Carta No. 1

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El Gran Comedor era un completo desastre; exactamente igual que todos los días.

Las lechuzas empezaron a llegar, dejandole regalos a algunos alumnos de parte de sus madres, cartas de parte de familiares o de cosas que realmente no le importaban. Lo unico que le importaba en ese momento eran los chocolates que su madre había prometido enviarle ese día.

Pero la lechuza de su madre jamás llego. Lo unico que logro ver fue una lechuza negra, grande y elegante frente a el, con una carta amarrada en su pata, esperando a ser leida.

Draco, con algo de desagrado al no saber de quien se trataba, tomo lentamente la carta y le dio algo de comida al animal para que se apresurara a irse.

Mientras el rubio guardaba la carta en su bolsillo, su amigo de piel negra lo miraba con una ceja levantada, casi aguantando las ganas de preguntarle de que era la carta, esperando que la leyera de una vez. Pero Draco no estaba de buen humor ese día, y hacerlo hablar no sería del todo bueno.

Unos minutos después, la lechuza de su madre llego con lo esperado. Chocolates, unos cuantos galeones para su proxima salida a Hogsmeade, y una carta recordandole que lo amaba y esas cosas que, aunque la amara igual, realmente no quería leer en ese momento.

Vio como Blaise levanto una manzana para metersela a la boca justo cuando el trio de oro se estaba preparando para levantarse, así que, disimuladamente, movio a Blaise para que este se levantara.

Potter siempre se sentaba enfrente de el, era como una maldición. Fuera donde fuera, siempre había una excusa para que Potter se sentara justo frente a el en el Gran Comedor, haciendo que fuera muy facil el verlo.

—¿Ya te quieres levantar? — preguntó Blaise algo desanimado, viendo su comida. —Si, — el rubio miro como Potter ayudaba a la sangre sucia a levantar algunas cosas y empujo un poco más a su amigo. —Apresurate.

Otros chicos de Ravenclaw y Gryffindor se estaban levantando igual, así que no fue obvio el movimiento que había hecho, sabía que esos tres chicos no pensarían mucho en eso tampoco.

—Miren quienes están aqui. Tonto Potter y su grupito de tontos, — bromeo, ganandose una mirada muy molesta de parte de Granger, un giro de ojos de parte de Potter y un suspiro aburrido de Wealsey.

Pareció que Potter iba a responder, pero para su desgracia, el Weasley lo tomo del brazo y lo alejo del lugar evitando una pelea.

Que decepcionante. 

Era estupido, no debía molestarse por la falta de atención del niño de oro, pero no podía evitarlo. Antes había intentado ser amable con el, cosa que claramente no funcionó. Y ahora, que había logrado ganarse su atención siendo todo lo opuesto a lo que quería ser, ya no funcionaba tampoco.

No lo soportaba, le gustaba tener una respuesta por parte del moreno de lentes, pero ese año, por alguna razón no se había defendido de ninguna manera. Y ahora ya no tenía forma de hacerlo tener su atención, ya no había forma de que lo mirara. 

Ahora solo lo ignoraba, y aunque hiciera lo más estupido del mundo con tal de tener su atención, simplemente parecia un fantasma ante sus ojos. . . o bueno, un fantasma que no se podía ver, antisocial y que se esconde más que cualquiera de los fantasmas del lugar.

Blaise le toco el hombro para que empezaran a caminar a la Sala Común, no había caso en pelearse más en ese momento. Potter no contestaría, y lo unico que conseguirían los dos (aunque Blaise no hiciera nada) sería un castigo.

Al llegar, Blaise decidió sacar algunas hojas de su trabajo de Transformaciones y empezar su tarea, tal vez así la podría terminar y dormir un rato.

Era molesto que McGonagall, siendo su tercer día de clases, ya hubiera dejado un ensayo para recordar todo lo que habían visto el año anterior. 

Cartas Anónimas |Drarry| EN EDICIÓNDonde viven las historias. Descúbrelo ahora