❄️Capítulo 35❄️

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El tiempo pareció demasiado lento en aquel momento.

Candy era alejada de la pelea mientras se mantenía absorta, desorientada mirando la mancha roja de cabello rojo que alguna vez fue llamado Noah. ¿Quién era ahora? Podría ser quién sea. No tenía rostro. Y todavía era golpeado sin control.

Las manos que la alejaban del lugar, la sujetaban con fuerza. Cómo si supiera que, de no ser así, caería derrumbada al abismo.

Noah. ¿Por qué nadie lo ayudaba? Quería gritar y pedir ayuda. Pero no tenía voz. Le faltaba el aire.

Sin embargo, mientras terminaba de salir de la cafetería, alcanzó ver a un grupo de profesores llegar corriendo y arremeterse entre la pelea, separando al chico agresor del chico desfigurado.

Fue allí cuando pudo respirar, soltando una gran bocanada de aire.

—¿Estás bien? —preguntó la persona que la había ayudado a huir del desastre. Candy la miró. Era Elizabeth.

—Creo que sí—susurró.

—Mierda, ha sido una locura allá abajo —dijo llegando hasta las escaleras para el siguiente piso. Subió hasta la mitad y se sentó en el pasillo desolado. Luego sacó un cigarrillo.

—¿Es marihuana? —preguntó Candy, subiendo hasta el escalón debajo de ella y se recostó de la pared.

—Ah, sí. Necesito relajarme. ¿Quieres una calada? —exhaló.

—No —respondió con dureza. No podía evitar pensar en el cinismo de Elizabeth cada vez que hacía lo mismo que juzgaba.

Sin embargo, la chica no se inmutó por el rigor de Candy. Siguió fumando mirando a la distancia, perdida en sus pensamientos.

—¿Qué tan cercana eres a Noah? —preguntó de pronto, como si lo hubiese estado pensando mucho y hasta ahora se daba cuenta de que Candy estaba allí para responder su duda.

—Sólo lo conozco de lejos —respondió la pequeña. No tenía intención de mentir. Consideraba que aquello de verdad era así.

—No puedes conocerlo sólo de lejos. El chico ha recibido la paliza de su vida por defenderte. ¿Qué significa?

—No lo sé —frunció el ceño—. ¿Tú lo conoces?

Elizabeth permaneció mirando a la distancia. Tenía las piernas cruzadas y un codo recostado de la rodilla con delicadeza.

—Lo conozco desde que entré. Es una sensación ese estúpido pelirrojo. Siempre tiene algo para hablar de él. Un día es el mejor jugador de ajedrez de la universidad, y un día se suicida su amiga. Otro día le roba la droga al traficante de la universidad y lo toma como saco de boxeo, y luego otro día está siendo él, el saco de boxeo. Nunca para. Está en todo.

Hermosa Pesadilla [Completa ✔]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora