4

43 7 3
                                    

De manera atenta México miraba a Rusia, viendolo bien, Rusia era un hombre muy guapo, alto y corpulento, tenía el cabello rubio ceniza, unos precioso ojos violetas; parecía un dios griego. Inmediatamente cayó en cuenta de lo que estaba pensando, seguro que el alcohol ya se le había subido a la cabeza.

Mientras tanto Rusia no se encontraba mejor, el veía al latino frente suyo de una manera tan penetrante y con un ligero brillo en sus ojos, México siempre le pareció alguien atractivo, el cuál, literalmente traería cacheteando las banquetas a cualquier representante; su cabello castaño y algo ondulado peinado siempre hacia atrás, sus pizpiretos ojitos color dorado. No era alto pero tampoco bajito, de buen físico... Y sus labios... Uff sus labios se veían exquisitos... ¿Qué se sentiría probarlos? ¿A qué sabrán?, su razón estaba nublada, no quería cometer una locura hacia su enamorado, México era la combinación de sexi y ternura.

Era perfecto.

Inconscientemente y sin importarles el entorno en dónde se encontraban se fueron acercando poco a poco, sus respiraciones se combinaban y a medida que se juntaban se sentían calientes, sus corazones se aceleraban... Pero un golpe a la realidad los detuvo en sí cuando estaban cara a cara, rozando sus narices, chocaron con sus frentes torpemente. Ambos se incorporaron rápidamente en sus aciertos.

—A-ammm y-yo...— tartamudeaba sin saber cómo reaccionaria su contrario.
—A-ah... Uff que calor hace aquí— México con un leve rubor se abanico con su propia camisa.
—Oh si, es cierto.
—Creo que es mejor que me vaya— se paró con delicadeza de su asiento, acto que el ruso imitó zarandeandose un poco al primer paso.
—Te acompaño— dijo mientras le tomaba del brazo suavemente.

Ambos fueron caminando hasta la salida quedándose en la banqueta mientras sentían el aire fresco de la madrugada y admirando las hermosas luces de la ciudad.

—Fue agradable pasar la noche contigo— se sincero el de escudo de aguila hacia su amigo— gracias Rusia...
—No tienes que agradecer nada— volteo su mirada algo ruborizado aún con el recuerdo tan fresco de hace unos momentos— la verdad que también me gustó.
—Espero volver a verte más seguido.
—Igual...

Hubieran seguido hablando de no ser que un taxi se orillo a la banqueta, México se acercó pero Rusia se detuvo.

—¿Seguro que vas solo?— lo miro preocupado.
—Si te refieres al hecho de que anteriormente estábamos hasta la madre, no te preocupes puedo llegar solo.
—En ese caso...

El más alto se acercó al taxi y abrió la puerta del copiloto ayudándole a sentarse , una vez ya acomodado cerró la misma, mientras pagaba al taxista.

—Llévalo a dónde él le indique por favor.
—No se preocupe joven.
—Rusia...

Apenas arrancando el vehículo México logro sacar su mano de tal manera que lo alcanzó a pescar de su saco, esté algo exaltado se volteo con rapidez.

—Gracias—
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
"С удовольствием"

.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.

Pasaron unos 20 minutos de recorrido hasta finalmente llegar a su destino, bajando del taxi con cuidado, caminando torpemente se dirigió a la puerta de la casa y con las llaves que siempre tenía (llaves que le fueron proporcionadas por la americana, claro) y cerró con cuidado, sabiendo dónde se encontraría la chica.

Dio 3 golpes suaves a la puerta antes de hablar.

—¿Puedo pasar?— pidió con voz delicada esperando una respuesta.
—Te dije que te quedarías afuera.— escucho del otro lado.
—¿Es encerio?— interrogó nuevamente— Estoy cansado por favor, déjame entrar.

No escucho nada del otro lado, pero estaba decidido a hacerlo.

—No pediré perdón si es lo que esperas, porque no tengo porque hacerlo...— inhalo y exhaló con cansancio —pero quiero hablar... Tenemos que hablar y es importante.

No tardando mucho escucho como el seguro de la puerta era retirado y cuando la abrió, lo primero que vio fue a la fémina sentada sobre la cama de brazos cruzados con un rostro serio.

—Ya era hora de que llegarás...
—Si...— con cuidado se sentó en la otra esquina del mueble. —Ame... ¿Sabes cuánto tiempo llevamos juntos?
—Mmm... Si, ya llevamos mucho tiempo. —la rubia lo miro extrañada por la pregunta— ¿A qué viene eso?
—Desde que te conozco siempre has Sido un símbolo de admiración para mí...— tomo aire— conozco todas tus facetas, tus debilidades y fortalezas... Yo te he amado siempre.
—No entiendo... ¿Por qué me dices todo esto?
—Esto ya no está funcionando...

.
.
.

—¿Es una broma cierto?
—Te haré una pregunta y contesta con sinceridad...— sintió un nudo formarse en su garganta.

.
.
.
.
.

"¿Me amas?"
.
.
.
.
.
.

¡Of course I love you!— se aventó a sus brazos exaltada.
—No pareciera...
I love you so much... No puedes hacerme esto.— seguía aferrada a él— Nadie te amara como yo lo hago.
—Por favor basta...— no quería verla así— ya no me siento cómodo contigo.
—¡Puedo cambiar!— las lágrimas corrían por sus mejillas.
—Me has dicho eso tantas veces... No quiero que hagamos más promesas que no podremos cumplir.

La tomo con mucha delicadeza del rostro, se veía tan frágil.

—No hagamos esto más difícil.
—¿Qué?...
—Hace tiempo que no siento lo mismo por tí.
—¿Te gusta alguien más?
—No lo sé... No sé si es atracción o algo más.— trago saliva— no estoy seguro de ello.
—Ya veo ¿Puedo saber quién es?
—No creo que sea lo correcto.
—Entiendo...
—Supongo que es todo.
—¿Te vas?
—Si, ya no tengo nada que hacer aquí... Tal vez luego venga por mis cosas.

La miro por última vez y se acercó dejando un dulce beso en su frente y finalmente salió de la habitación. Cuando ya se encontraba a unos pasos de la salida, la escucho... Un llanto desgarrador fue lo que lo dejo paralizado y así no pudo evitarlo más, un sollozo se escapó de sus labios y las lágrimas no se hicieron esperar.

Lo hecho, hecho estaba y no había vuelta atrás. Era lo mejor para él, para ella y para todos.

Se marchó de ahí.

¿QUIÉN COMO TÚ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora