02. Ruidos extraños.

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—3 noches. ¡3 noches sin dormir bien!— Exclamó Lindsay, desesperada.

—Ya, ya, tal vez hay un ratón en tu casa.— Respondió Michelle.

—No lo sé... Siempre es a las 3 de la mañana cuando escucho esos ruidos. Y es más horrible aún porque estoy sola, siempre me despierto por el susto.

—¿Y no le has contado a Mía?

—Aún no, porque al principio también pensé que sería algo insignificante como el aire o lo que sea, pero ahora estoy más preocupada...

—Entonces quizá deberías intentar poner una trampa de ratones esta noche, quién sabe, capaz y atrapas algo.

—Podría ser...— Respondió Lindsay con una mueca, y al escuchar la chicharra que indicaba que una nueva clase daría inicio, dió por terminada la conversación.

[...]

—Muy bien...— Lindsay sacó la trampa de ratones de su mochila. —Aquí estamos. Ah, necesitaré un trozo de queso.— Buscó en el refrigerador/heladera, cortó un pequeño pedazo con un cuchillo y lo colocó en la trampa.—Esta noche veré quién rayos eres.—

Dicho esto, dió un bostezo y subió a su habitación. Se lavó los dientes y se metió en su cama con su pijama ya puesta, y se dispuso a dormir.
Una vez más, la noche iba tranquila hasta que llegó la madrugada, más específicamente alrededor de la misma hora de siempre: las tres de la mañana.
Lindsay escuchó un pequeño golpe en la cocina que la hizo despertar, como de costumbre, pero intentó tranquilizarse.

—Debe ser el ratón.— Se dijo a sí misma, volviendo a cerrar sus ojos. Seguido de esto, también escuchó algunos rasguños.

"Normal, debe ser ratón caminando con sus garritas" pensó, esforzándose por no abrir los ojos de nuevo.

Hasta que ...

«TRASK»

Lindsay abrió sus ojos de golpe.

—¿Qué mierda fue eso?— Dijo, mientras su corazón latía a mil por hora. —Eso no lo pudo haber hecho un ratón— Susurró, temerosa.
Después de ese gran ruido, comenzó a escuchar algunos ruidos más pequeños, era como si hubieran tirado algo de la alacena y ahora trataran de recogerlo o algo así.

Lindsay tomó aire, y pensó por unos segundos: ¿Debería ir a ver? Pensando por el lado positivo, tal vez no era un ratón si no un gato, y pensando por el lado negativo, tal vez era algún ladrón que quería robar alguno de sus muebles.
¿Qué sería más peligroso? ¿Quedarse sin hacer nada arriesgándose a qué esa persona subiera y le hiciera daño, o bajar y tratar de ahuyentarlo para que se vaya antes de causar algún mal? Lindsay no estaba segura, pero de lo que sí estaba segura era de que no podía pasar una noche más viviendo con esa duda.

Más temblorosa que nunca, la chica tomó la lámpara de mano que tenía en su mesita de noche y se levantó, siendo lo más silenciosa posible. Con muchos nervios, abrió la puerta de su habitación y bajó sus escaleras sin hacer ruido, y sin encender la linterna aún, solo guiándose con su sentido de tacto. Finalmente, cuando sintió que había bajado todos los escalones, encendió la lámpara apuntando hacia la cocina, y palideció completamente al ver a una persona con sudadera blanca y pantalones negros estar parada y de espaldas en medio de muchas latas regadas por el suelo.

El miedo que sintió fue tanto que se sintió paralizada, no pudo gritar, solo sentir un gran escalofrío que le recorrió todo el cuerpo, pero ese estado no duró mucho una vez que el chico se giró, dejando ver una horrenda sonrisa.

—¡AAHH!— Gritó despavorida, y lo primero que hizo fue correr cuesta arriba, sintiendo pasos detrás de ella. —¡Mierda, vete, vete!— Gritaba, mientras trataba de llegar a su habitación para encerrarse y protegerse.

—¡Tú te irás a dormir!— Habló aquél chico, con una voz áspera y horrible, sonaba como un enfermo.

Lindsay logró su cometido, cerró la puerta con seguro y rápidamente pensó en qué podía hacer, a lo que recordó que en un cajón tenía una navaja que usaba para trabajos de la escuela, así que corrió por ella y la tomó entre sus manos, tal vez no serviría mucho, pero era mejor que no tener nada.
El chico tocaba la puerta con fuerza, aterrando cada vez más a la joven, así que lo único que hizo fue esconderse debajo de su cama, rogando mentalmente por no ser asesinada esa misma noche.

Un par de minutos después, Lindsay vió cómo la cerradura de la puerta de su habitación fue forzada y el tipo pudo entrar con facilidad, quedándose quieto y confundido unos segundos al no ver a la chica ahí. Lindsay mordió su labio para no gritar, ni llorar, y apretó con fuerza su navaja, sintiendo la adrenalina corriendo por su cuerpo.
El chico comenzó a caminar lentamente por la habitación, primero revisó detrás de la puerta, dentro del armario, en su cesto de ropa sucia... No, Lindsay no estaba por ninguna parte. El sospechoso en cuestión puso una mano en su mentón y pensó, "¿Dónde pudo haberse escondido?" Hasta que recordó una parte, un lugar donde no había buscado. Él rió levemente, y tratando de disfrutar ese momento al máximo, bajó una de sus piernas lentamente, arrodillándose. Soltó otra pequeña risa, y con su mano, levantó levemente la sábana que se arrastraba, y bajó su cabeza para poder fijar su mirada debajo de la cama, sintiéndose aún más confundido al no ver a nadie.
Con lo que él no contaba, es que la chica al notar que él se estaba arrodillando, rápidamente se arrastró hacia el otro lado de la cama, saliendo de ahí y apuñalándolo por la espalda.

—¡AAGH!— Se quejó, mientras Lindsay corrió a encender la luz de su habitación.
El chico, con una mano intentó quitarse la navaja del hombro, y con la otra, tomó su cuchillo e intentó atacar a la joven, con ira. Pero Lindsay fue rápida y se movió, poniéndose detrás de él otra vez, haciendo que el atacante dejara su cuchillo atascado en la pared de madera. La chica aprovechó este descuido para tomar un bat que tenía ahí guardado y golpear al chico en la cabeza, viendo cómo caía al suelo, sin responder.

—..Oh Dios— Susurró, asustada de lo que había hecho.

Recuerden comentar, eso me motiva a seguir escribiendo esta historia. :)

«D A R K»  Jeff The Killer.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora