Capítulo 7: El ascenso de las hermanas Duncan (Segunda Parte)

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Ambas me miraron con ojos curiosos. Proseguí.
_No puedes controlar lo que ocurre..pero sí puedes controlar cómo te sientes al respecto_ y de golpe cerré el libro en mis manos_ Si nos quedamos aquí pensado en que afuera es muy peligroso no llegaremos a ningún sitio. Lo que necesitamos para sobrevivir es..adaptarnos_dije mientras me ponía de pie_ Esperen aquí, tengo algo que hacer fuera.
Dejando a Eve con la palabra en la boca, salí de la casa cerrando la puerta tras de mí.

    Unos minutos después me encontraba desandando la aldea a pasos decididos. La mejor forma y más segura de avanzar era atravesando el bosque en algún transporte. Reflexioné un instante. No teníamos un auto en la aldea, pero teníamos la carreta del señor Houston. Rápidamente llegué a lo que antes era la granja del Sr. Houston, si es que puede decirsele granja a la casa llena de animales en todos los rincones, que a menudo escapaban por puertas o ventanas. A pesar de lo estrafalario de la pequeña granja improvisada, los animales siempre habían sido de gran calidad, así que varias veces al mes, el señor Houston bajaba a la ciudad en su carreta de caballos para llevar productos de su granja.
Me acerqué con cuidado. No se escuchaba nada alrededor. Entonces recordé que ya había pasado una vez por aquí. Resoplé. Si los animales no estaban vivos, no podíamos contar con los caballos para que tiraran de la carreta. "Mente fría" me dije a mí misma. Al menos teníamos la carreta.

  Suspiré cuando ví la carrera     frente a mí. Por suerte se mantenía aún en buenas condiciones. No era una carreta enorme de mercader ambulante, era más bien un carro mediano, techado, de madera dura. Le dí una vuelta intentando inspeccionarlo. Se encontraba en el establo. Las ruedas parecían funcionales. No tenía agujeros en el techo, aunque igualmente me pareció delicado para la nieve. Pero era lo que había. "Adaptarse" me repetí. La aldea era nuestra. Algo había que encontrar para mejorar este carro y moverlo.

     Una hora de búsqueda después, me sentía la niña afortunada en una cacería de huevos de Pascua. Por diferentes casas había encontrado un sinfín de cosas útiles. Desde herramientas, provisiones, grandes cajas, mantas..lo suficiente para que pudiéramos subsistir por un buen rato. Sonreí. Ahora era momento de reparar nuestra nueva carreta.

   Nunca fuí buena con la carpintería, pero nada como la necesidad para enseñarte a hacer bien las cosas. Luego de un par de horas y unos tres viajes rápidos a la casa para cerciorarme de que las niñas estaban bien, la carreta ahora se veía preparada para todo. Encontré grandes cortinas gruesas que usé para reforzar la cubierta, haciéndola más apropiada para la nieve y la lluvia. Sonreí ante el trabajo bien hecho. Entonces miré los clavos chuecos que mantenían el material en su lugar. Tal vez no tan bien hecho, pero era funcional igualmente. Dentro de la carreta varios edredones y almohadas estaban colocados, para que pudiéramos dormir dentro si era necesario. En la parte más alejada, varios cajones de madera con suministros y herramientas. En las cuatro esquinas del techo colgaban cuatro lámparas que había encontrado. La nuestra descansaba apagada en un rincón delantero.
_No está mal_dijo Eve detrás de mí, haciéndome saltar del susto.
_¡Sí! ¿Vamos a pasear en esto?_ preguntó Elisa emocionada subiéndose rápidamente en la carreta y acomodando a su conejito en uno de los cojines.
Reí. Bueno, ese era el espíritu.
_Se ve resistente_dijo Eve_ pero..¿cómo haremos para moverla?
Eve estaba en lo cierto. Necesitábamos algo para que tirara del vehículo. Pero yo ya tenía un plan.
_Recojamos todo lo que quede en casa. Porque nos vamos pronto hacia la ciudad.
Eve se notaba confusa cuando, aún envuelta en el edredón, volvió con nosotras a casa. Rápidamente empacamos todo lo que llevábamos. Al salir, no pude evitar mirar dentro una última vez. El fuego apagado, la casa en penumbra. Pensé un segundo en los cuerpos sin vida que dejábamos atrás. Tomé aire. Entonces salí.

     La claridad no había aumentado mucho cuando acomodamos nuestras pertenencias dentro de la carreta. Mi hermana Eve y yo intentamos moverla un poco hacia el exterior, ya que era la única forma de engancharla a algo que tirara de ella. No fue especialmente difícil, ya que no la sentí pesada. Mi hermana, por otro lado, se veía agotada intentando con todas sus fuerzas mover más rápido el carro. Elisa también ayudaba, empujando la carreta por detrás. Así logramos sacarla unos metros fuera del establo.
_Añade fuerza sobrehumana a tu lista de nuevos poderes_ me dijo Eve jadeando_ Y ahora, ¿cuál es el plan, jefa?
Tomé aire.
_Entren a la carreta y quédense en silencio.
Mis hermanas se miraron entre sí, pero no rechistaron.

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