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Aburrida de esperar a Blaine en su auto tomé la decisión de ir por él y averiguar porque tarda tanto.
Con pasos seguros ingresé a Dalton Academy, sabiendo que llamaría la atención desde el primer segundo.
Una chica en una escuela exclusivamente para chicos no es algo que se ve todos los días.
Menos si eres la exnovia del capitán de los Warblers.
Ya sabía a donde ir, pero bullicio y unas voces conocidas me confirmaron el lugar.
Y no me esperaba ver lo que estaba presenciando.
¿Que hacía Blaine con ese uniforme?
—Si me hubieras dicho que a lo que venías era a cantar con ellos y no por nuestro trofeo, te hubiera dicho que no a acompañarte —me hice notar una vez que terminaron de cantar y bailar.
El pelinegro me vio ligeramente asustado.
Creo que no pensó que me atrevería a venir hasta acá.
—¿Y tú eres?
Un rubio se acercó a mi, a simple vista se mira que era un prepotente arrogante de primera.
—Una de las personas a la que le robaste su trofeo.
El rió de manera hipócrita.
No lo soporto. Ni siquiera Sebastián era tan fastidioso cuando nos conocimos.
—¡Ah!, la chica Warbler.
—No me llames así —murmuré con los dientes apretados.
—Hunter Claringtong —intentó presentarse—. Líder de los Warblers.
Sorprendida dirigí mi mirada a Sebastian.
Una mala idea, pues el ya me estaba viendo y yo no estaba lista para volverlo a ver.
¿Por qué no esperé a Blaine en el auto?
—Veo que van de mal en peor —sonreí después de romper el contacto visual—. ¿Donde está nuestro trofeo?
—No te preocupes, chica Warbler. Ya le dije a Blaine que está en un lugar seguro.
Blaine regresó en sus cables y se quitó el blazer, para después hacer un amago de regresarselo a sus dueños.
—Quédatela —habló por primera vez Sebastian desde que llegué—. Es tuya.
¿Está mal haber extrañado su voz?
Blaine suspiró levemente y me hizo un ademán para irnos.
—Oye —nos detuvo el nuevo capitán—. Realmente creo que es tiempo de que regreses a donde perteneces, Blaine Warbler.
No se atrevió a decirlo.
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