Capítulo 28

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SOFÍA

No sé en que momento llegamos a la habitación, pero caí en cuenta de ello cuando la planta de mis pies tocó la suave alfombra que Eric tenía a los pies de la enorme cama.

Alce la viste encontrándome con las pupilas dilatadas de Eric, las cuales me miraban fijamente mientras sus pulgares hacían círculos sobre mi cadera.

–¿Sabes que no es necesario esto verdad? ¿Qué podemos esperar más tiempo? –habló con la voz más ronca–. No quiero que te sientas presionada.

Subí mis manos despacio, deslizándolas por su brazo, sintiendo como sus vellos me acariciaban la parte sentible de la palma.

–Lo sé, pero no hago esto porque me sienta obligada o algo parecido –susurré colocándome de puntillas mientras rodeaba su cuello–. Lo hago porque me siento segura en entregarte esto, en entregarme completamente a ti y ser tu mujer.

Un gruñido broto desde su pecho y el agarre de sus dedos se intensificó en mi cadera sobresaltándome ligeramente, pero lejos de asustarme podía sentir el deseo por el comenzando a instalarse en mi cuerpo.

–Tu olor–volvió a gruñir acercando su nariz a mi mejilla y olfatearme–. Me volveré adicto a tu olor.

Pegue mi pecho al suyo cerrando mis ojos y dejándome llevar por su cercanía, podía distinguir perfectamente el olor a loción de afeitar que usaba y me encantaba como olía. Una mezcla perfecta entre menta y bosque.

Sus brazos se cerraron en torno a mi cintura dejándome completamente pegada a él y su nariz hizo un recorrido desde mi mejilla, oreja, cabello y finalmente se instaló en mi cuello.

–Te deseo –dejó un beso mi piel erizándome–. Tanto –otro beso–. ¿estas completamente segura?

–Ajá –respondí antes de tomar su rostro en mis manos y alzarlo para pegar nuestros labios.

Inhalé hondo cuando junté nuestras bocas y me dejé albergar por todas las emociones que Eric lograba provocar. Abrí la boca gustosa para encontrar la suya, saboreé y mordí dejándome llevar completamente por el deseo que se había intensificado.

Enrede mis dedos lo más que pude en su corto cabello y tire de él mientras mordía su labio inferior mientras un nuevo gruñido salía de su boca. Rompimos el beso luego de eso y me quedó mirando por unos segundos que parecieron interminables, la intensidad con la que me veía solo logró acelerar mi ritmo cardiaco y mis respiraciones.

Mi pecho subía y bajaba con intensidad y lo hizo aun más cuando sentí los dedos de Eric enrollarse en el final de la camiseta.

–¿Puedo? –preguntó tirando ligeramente de la tela dándome a entender lo que quería.

–Sí–respondí con firmeza antes de tragar saliva.

Eleve mis brazos sobre mi cabeza dándole la iniciativa necesaria y no le tomo mucho tiempo para comenzar a subir la tela deslizándola fuera de mi cuerpo. Obviamente al llegar me despoje de toda mi ropa y me coloque solo su camiseta, por lo que mis pechos desnudos quedaron frente a él, mis pezones se endurecieron inmediatamente debido al cambio de temperatura y pude notar como Eric tragaba saliva mientras los veía fijamente.

–Eres tan hermosa –ronroneó acercando una de sus manos hacia uno de mis pechos, con la yema de sus dedos lo delineó acelerándome aún más la respiración y erizándome la piel–. Y tan suave.

–Tú también eres hermoso–sonreí inclinando levemente mi cabeza hacia un lado.

Soltó una pequeña risa y con ambas manos amaso mis pechos robándome un jadeo.

MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora