Me asomo de nuevo a la ventana, hoy resuena la lluvia por todas partes.
Sé qué aún es pronto, pero aún así me quedo ahí, escuchando música y esperando.
Dos, tres, cuatro canciones... La quinta no me gusta y cuando miro al móvil para cambiarla, una dulce luz dorada me hace alzar la vista: Mi espera ha llegado a su fin.
La arena dorada rodea mi cuarto una vez más y me dirijo a mi cama.
Esta vez, la arena se transforma en un hombre con el pelo negro y algo largo.
- Así que hoy has decidido mostrarte? Bonito gesto- Le digo sonriendo. Morfeo sonríe , pensé que nunca vería sonreír al dios de los sueños, qué preciosa sonrisa...
- Quería volver a verte, pero me parecía injusto que no me vieras tú a mi como es debido...- Me dice mientras se sienta a mi lado en la cama y me acaricia el pelo- ¿ Cómo te encuentras esta lluviosa noche?
Le cuento sobre mis pensamientos, sobre mis tonterías, a su lado siento que puedo contarle hasta mis sueños, si no los sabe ya...
-... No sé , Morfeo... Siento que me complico a veces sola las cosas y no dejo de pensarlas una y otra vez y... - Morfeo me pone el dedo índice en la boca para que haga silencio y me sonrojo.
- Tranquila, para eso vengo, pequeña, necesitas dormir- Me da un leve toquecito en la nariz que desprende un poco de su dorada arena y me empiezo a quedar dormida en sus piernas mientras me acaricia el pelo- Duerme, mi pequeña soñadora, yo volveré cada noche para que puedas descansar y así poner en orden todo lo que piensas... No voy a dejarte sola.
