SOFÍA–¿Ordenamos postre? – escucho la voz de mi bello acompañante.
Termino de enrollar la última porción de pasta de mi plato y elevo la vista mientras me lo llevo a la boca encontrándome con su mirada fija en mí.
Asiento emocionada sin responder nada debido a que mis mejillas probablemente tienen aspecto de ardilla, pero no pueden culparme, la comida estaba deliciosa. Hace demasiado tiempo que no disfrutaba de algo así, debido a que siempre compro cosas no tan sofisticadas para poder mantenerme dentro de mi presupuesto.
–¿Quieres que compartamos algo o te crees capaz de comer uno tu solita?
–Creo que puedo una sola.
–Bueno, de no ser así, pedimos que lo envuelvan y puedes llevarlo a casa.
Dejo los cubiertos sobre el plato vacío y lo alejo un poco de mi cuerpo, tomo la copa con vino tomando un sorbo apreciando su sabor e impregnándome de su aroma. La mano de Eric se estira sobre la mesa y toma la mía, tal como ha hecho cada vez que tiene oportunidad. Creo que nunca había disfrutado tanto del contacto físico, como lo hago con él.
Con esos pequeños detales de agarrarme la mano, tocar mi pelo, besarme o incluso un simple roce de brazos.
El sonido de la puerta abierta, más unas ruedas arrastrándose llaman mi atención y volteo el cuello encontrándome con la figura del mesero ingresando junto a un carrito.
–¿Han terminado? ¿Ha sido de su agrado la comida?
–Sí, muchas gracias – responde Eric.
–Me alegro –responde el hombre comenzando a retirar la loza cuando llega a nuestro lado. – ¿Quisieran algo más?
–Quisiéramos ordenar un postre.
–Estupendo, ¿Algo en mente?
–¿Qué tienes que no traiga nueces? – pregunta mi pareja y una sonrisa se forma en mis labios al escucharlo.
–Depende sus gustos – responde antes de dirigir su mirada hacia donde me encuentro. –¿Qué sea comer?
Dirijo mis vista hacia Eric, el cual con una sola señal de ojos me indica que pida lo que quiera. Pienso por unos segundos en algo que no haya comido hace tiempo y finalmente sé lo quiero.
–¿Tienen brownies sin nueces?
–Sí, ¿Desea eso?
–Sí, por favor.
Asiente una vez antes de retirar los aderezos de la mesa dejándola vacía, solo con nuestras copas y la botella en ella.
–¿Le gustaría con una bola de helado encima? – vuelve a hablar quedando de pie con mas manos tras su espalda.
–Me encantaría – respondo con una sonrisa.
–Muy bien – se vuelve hacia Eric. – ¿Usted desea algo?
–No, gracias.
–Con su permiso.
Hace una especie de seña con la cabeza agachándola brevemente y comienza a caminar arrastrando el carrito. Sigo su camino con la mirada, pero el movimiento captado por el rabillo de mi ojo hace que voltee, viendo como Eric arrastra su silla hasta quedar a mi lado.
–Hola – sonríe mostrando su perfecta dentadura. – Estas muy lejos, queríamos estar más cerca.
Le devuelvo la sonrisa cuando una de sus manos se escabulle bajo mi silla, agarra con firmeza una de las patas y me arrastra aun más cerca de él logrando que nuestras piernas se rocen.
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Mía
Manusia SerigalaÉl no buscaba a su destinada o más bien, no quería encontrarla. Pero el Lobo de él no tiene intenciones de dejarla ir. Ella una humana común y corriente, que de casualidad llega a su empresa para realizar pasantías. ¿Cómo que lucha contra el víncu...