Capítulo 3: La Casa

7 2 0
                                    

   Cuando miramos hacia la aldea, el panorama era desolador.
    Las lámparas se encontraban apagadas, las casas con las ventanas y puertas abiertas parecían desiertas. El frío y la niebla pesada hacían difícil avanzar. Con la lámpara podía ver un poco hacia adelante a la altura de mi rostro, pero la niebla era tan densa que incluso el rostro de Elisa era imposible de ver para mí.
   La noche estaba callada. La extraña lluvia de fuego se había detenido. A lo lejos se oía el crujir de algunos árboles que aún ardían, pero no le dí importancia, ya que este frío haría que se apagaran pronto. Los pasos y nuestras respiraciones eran los únicos sonidos que podíamos escuchar. Sentí como Elisa estrujaba mi mano derecha con su pequeña mano. Sí. Yo también estaba asustada.

_No parece haber nadie_dijo Eve acercando su rostro a la lámpara.
_Tal vez se fueron en la noche, cuando comenzó todo.

    Tomé aire con fuerza. De repente una ventisca nos azotó, ahuyando y agitado nuestras capas. El viento fue tal que logró abrir y apagar la lámpara de aceite que llevaba en mi mano izquierda. Rayos.

Agarré como pude la lampara apagada debajo de mi brazo, en un intento de no soltar la mano de Elisa e intenté palpar inútilmente mis bolsillos buscando cerillas para encender la lámpara cuando sentí una sensación extraña. De repente me sentí angustiada. Miré en todas direcciones pero no podía ver absolutamente nada. Mi corazón latía con fuerza, dificultándome respirar . No había señal alguna de peligro pero aún así no podía calmarme. Sentía que algo se estaba acercando.

    El viento seguía arreciando contra nosotras. Preocupada por la sensación de peligro y desprotección, decidí que lo mejor sería refugiarnos en alguna casa cercana y esperar que se hiciera de día. Aunque algo me decía que hacía tiempo que debería haber amanecido.

   La ventisca no había terminado. Enganché la lámpara apagada al cinturón de mi vestido y tomé la mano de Eve. Sentí como Eve daba un respingo.
_¿Qué ha pasado?_ pregunté en voz baja.
_Tu mano..._dijo Eve con voz quebrada por el frío_ tu mano se siente congelada.

En efecto, no había pensado en ello. Intenté hacer un movimiento con mi mano izquierda. Los dedos se movían despacio, pero en la oscuridad, aún con mi mano frente a mí no podía ver mucho.
_Solo engánchate a mi brazo.

Luego de sentir el brazo cálido de Eve rodeando el mío, continuamos avanzando hacia la casa más cercana.
Una vez dentro, cerramos la puerta tras nosotras. Intenté de nuevo encontrar cerillas, siendo esta vez victoriosa. Unos minutos después la lámpara y la chimenea de la casa estaban encendidas y mis hermanitas se calentaban junto a ella.
_No entiendo por qué parece que nuestra casa ha sido la única atacada_ dijo Eve con las manos extendidas frente al fuego.
_Yo tampoco lo entiendo.._y añadí reflexionando desde el rincón alejado del fuego en que me encontraba_ Cuando te despertaste en la noche,¿ pudiste ver a alguien salir de su casa?
Mi hermana Eve pensó unos momentos y respondió.
_No. No pude ver a nadie abandonar la aldea. Hubiera sido realmente fácil notar si la gente se iba en hordas. Al principio pensé que todos estaban dormidos..pero las puertas y ventanas abiertas me hacen dudar de eso.

     Medité en ese pensamiento. Decidí que lo mejor era esperar a que la ventisca pasara y que la niebla se disipara un poco.
_Creo que pasaremos la noche aquí. Quédense cerca del fuego. Deberíamos descansar un poco mientras podamos.
_Ellen..¿te sientes bien? No has intentado acercarte al fuego..

     Las palabras de mi hermana me resultaron chocantes de momento.Me dí cuenta de que, a pesar de que me era difícil respirar, no podía decir que realmente tuviera frío. Pero de igual forma sentí que el calor del fuego era reconfortante. Aunque a medida que me acercaba al fuego, me di cuenta de que no notaba el aumento de temperatura.

He comesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora