Ojos

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La tarde entra por la gran entrada de madera del museo de la ciudad, donde ahora se encuentran.

Marc de nuevo siente que puede darle un beso a Steven. Es que tiene esos ojos marrones que miran expectantes a una exhibición nueva, sobre el antiguo Egipto por supuesto, tan vivos y curiosos, que asombrarían a cualquiera por su calidez; porque son tan expresivos y... bueno, los de Marc amenazan aún cuando se mantiene sereno. Y lo mejor es que hay veces en las que solo lo miran a él y nada más parece existir para éstos.

El caso es que, aunque sean los mismos ojos, son inmensamente diferentes a los de Marc. Y eso hace que un sentimiento compulsivo se acrecente en su corazón y estómago.

–¡Mira, Marc! Eso es de lo que te estaba hablando esta mañana.– aunque la situación parezca la causa, en realidad no es la ocasión para eso. No quiere interrumpir a Steven en éste, su momento.

Si bien la opinión de la gente puede importarle menos, no es lo mismo para Steven, quien sigue un poco consternado por tener apariencias similares, casi como gemelos. ¿Por qué? Marc no sabe, sin embargo se deja llevar por la idea de que el cariño de Steven por él no es como el que tendría por un familiar. Quizás lo querría como algo más...

Y mientras la tarde pasa y llega la noche acompañada de la Luna brillante, Marc de nuevo siente esas ganas de besar a Steven. Caminan por la acera, casi llegando a su departamento. Steven hablando de algo que le gusta; Marc viendo esa pasión por sus ojos resplandecientes. En serio quiere darle ese beso.

En lo que Steven habla, Marc aprovecha que se detienen frente a la puerta del edificio para, de nuevo, sostener su cabeza y darle un casto beso en uno de sus párpados, mientras siente como el cuerpo contrario se tensa un poco. Internamente agradece al Dios que se dejó llevar con los ojos de Steven, porque lo cautivan a diario y claro, le dice al mismo Steven en mil palabras dentro de su mente lo mucho que le fascinan.

No quiere apresurarse esta vez y mucho menos brusco. Steven merece algo mejor que un beso burdo ahora que Marc sabe que sus ojos en realidad sí son el espejo de su alma… extrañamente. Se toma su tiempo en besar el derecho y luego el izquierdo, siente como Steven ha dejado de respirar y tiembla.

Luego lo deja ir, abriendo con su propia tarjeta la entrada. Antes de que ésta se cierre, la sostiene para que Steven pueda pasar. Lo ve con sus manos sobre sus ojos, sin tallarlos, solo con sus dedos en sus párpados levemente acariciándolos.

Marc se fuerza para no sonreír, no quiere que la esperanza de la adoración que hay en los suaves movimientos de Steven marquen algo que, tal vez, les sea difícil de sobrellevar a ambos, aún más para Steven. Y aún así, otra vez, se deja fantasear con la idea de que eso ocurrirá en un futuro porque el sentimiento es correspondido.

Suspira por su pensamiento, y cree que Steven lo malinterpreta como cansancio cuando agita la cabeza y pasa a su lado disculpándose, mirándole a ratos de soslayo en lo que suben por el elevador.

Es turno de Marc de hablar, aunque no sepa muy bien de qué pues, al parecer, a Steven se le han ido las palabras de la garganta.

Luego todo vuelve a la normalidad, o al menos así parece. Con Steven hablando de todo y de nada, Marc cree que su espíritu creció con ese beso.

(...)

Si si si ya se que no debí subir esto y menos cuando no ha pasado ni un día desde el anterior, pero me hacía mucha ilusión éste en específico.

No estoy acostumbrado a escribir así... muy básico y sin expresión casi casi, pero así es la vida y me duele la cabeza y quiero vomitar.

Cómo sea, espero y el siguiente sea mucho mejor, le voy a dar una leída antes de publicarlo claro que sí.

See you, then!

Lo final de esas ridículas listas [MarcSteven]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora