SOFÍA
Pestañeo varias veces intentando adaptarme a la luz, mi mente poco a poco sale de la nebulosa debido al sueño y rápidamente capto el cuerpo que se encuentra pegado a mi espalda. El calor que emana contra el mío, en como unos fuertes brazos tienen atrapada mi cintura y una pierna entrelazada con las mías.
Abro completamente mis ojos e instantáneamente los recuerdos de anoche llegan a mi memoria logrando acumular la sangre en mis mejillas.
Tuve mi primer orgasmo.
Y fue realmente maravilloso.
Ahora puedo entender a lo que se referían mis compañeras de universidad cuando contaban sus anécdotas. Sé que aún me falta mucho más por experimentar y estoy feliz de estar cediéndole eso a Eric.
Con Tomás jamás me sentí segura, sentía que el siempre quería tener el control sobre todo respecto a mí, por lo tanto, siempre que intentaba llegar a algo más colocaba excusas para zafarme de eso. El poco tiempo que estuvimos juntos, específicamente 6 meses, los cuales cinco fueron horribles, jamás deje que me tocara.
El provenía de una familia de buen estatus social, en cambio yo a duras penas llegaba a fin de mes. Al inicio todo fue maravilloso, se mostraba atento, cariñoso, todo un príncipe de cuentos.
Hasta que de un día a otro cambió.
Comenzó a controlar todo lo que hacía, no le gustaba verme con hombres, a pesar de que le explicaba que solo eran compañeros y nada más, nada lo convencía. Me esperaba fuera de la Universidad para llevarme a mi departamento y no sé iba hasta que entraba. Luego comenzaron los comentarios sobre irnos a vivir juntos, pero me negaba, las cosas no iban bien y si me iba con él sabía que solo aumentaría el control que tenía sobre mí en ese momento.
Finalmente termine accediendo, por simple agotamiento.
Su actitud se volvió totalmente controladora, quería saber que hacia en todo momento, con quien hablaba y con quien estaba. Sabía que estaba mal, que no era una relación sana, pero el día que idee terminar con todo me confeso lo que era, fue algo totalmente inesperado y sorpresivo, más cuando sus únicas palabras fueron "acostúmbrate, estaremos juntos siempre".
Seguí con el por miedo, a lo que pudiera hacerme, los alcances que tenía, todo.
Me maltrató psicológicamente muchas veces, físicamente igual, pero nada que dejara marcas. Eran siempre empujones o jalones de cabello, pero nunca había perdido el control como lo hizo el día de la gala.
No recuerdo exactamente como fue o que desato el hecho que me armara de valor un día y lo terminara, ni que él no hiciera comentarios al respecto y aceptara el termino de buena manera, aunque si ahora lo pienso y recuerdo esa noche, claramente no lo tomo bien.
A pesar de que tardo dos meses en volver a aparecer nuevamente en mi vida.
Mi mente rápidamente vuelve al presente cuando siento a Eric moverse tras mío, abrazándome con más fuerza y pegándose más a mi cuerpo.
Una sonrisa se forma en mis labios y acaricio su antebrazo con mi mano, recorro el cuarto en el estrecho campo de visión que tengo hasta dar con el reloj de la mesa de noche indicándome que son las 9 de la mañana.
Me muevo con cuidado, girándome aún entre sus brazos quedando frente a frente.
Su ceño relajado, sus pestañas cayendo sobre sus parpados y sus labios ligeramente entreabiertos. Se ve tan en paz, llevo mi mano hasta su mandíbula delineándola con mis dedos sintiendo el raspón de la barba que comienza a crecer.
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Mía
Loup-garouÉl no buscaba a su destinada o más bien, no quería encontrarla. Pero el Lobo de él no tiene intenciones de dejarla ir. Ella una humana común y corriente, que de casualidad llega a su empresa para realizar pasantías. ¿Cómo que lucha contra el víncu...