CAPÍTULO 1

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COFF

Faltaba poco para que por fin me graduara de la escuela media cuando mi mamá quiso que tuviéramos una plática de madre a hijo.
Eso, en un principio, fue algo aterrador. No me imaginaba de lo que esa "platica" fuera a tratar. Sin embargo, mamá era psicóloga, así que no sería malo lo que sea que me fuera a decir. Eso porque mamá considera que no hay que darle traumas a los jóvenes. No estoy seguro de que entendiera ese concepto, ya que casi todos los días hace algo que me trauma y que nunca podré borrar de mi mente.
Como sea, creo que mamá creía que ya no era un joven, porque claramente me dejo un trauma. Y muy grande.
Sinceramente, lo que dijo no era algo que yo quisiera saber en esos momentos.
Todo comenzó porque mamá creía que yo era algo antisocial. Creo que esa palabra no me definía. En realidad, creo que era más bien tímido. Me costaba hablar con la gente hasta después de cierto tiempo, y aun así me costaba demasiado hablar con ellos.
Mamá no me creyó.
Pero era muy difícil ser social, o al menos como mamá creía que ser socios debía ser. Y además el nivel que, según mamá, debía alcanzar en ser social era muy difícil tomando en cuenta que tengo un par de hermanos menores de los que mamá está muy orgullosa, Tyne, mi hermana menor, y Roost, mi hermano mediano. Si mamá quería que fuera tan social como mis hermanos, estaba pidiendo demasiado. Tyne era el tipo de personas que le hablaba a todo, literalmente: a mi perro, a los perros de los vecinos, al perro callejero, a los perros muertos y a las personas que, según ella, parecen perros. También habla demasiado con cualquier planta que se le atraviesa, todo por culpa de mi madre. ¿Por qué? Porque un día mi abuela, quien es fanática de la naturaleza y de las plantas, un día me regaló una planta. Lamentablemente después de una semana esta murió. Yo le decía que no sabía la causa de su muerte y que la alimentaba a diario, lo cual era mentira, siempre me olvidaba de alimentarla. Entonces a mamá se le ocurrió decirme que la razón fue que no hablaba con la planta, y esta necesitaba que conversara con ella para que siguiera viva.
Por otro lado, Roost, en lo que cabe ser normal, si era social, o algo así. Roost, aunque era de las personas que le ocasiona problemas a todos, siempre estaba rodeado de mucha gente. Él hablaba con todos, desde niños que estaban en jardín de niños hasta jóvenes que estaban en la escuela media o, a veces, con gente que ya estaba en la universidad. Quería ser así, pero no podía.
Aunque, vamos, al menos le hablo a la gente.
De hecho hablar con la gente influyó en que no fuera tan social. Cuando estaba en el jardín de niños, tenía un gran grupo de amigos, eran tres hermanos (dos niñas y un niño), una niña y otros dos niños. Éramos súper mejores amigos y siempre decíamos que duraríamos para siempre. Sin embargo esas palabras quedaron flotando en el aire después de la graduación de jardín de niños.
Después de la graduación nos separamos por completo. No nos dirigíamos ni una sola palabra. ¿Cómo nos dimos cuenta? Bueno, resulta que, como nuestras mamás si eran amigos, unos meses después de la graduación nos juntamos en un lugar donde vendían pizza. Ese lugar se supone que debíamos estar todos los "amigos" sentados en una mesa, pero por alguna razón todos nos sentamos en una mesa individual cada uno. Estábamos demasiado distanciados, de hecho no nos íbamos a despedir de no ser porque nuestras mamás nos obligaron.
Muchos dirían que no es razón suficiente, pero eso no fue lo único que influyó en mi problema de ser antisocial.
Cuando entré a la escuela elemental, aunque debo admitir que me costó mucho...mucho...mucho tiempo, logré tener algunos amigos. Eran, según creía, muy buenos amigos. En los descansos de la escuela siempre hablábamos, nos ayudábamos en materias que no entendíamos e incluso a veces íbamos a la casa de otro las hacer desastre, para divertirnos o para hacer proyectos. Siempre que en la escuela nos pedían hacer un trabajo en equipo nosotros nos juntábamos, nada nos separaba. Pero entonces descubrí que cuando alguien no estaba en el "grupito" o había faltado, los demás hablaban mal de aquella persona. Desde entonces me costó mucho hacer amigos. Me costaba mucho darle mi confianza a personas que no sabía si la merecían o no.
Mamá dijo que tengo un problema de confianza y que no sabía a qué se debía. Tenía razón, me cuesta mucho tener confianza en mí mismo. Pero lo que no entendía era como mi madre osaba preguntar eso. Una de las principales razones de mi falta de confianza obviamente era mi casa. Sacaba una calificación perfecta y mis padres decían que era mi deber y que seguramente se me dio ayuda. Y cuando tenía una calificación no tan perfecta decían que era un inútil y que deshonraba a la familia. Lo cual, obviamente, no era posible. La familia ya estaba muy deshonrada para poder hacerlo más.
Cuando mamá terminó de darme un muy largo discurso acerca de la confianza y como hacerla más fuerte sacó un libro que había comprado acerca de la adolescencia. Lamentablemente compró el equivocado y cuando esta se dio cuenta parecía que había asesinado a alguien por la expresión que hizo, después lanzó el libro y se tapó la boca con las manos. Resulta que había comprado el libro para la adolescencia ¡en las mujeres! Así que me comencé a aterrar por la menstruación, los cólicos, el crecimiento de la cadera y noté que algo estaba mal cuando decía que el busto crecería. Fue una gran suerte y a la vez no que haya sido el libro equivocado, porque no quería pasar a través de todo eso, pero fue mala suerte porque me quedó un trauma. En realidad, no necesitaba saber eso.
Así fue como mamá me arruinó la mente.
Poco después, aprovechando su profesión en psicología, mamá decidió crear su propio libro de la adolescencia, en hombres, a base de varias investigaciones. Al parecer ya no quería más errores. Y menos como el que había cometido la otra vez.
Quería que rechazaran su libro para que no lo lograra publicar. Lamentablemente un sábado por la mañana el timbre sonó y bajé, pero mamá me ganó el paso y abrió la puerta. Era el cartero. Traía un paquete para Gloreen Nets, lo que quería decir que era para mamá. Principalmente no sabía que era el paquete, pero cuando mamá lo abrió, una sonrisa se formó en su cara y me dijo que me subiera a mi habitación, que la arreglara y que tomará una ducha, supe de inmediato que su libro había llegado.
Cuando terminé lo que mamá me pidió me senté en una silla de mi habitación. A los pocos minutos mamá llegó y abrió su libro. Tenía al menos unas seiscientas páginas, no sé de donde habrá sacado tanta información. Solo esperaba que no estuviera tan explícito como el libro que compro acerca de la adolescencia en las mujeres.
Tuve que escuchar un muy largo discurso acerca de no ser tan apegado a las chicas, ya que pronto podría terminar embarazando a alguien o algo así.
-¡Mamá!-gritaba cuando decía cosas de ese tipo. No sé porque me decía esto, apenas iba a salir de la escuela media.
Me quedé dormido a medio discurso y mamá me dijo que no me preocupara, ya que al día siguiente seguiríamos.
-Pero, mañana es lunes y vamos a la escuela-dije mientras me terminaba un bocado de la cena que mamá me obligó a comer antes de que me quedara dormido por completo.
-¿Te la pasas todo el día en la escuela? No, ¿verdad? Así que habrá tiempo de seguir charlando-dijo mamá algo sarcástica mientras lavaba su traste.
-¿Te la pasas todo el día en casa? No, ¿verdad? Así que creo que no habrá tiempo para la charla de hoy-dije imitando la voz de mamá y haciendo énfasis en la palabra "no".
Claramente fue un gran error.
Aunque varias veces mamá y papá empiezan a jugar conmigo o con mis hermanos, ellos no soportan que sigamos con el juego. Lo consideran una "falta de respeto", lo cual no creía correcto porque solo estábamos jugando. Sin embargo creo que esa vez mamá no estaba jugando.
Al ver las miradas atacantes y feroces de mamá y papá me terminé la cena de un solo bocado y me dirigí al fregadero para lavar mi plato y mis utensilios.
La cena había estado muy rica. Era un pedazo de carne, arroz y varias verduras pequeñas. Las últimas no me gusta comérmelas, pero de lo contrario sé que tendría consecuencias.
Terminé de lavar los trastes y me dirigí enseguida a las escaleras, o, al menos ahí me dirigía hasta que mamá me interceptó.
-Por lo que acabas de hacer tendrás consecuencias. Así que, ahora, sube a tu habitación-dijo mamá mientas apuntaba hacia las escaleras.
Al principio iba a hacer lo que ella dijo, pero después, no sé porque, sentí la necesidad de responder algo. Ese era un pequeño problema que yo tenía.
-Ahí era a donde iba-dije con un tono de voz sabio.
-No me importa, y no quiero que salgas-dijo mamá elevando la voz.
Esta ya se estaba girando para regresar a la mesa y continuar comiendo pero entonces...
-¿A dónde saldría? Ya es noche y estoy muerto de sueño-dije como si estuviera hablando con un retrasado. En este caso, con una retrasada.
Mamá enseguida se volteó y comenzó a mirarme con ira. Creí que diría algo más o que me iría peor, así que decidí subir rápidamente las escaleras para entrar a mi habitación. A mi sana y salva habitación.
En realidad, le mentí a mamá cuando dije que tenía mucho sueño. No podía dormirme, me acomodaba en diferentes posiciones pero nada funcionaba. Así qué hice lo que siempre hacia cuando estaba acostado en la cama sin hacer nada: volteaba a ver hacia arriba y hacia notas mentales. Al día siguiente sólo faltarían un mes para graduarse de la escuela media y por fin entrar a la escuela media. No podía creer lo rápido que pasaba el tiempo. Sin embargo había algo que siempre me atacaba en mis pensamientos.
Estoy sólo.
No hablo de soledad al no tener a una chica a mi lado, hablo de no tener a nadie con quien compartir todo lo que pienso, mis éxitos, mis penas y otras cosas. Cuando pensaba en eso, me daba cuanta que probablemente mi mamá tenía razón. Necesitaba amigos. Tal vez sería fácil conseguirlos, ya que yo era yo, y era lo mejor que le había pasado al mundo. Yo soy perfecto, me decía siempre.
Sin embargo pronto descubrí que no era cierto. Y para eso tuvo que haber un giro inesperado que cambió todo mi modo de parecer, toda mi forma de pensar y como veía las cosas.
Eso me enojaba y me entristecía.
¿Por qué te tiene que pasar algo para poder cambiar? La gente siempre sigue con su estilo de vida y no le importa si afecta a otras personas y si se está afectando a sí mismo, pero aprende que debía cambiar hasta que le ocurre algo a esa persona o a alguien cercano, y, en mi opinión, no debería pasar eso para que alguien decida cambiar.
Otra cosa que me afectaba mucho era que muchas personas crecen con la idea de una vida fácil y fantástica, cuando, lamentablemente para ellos, esa vida no existe. Sí, hay grandes momentos que son excelentes y que vale la pena recordar, pero no toda la vida es así. Y, en parte, eso es malo porque cuando esa gente crece así, piensa que toda la vida será alegre y fácil, sin embargo habrá un momento en que todo se derrumbe y no serán capaz de manejarlo porque para ellos el sufrimiento, la tristeza, la dificultad y el cansancio nunca existieron.
Yo nunca hubiera apreciado eso de no ser por el giro que tuve. Ese giro inesperado que llegó de la nada.
Pero para lograr encontrar mi giro inesperado pasaron un par de cosas antes, y sólo hay una forma de contar esa historia.
Con mis incoherentes metáforas y sus abundantes palabras.


Inesperada CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora