dos; parpadea dos veces si estás atrapada en un pseudo-culto.

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RACHEL.

—Le dicen el Lago de los Deseos—el viaje se ha prolongado con normalidad, sin más extraños saltos en el tiempo, escucho atentamente a Rodrigo, quién por fin ha cedido a mi insistencia por saber más acerca de Norkville—, se dice que si logras agradarle al mounstro del algo, te concederá un deseo.

—¿Como un mounstro del algo Ness pero que no es una tabla de madera? Suena genial.

El Lago de los Deseos es un gigantesco cuerpo de agua visible entre imponentes robles gruesos con oscuras hojas verdes tapizando el suelo con una alfombra natural y coloreada por tenues rayos de luz, posiblemente excremento de animales y humedad. La luz del sol que cae por el horizonte se plasma sobre la superficie, alumbrando la obra de arte natural con tonos blanquecinos que se degradan hasta sumergirse en un azul que refleja al cielo parcialmente nublado.

—¿Cómo es Norkville?—Indago, un poco impaciente por una respuesta concreta.

—Imagina cualquier otro pueblo pequeño y añade gente aún más insoportable que no puede vivir un solo día sin alabar hasta las hojas del árbol que orino un venado—refunfuña el viejo con una mirada irritada, me río en voz baja, finalmente decidiendo dejar que Rodrigo descanse de mis renovadas insistencias.

—Se oye cómo un buen lugar...—Suelto suavemente, mente divaga entre ideas, saltando de una a otra sin importar si el tren de pensamientos no puede encarrilarse de forma natural con el siguiente tema—... ¿En Norkville hay venados? Los venados son geniales.

—Si, son bonitos cuándo no están metiendo sus narices en tu casa y dándote un infarto a medio bosque.

Rodrigo parece encajar en el arqueotipo ideal de anciano divorciado del buen vivir, hallando un por qué en cada comentario y logrando voltear cada cosa a su peor lado. Entrañable, supongo.

Siento el hambre de haber comido poco éstos días alcanzarme, suspiro por la incomodidad, reteniendo cualquier señal que indique mi estado considerablemente deplorable. Lo último que quiero es que lleguemos a Norkville y tenga que vivir como alguien sin hogar... De nuevo, igualmente, hay pros y contras en decirlo; podrían darme comida y agua, cosa que, para hacer hincapié, es altamente solicitada en mi sistema en este justo momento.

Eh, ahora que lo pienso, ¿Hace cuánto exactamente que no ingiero nada?

Mi plan para Norkville es simple, tengo el ánimo y las capacidades para ser un trabajador apto en algunas cosas; sé cocinar, limpiar, cuidar niños y animales, también se de botánica y entiendo los conceptos básicos de medicina, sin embargo tampoco estoy rebozando confianza. Tendré que sustentarme a mi misma y a mis necesidades sobre todo, dedicarme completamente al trabajo y dejar ir la idea de completar mis estudios.

Y aquí vamos de nuevo, en un ciclo de sufrimiento nuevo y que se siente interminable.

Si Rodrigo noto cómo decayo mi humor tuvo la decencia de no decir nada, le agradecí por eso, no quiero explicar porqué estaba sola en un terminal de autobuses.

Mi vida era considerablemente normal hace tres semanas. Era una fatídica noche calurosa cuándo Gwen toco mi puerta...

—¡Hemos llegado a nuestro destino!—Anuncia Rodrigo, mas entusiasmado que frustrado antes de añadir otro amargo comentario—Maldita sea, mi espalda no soportará otro viaje así—dijo llevando sus manos hasta su espalda baja y echándose hacia atrás, sus viejos huesos emitieron un crudo sonido de alivio.

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⏰ Última actualización: Aug 30, 2022 ⏰

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 Crónicas de la Sepulturera; Bienvenidos a Norkville.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora