era abrirle un agujero a otra chica para ponerse un arito². Se limitó a acercase a paso lento y tembloroso, tratando de no caer y se paró al estar a una distancia prudente de ambas.

— ¡Gracias Vero! Quedó genial

— De nada, tené cuidado de no arrancarte el aro y no uses aritos tan pesados, al menos no hasta que cicatrice un poco

    Sin contestarle, la chica se fue y Vero guardó la perforadora³ en su estuche, no sin antes desinfectarla. Cuando su vista se fue al frente, en busca de asegurarse de que Eli e Ivo sigan vivos, se topó con la mirada de Miguel. Ella se limitó a hacer un movimiento de cabeza, expresando un: "— ¿Qué miras?" y la respuesta que recibió fue el acercamiento de su compañero, esto le extrañó ya que no suele charlar con Miguel, empecemos por el hecho que ni siquiera lo soporta y está muy segura de que ese sentimiento es mutuo. Rodó sus ojos y se acomodó en aquel sillón, tapándose un poco con algunas de las muchas camperas⁴ y buzos⁵ que había prometido cuidar.

— Quiero que me perfores la oreja —se limitó a decir el chico

— ¿Por qué? —preguntó.

— Porque sí —contestó, cruzando sus brazos— Así que perforame la oreja

𝚁𝚎𝚕𝚊𝚝𝚘𝚜 𝚂𝚊𝚋𝚘𝚛 𝙻𝚒𝚖𝚘𝚗Donde viven las historias. Descúbrelo ahora