CAPÍTULO 3

53 0 0
                                    

COFF

¡Wow!
Es lo único que puedo pensar mientras veo a esa chica.
Pongo mi mochila junto a mi asiento mientas, lo mas disimuladamente que puedo, le echo un vistazo a esa chica. Su cabello es tan rubio que podría a llegar a ser blanco, pero no lo es. Este cae por sus hombros y esta ondulado, y en este trae una diadema colocada. Tiene puesta una blusa abotonada de color blanca y sobre este trae un suéter de manga larga color rojo, también porta una falta negra que le llega justo a la rodilla. Usa unas largas calcetas y unas zapatillas. Su rostro es muy lindo, tiene unos cachetes poco grandes, unos ojos que parece que están echas de agua manantiales por lo azul que son, unas muy largas pestañas y unos labios algo pequeños y muy rojos, tomando en cuenta que no trae labial. No puedo creer que noté todo esto con un simple vistazo, algo me dice que me tardé algo más de lo que debía, así que me giro y veo a un grupo de personas hablando.
Al ver a ese grupo de amigos lo único que puedo pensar es ¿me habrán visto viendo a esa chica? No lo se y, siendo sincero, no me importa. En realidad, no estoy siendo tan sincero, porque si ellos me vieron viéndola, lo mas probable es que ella también lo haya hecho. Así que si, si me preocupa un poco. O mucho. No se, pero de que me preocupa me preocupa. Sin embargo pronto una sonrisa aparece en mi rostro al descubrir que una bombilla estaba justo encima de mi cabeza. La sonrisa no duró mucho.
-Chico, ¿estás bien?-preguntan algunas de las personas que me ayudan a levantarme. No tardo en darme cuenta que todos pertenecen al grupo que estaba observando.
Resulta que la bombilla sobre mi cabeza fue algo literal, ya que este estaba mal colocado en el techo del salón y cayó sobre mí, lo que logró que quedara inconsciente por unos segundos. No fue mucho el tiempo que paso cuando comencé a recuperar el conocimiento, y cuando esto pasa todos se alejan de mi y regresan a sus asuntos. ¡Vaya personas con las que convivo!
En fin, me acerco al grupito de personas que se volvió a formar cuando pude mantenerme por mi cuenta. Estos enseguida dejan de hablar, lo cual me extraña, pero no me importa, y me comienzan a mirar muy desconcertados. Tal vez no me esperaban, pero ahí estaba. Si, su regalo de Navidad había llegado antes. Quizás esperaban menos y han recibido mucho mas, me han recibido a mi. Es entonces cuando decido hablar.
-¡Hola! ¿Qué hay de nuevo?-preguntó tratando de soñar algo rudo. Creo que no logré lo que esperaba.
-Hola-saluda una chica del grupo de cabello muy oscuro con mucho desánimo.-¿Estas bien de la garganta?
-No, tal vez es mexicano-corrige la chica morena que esta tenía al lado; me doy cuenta que tiene un parecido con Nicky Minaj.
-¡O cubano!-sugiere emocionado el chico que tengo al lado derecho, quien tiene un rato acento.
-Entiende que nadie mas es de Cuba como tu, Sifrgert-dice la chica del cabello oscuro.
Al parecer no logré lo que quería. En lugar de tener una voz ruda, todos pensaban que estaba haciendo un acento raro o que tenía algo en la garganta. Todos en el grupo seguían discutiendo mientras yo sólo trataba de girar, lo menos notoriamente posible, mi cabeza para lograr ver a esa hermosa chica.
-Hay que dejar de pelar y pregúntale al chico-propone el chico que está a mi lado izquierdo. Sólo son cuatro en el grupo.-¿De que nacionalidad eres?
-Soy completamente americano-respondo sin tratar de soñar rudo esta vez.
-Si, tenía algo en la garganta, ¡lo sabía!-celebra la chica de cabello oscuro.
-Fue pura suerte, Gerendi-responde la chica que se parece a Nicky Minaj.
-¡Que aguafiestas, Marilia!-le espeta Gernedi a la tal Marilia.
El timbre suena, lo cual significa dos cosas, no logré mi objetivo de parecer rudo para sorprender a la chica y las clases van a comenzar.
Me coloco en mi asiento sacando mi libreta de química y mi libro junto con un bolígrafo para ya estar listo para la clase. Aunque, ahora que lo pienso mejor, no creo que sea necesario nada de esto. Si acaso puedo sacar pañuelos para prestárselos a la profesora y, probablemente, obtener puntos extra. De hecho, me pasé viendo todo el fin de semana los programas de Oprah para lograr saber decirle algunas palabras a la profesora, así quizás también me suba puntos.
A lo lejos se comienza a escuchar a alguien sonándose la nariz. Se de inmediato que es nuestra querida y dramática profesora de química. Sin embargo también estoy notando otra cosa, noto algo diferente. La chica que esta mañana ha llamado mi atención está sentada justo a mi lado. No es que me moleste, ni mucho menos, pero a principio de año se nos había dicho que los lugares serían permanentes y en todo el año ella no había estado donde ahora esta, así que eso me resulta un tanto extraño. Comienzo a titubear, no se si voltear mi cabeza hacia mi lado derecho para lograr ver a la gema que está justo al lado de mi primitiva cueva o quedarme bajo mi roca a esperar los fríos vientos de invierno.
La profesora entra al barco con un mar cubriendo su rostro y en ese hay un par de goteras por la que se desprende una gran mancha negra. Eso solo significaba algo, el tiburón volvió a tomar parte de los peces de la madre. Si, el novio le quito dinero a la profesora. No es mi culpa no ser tan normal, al menos soy guapo. Decidí que tenía que subir a escenario y atreverme a cantar todo lo que saliera.
-Hola-comienzo y la chica se inmuta y se paraliza mientras esta está leyendo-, ¿porqué me estas siguiendo?
¡¿Es en serio Coff Gredimlus Nets?! De todo lo que pude decir, ¿eso fue lo que salió de mi asquerosa boca? No sirves para nada. Bueno, tan siquiera tengo un buen atractivo, gran cuerpo y un cerebro asombroso. Pero de nada sirve tener eso si no pude usarlo adecuadamente hace sólo y al momentos.
Algo mas está pasando mientras me adentro en mis pensamientos; algo que es muy raro que pase, en especial con la profesora de química. Ella está dando clase. ¿Porqué está pasando esto? Eso no es algo normal. Oh, no lo había pensado, tal vez es un indicio de que la Tierra esta apunto de llegar a su fin.
En efecto, algo así estaba pasando, pero no era del mundo, era de todo el salón. La maestra está evaluando a cada uno de los alumnos. Hace pasar a cada uno al pizarrón de enfrente a resolver una ecuación química. ¡¿Qué demonios le pasa a esta maestra?! No nos ha enseñado nada a lo largo del año y ¿quiere que resolvamos una ecuación química? ¡Está loca! Ni siquiera se que es una maldita ecuación química. ¡Oh, no! Voy a reprobar el química y mis padres me van a colgar. No literalmente, no se asusten. No creo que sean capaz de eso. Bueno, tal vez... No es momento de pensar en eso. Debo sacar mi libro para estudiar rápido y mi libreta para revisar mis apuntes. ¡Claro! No tengo ninguno de los dos porque nunca tuvimos clase, así que no hay apuntes, y por lo mismo no me traje el libro. ¿Qué voy a hacer?
A lo lejos logro escuchar que la maestra llama a la chica que está junto a mi. Me siento mal por ella, desearía tener conocimiento para poder dárselo y que esta pudiera pasar la materia, así quedaría como el héroe, ella me amaría, nos casaríamos y tendríamos mini-Coffs y mini... No se su nombre. De hecho, ahora que lo pienso no se nada de ella. Estoy en una posición tan baja que dudo que todo lo que he imaginado, en caso de tener conocimiento, se vuelva realidad algún día.
La chica vuelve a su asiento con una gran sonrisa victoriosa plasmada en su rostro. ¿Qué? No entiendo la gran sonrisa en su rostro... Miro hacia el pizarrón y veo que ha resultó bien la ecuación. ¿Bien? ¡Excelente! Nadie lo había logrado y ella fue la primera, y probablemente la única. La volteo a ver despistadamente y, afortunadamente, logro volver a poner mis ojos donde estaban antes de que esta volteara, que era lo que estaba apunto de hacer. La profesora comienza a echar humo cuando ve la ecuación perfecta de la chica, al parecer no se lo esperaba. ¡Buena esa, chica de la que lo tengo idea como se llama!
Mi felicidad y celebración no dura mucho, la maestra llama mi nombre y se que se acerca mi perdición. El par de esferas que están sobre mi rostro pierden color y se tornan blancas, el motor que me da la vida comienza a acelerar a mil por hora y el mar se comienza a desbordar y me empapa por completo. Estoy haciendo el ridículo frente al salón, parece que hay una tormenta afuera y que salí a mojarme. Y voy a hacer mas el ridícula cuando obtenga mal la ecuación. Este día cada vez se pone peor. La profesora me cede el gis cuando estoy cara a cara contra mi adversario, debo resolverlo. Mi rival me mira con esa piel verde y con su maquillaje blanco, es muy temeroso, en especial lo que se llega a formar con esa capa blanca adjunta. ¿Ganaré la batalla? Obviamente no, pero debo intentarlo. Ya sabes lo que dicen, no intentes que fluya. No, decía otra cosa. Si lo intentas fluirá, si ese era, espera no... Ay, luego lo sabré. Lo importante ahora es que sujeto el lápiz labial blanco de mi contrincante y comienzo a rayar sobre este mientras el mar que tengo sobre mi cae a cantaros. Cierro los ojos y los puños con tanta fuerza que temo destrozar el gis o hacerle un agujero al pizarrón, mi adversario.
Abro los ojos, apreciando frente a mi una ecuación en la cual, si yo fuera el profesor, tendría una muy buena calificación. Solo hay un pequeño, diminuto y minucioso detalle: yo no soy la maldita profesora. Así que supongo que hoy será el día en que morirá un gran hombre-un joven adolescente, en realidad-, un guerrero, un inolvidable humano, un químico-no importa que reprobé la materia, se que sería un gran químico de no ser porque terminaré colgado hoy-, la persona mas perfecta de esta Tierra, el más guapo de éste milenio, la persona por quien...
-Felicitaciones, señor Nets, ha aprobado con una muy buena calificación mi materia. Sorpresivamente, pero lo logró. Sólo que a la otra asegúrese de poner un procedimiento, ya que otras personas podrían creer que lo hizo al azar-me sugirió la profesora de química.
Mis ojos se están abriendo tanto que temo que se salgan de su lugar y termine estando ciego. Si de por si ya había quedado sordo, ya que no creo que haya sacado una buena calificación en una materia que no se de que rayos se trata, no iba a arriesgarme a quedar ciego también. En fin, lo único en lo que puedo pensar es que podré vivir un día más, que gran golpe de suerte.
¡Bien hecho, Coff! Me felicito.
Fue sólo un golpe de suerte, de seguro lo hiciste al azar, me contradigo.
Lo importante es que lo logré, no hay que ser tan malo y negativo, regaño a mi otro yo. ¿Porqué estoy hablando conmigo mismo? Me pregunto, tratando de no contradecirme, siento que estoy loco o algo así. Tal vez lo esté; espero que no.
Porque no tienes amigos, me respondo a mi mismo con una risa malévola.
Vacío la papelera de pensamientos para no tener que seguir hablando conmigo mismo y correr el riesgo de volverme loco. Comienzo a guardar mis útiles en mi lapicera y esta la guardo en mi mochila. La evaluación ha durado mucho y solo faltan un par de minutos para el recreo. Me pregunto si los demás maestros estuvieron de acuerdo con que la profesora de química haya tomado sus horas para hacer su evaluación. Reviso mi mochila y checo que si haya traído mi lonche, que, por suerte, esta ahí guardado en mi mochila. Como ya cada vez falta menos para el recreo, saco mi sándwich de pollo, que está envuelto en una servilleta, y mi jugo de naranja y tomo mi mochila para estar listo para salir. Para cuando volteo me llevo una gran sorpresa al ver que la chica que se sienta a mi lado esta mirándome. ¡Oh por dios! ¡Me está mirando! ¿Qué hago? ¿Qué debo hacer? Debido que lo que debo hacer es tranquilizarme y dejar que todo fluya a su ritmo. Oh, así era el dicho. Bueno, sólo lo cambié un poco.
-No debiste tener la ecuación correcta-dice la chica algo fríamente.
No es la platica que esperaba, pero bueno, algo es algo. Además, ¡su voz es hermosa! Por dentro doy pequeños saltos de alegría al saber que esta chica se ha dignado a hablarme. A lo único a lo que no se ha dignado hacer, es en voltear a verme. Tal vez sea una diva, debo agregar eso a la lista que he estado haciendo. Hice una lista para ver porque no nos llevábamos bien y, ahora que la veo bien, somos muy diferentes.

Diferencias de la chica sin nombre y yo.

Ella: Rubia, piel pálida, linda, lista y diva.
Yo: Castaño, piel aperlada, súper sexy, no tan listo y...

Bueno, yo no soy divo, así que hay da ahí llega la lista. Somos muy diferentes, tal vez por eso no nos llevamos bien. Pero haré lo que sea por cambiar eso.
-¿Porqué no?-le pregunto algo confundido.
¡No lo puedo creer! Le he hablado a la chica y, según veo, ella está apunto de respóndeme.
-Porque no anotaste procedimiento, y se nota muy rápido que lo hiciste sin pensar y que tu respuesta fue a aleatoria, por lo tanto debió tomarse como incorrecta, ya que ni siquiera conoces la raíz de tu propia respuesta. Eso define que yo tengo razón, eso gracias a que...-me explica la chica muy alargada y aburridamente hasta que tomo el valor de interrumpirla.
-Pedí, una explicación, no un monólogo, pero esta bien, puede que tengas razón-le doy la razón a la chica. Ella la merece. Pero al parecer no se esperaba que yo le considera la vencida tan rápido.
-Lo se-responde con aires de suficiencia-, además no creo que sepas siquiera que es un monólogo.
Esta chica es difícil, no se rinde tan fácilmente. Pero está bien, debo complacerla.
-¡Claro que se! Un monólogo es un...un...un...-vamos Coff, tu puedes, es demasiado sencillo.
¿A quien engaño? No se nada de nada. La chica suelta una corta risa burlona y saca su lonche.
-Ni siquiera sabes pensar-dice y, antes de que logre responder, esta vuelve a hablar.-Mira...¡piensa rápido!
Al principio me sorprendí, pero después vi la manzana en el aire y que iba directo a mi cara. Mi hermoso rostro corría peligro. ¡No! Debo hacer algo al respecto. La amenaza ase acerca lentamente a territorio sagrado mientras trato de pensar en algo. Pensar. Eso es, la chica dijo piensa rápido. Lamentablemente, olvidé que pensar rápido consiste en pensar rápido; muy rápido.
-¡Ay!-gritó adolorado mientras cubro mi sexy rostro con mis manos. Temo que este haya quedado tan arruinado que no quiero que nadie lo vea.
La chica sale del salón para dirigirse a comer su lonche a la cafetería con una enorme sonrisa victoriosa impresa en su cara. Sabía que sería una chica difícil, pero no tan difícil.
Puedo estar sin ella, puedo hablar con muchas otras personas, me reconforto dándole un gran mordisco al sándwich de pollo.
Si, contigo mismo, ¡idiota! Reprimo desde el fondo y estoy apunto de contradecir, pero me for cuenta que es verdad.
¡Soy un completo idiota! ¿Qué me pasa? Es la única chica que ha logrado cautivarme y que es genial, inteligente, linda y astuta a la vez. Estoy casi cien por ciento seguro de que estoy sintiendo algo grande por ella, lo cual es bueno, ya que me había comenzado a asustar por el hecho de que no me había gustado ninguna chica en tantos años y dudaba de mi mismo. Así, que sentir esto, me produce un gran alivio.
Camino lentamente sobre el camino marcado por las arenas del desierto que me rodea, nadie a mi alrededor, nada de compañía. Por fin entro a la cafetería y me siento en una de las mesas que, por suerte, está vacía. Le di el último mordisco antes de arrugar la servilleta en el que este antes estaba envuelto y tirarla al bote de basura que estaba al lado de la mesa en la que estoy sentado. Aún no suena el timbre para dirigirme al salón de mi siguiente clase, así que comienzo a pasearme por los pasillos del plantel. Cuando paso por un pasillo-por cuarta vez-, escucho a alguien toser apropósito para llamar mi atención.
Era la chica que se había sentado al lado mío y me lanzó una manzana grande a mi bellísimo rostro. Traía un libro algo grueso y esta usaba su dedo como apartado para no perder la última página que había leído.
-Hola, sólo quería disculparme por lo que pasó hace poco, creo que fui algo inmadura-se disculpa la rubia. No para nada y, si, solo un poco, quiero decir con sarcasmo pero se que no es de lo más oportuno en estos momentos.-Soy Shay Walls-se presenta y vuelve a dirigir sus ojos al libro al libro que había estado leyendo antes de hablarme.
-¿Walls? ¿Como la par...?-comienzo a preguntar para tratar de iniciar un tema de conversación.
-¿Qué estás haciendo?-pregunta la chica muy confundida.
-Sólo trato de conversar para...-comienzo a decir pero la chica vuelve a interrumpirme.
-Sólo me disculpé para sentirme bien conmigo misma. Ahora, si me disculpas, quiero seguir leyendo-dice la rubia con un tono de voz que no le había escuchado.
-Esta bien, pero...
-¡Silencio!
-¿No quieres que...?
-¡Basta! Quiero terminar el libro hoy-dice muy desesperada la chica.
Entonces, estando algo desanimado, me voy y sigo recorriendo los pasillos esperando a que el timbre suene. Creo que no falta mucho antes de que lo haga, pero por mientras sigo caminando sin algún punto en especifico. Comienzo a sentirme mal, pero después descubro que es sólo bel comienzo y, si sigo intentando igual o mas de lo que hice hoy, podré lograr hacer que esa chica sienta algo por mi.
Esa asombrosa chica.
Shay Walls.

Inesperada CoincidenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora