Capítulo 2.

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Luna:

Tomé una gran bocanada de aire y entre a la pastelería, al ingresar no me sorprendí para nada ya que anteriormente había venido con mis padres y hermanos, inmediatamente la recepcionista me recibió con una sonrisa amable.

—Buenos días señorita, aún no hemos abierto ¿Busca o desea algo?

—Ah.. si, si, soy Luna Moretti —sonreí nerviosa—, vengo para hacer la pasantía de ayudante del chef pastelero.

—¿Usted es la señorita Moretti? —asenti—, perfecto, sígame por aquí por favor, la llevaremos al segundo piso donde están las cocinas, faltaba usted nada más para empezar las pruebas.

Volví a tomar aire y subí con ella hasta el segundo piso de la repostería, sin dudas este lugar era bastante grande, subimos las escaleras y caminamos hasta la cocina donde habían más de veinte personas esperando para hacer las pruebas. Ahora sí estaba más que nerviosa.

La recepcionista me indicó dónde sentarme y así lo hice, con cautela observé a todos en el lugar, todos Lucían bastante seguros de si mismos y profesionales.. y ¿Yo? Yo solo hice cursos por dos años, no tenía nada experiencia, ahora estaba dudando de mi misma en este momento.

Pasó una hora de espera bastante tediosa, se podía cortar con una tijera el ambiente bastante incómodo, algunos Lucían ya nerviosos y otros asustados.

De pronto se escucharon unos pasos y mire a la dirección de dónde venían, de las escaleras subió Él, lucía bastante serio e imponente, con un porte seguro de si mismo y en su mirada había frialdad pura, Cedrik Koch, uno de los mejores Chef pasteleros de Estados Unidos, un hombre bastante intimidante, con esos ojos azules, barbilla definida, cabello corto y bien peinado, barba perfectamente rasurada y se notaban las venas que sobresalían de su cuello, llevaba un suéter color azul marino arremangado hasta los codos y Jeans color gris y zapatos casuales, pude observar sus brazos y habían varios tatuajes en el. Salí de mis pensamientos al escucharlo.

—Mi nombre ya creo que todos lo saben —que voz tan varonil—, pero igual me presento, Soy Cedrik Koch, chef pastelero y si tienen suerte seré su jefe —dijo en tono tosco—, en unos minutos mi asistente les avisará dónde tienen que ir para realizar su prueba.

Sin más se retiró del lugar pasando hacia la que creo que es su oficina. Luego llegó su asistente -creo- para indicarnos dónde teníamos que estar, nos llevó a todos hasta la cocina me quedé sumamente impresionada, la cocina era enorme, habían utensilios por todos lados, estaba como niño cuando tiene un juguete nuevo. La asistente nos indicó dónde debíamos cambiarnos y así lo hicimos, me coloqué mi ropa de chef, algo que mi padre Luciano me regaló, era de color rosa y tonos negros y en ella estaba estampado mi nombre y había un pequeño patito en honor a mi Perry, que había fallecido cuando tenía dieciocho años, desde ese entonces siempre llevo conmigo un patito, es mi amuleto de la buena suerte.

Luego de eso, el imponente Cedrik Koch entró a la cocina, con aires de superioridad.

—Esta cómo ya lo vieron es la cocina, aquí preparamos los mejores postres del país —camino por la cocina—, ustedes están aquí para probar que son dignos de entrar en mi cocina, aquí no habrá errores, quejas o pérdidas de tiempo —miró a todos—, tendrán exactamente una hora para preparar un postre que será probado por mi, si me impresiona o se le acerca a ello, tendrán una sola oportunidad de trabajar aquí, si cometen un error por pequeño que sea, se irán de mi cocina, no acepto fallas. Tienen una hora.

Y así todos empezamos una especie de carrera en contra reloj, busqué como pude los ingredientes para hacer una torta tres leches, no es muy común que aquí se coma ese postre pero es algo bastante original, esa receta la busque en internet y supe que muchas personas de Latinoamérica les gusta, así que me puse manos a la obra a prepararlo. Empecé a sacar mis materiales de trabajo, mis padres me compraron mis propios instrumentos para trabajar, así me siento más en mi zona de confort.

Cedrik Koch me estaba poniendo bastante nerviosa porque su mirada juzgona y seria no me dejaba concentrarme y temía hacer algo mal, de repente su mirada se posó en mi, su ceño se frunció levemente y caminó hasta mi.

Dios soy yo de nuevo...

—Veo que tiene sus propias herramientas de trabajo ¿Señorita.? —dejo la pregunta al aire.

—Moretti, chef —respondí segura.

—Bien señorita Moretti, muy práctico de su parte y bastante original, esto es lo que necesito en mi cocina —eso llamó la atención de todos— originalidad y ser prácticos —luego susurro en mi oído—, no quiero errores, controle sus manos, que está temblando.

Y sin más se retiró de mi lado ¿Estaba temblando? ¿Cómo es que no me di cuenta? Sacudí mi cabeza alejando pensamientos negativos y procedí a terminar mi postre, media hora después lo logré, terminé mi postre tres leches y con tiempo de sobra, luego sonó una campana indicando que el tiempo había acabado.

Cedrik Koch paso por cada sitio probando sus postres, pero en su rostro no había nada, no había ninguna expresión, todos estábamos nerviosos. Luego de eso llegó hasta mi. Se posó a mi lado y colocó sus grandes manos sobre la mesa observando el postre que había sobre la misma ¿Yo? Yo estaba muriéndome de nervios.

Miró el postre con un toque de curiosidad —¿Que postre es? —me miró.

—Tres leches, Chef —apreté mis manos.

—No había oído de el, muy original señorita Moretti —tomó la cuchara y lo probó.

Por una fracción de segundo hubo algo en su mirada al probarlo que inmediatamente cambió a su rostro serio y frío, no hubo palabras, elogios o algún regaño simplemente se retiró de ahí dejándome con los nervios hasta el cielo.

—Debo decir que algunos postres fueron buenos, más no excelentes, no hubo mucha originalidad de algunos presentes, literalmente copiaron los postres que hacemos aquí —se cruzó de brazos— lo que pedí desde un inicio fue originalidad y claramente muchos de aquí no la tienen. —negó

Su asistente le pasó una lista y el empezó a despachar a los que no quedaron, algunos se fueron tristes, otros enojados y otros decepcionados y no es para menos, Cedrik Koch era un tipo bastante duro.

Casi grito de felicidad cuando escuché que me llamó para quedarme junto con otros seis chicos más. Luego volvió a hablar.

—Espero que mejoren su trabajo, sientanse afortunados en estar aquí, porque aquí somos los mejores y ustedes están un poco cerca de serlo, hay que perfeccionar algunas cosas que son nimiedades pero se pondrán corregir —dijo serio—, todos aquí tienen experiencia excepto usted señorita Moretti, aquí pude leer que usted no tiene experiencia en repostería, que hizo solamente cursos ¿Cómo espera que la contrate si no tiene experiencia?

Joder...

—Bueno chef, con todo respeto ¿Cómo quiere que adquiera experiencia si no me da la oportunidad de trabajar? —me tomé las manos—. Para esto estoy aquí, para realizarme y adquirir toda la experiencia posible.

Sonrió de lado con arrogancia —La espero el lunes a las siete de la mañana, no llegue tarde.

Se volvió a retirar. Y pude respirar con calma, pero luego sonreí, sonreí plenamente y celebre con un brinco. ¡Joder, había entrado!

Lo había logrado...


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Hola mis lectores, espero que esten bien. Les dejo otro capítulo de Luna y el Desamor. 

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Besos, Ross. 

Luna y el Desamor |+18| #2 de la Trilogía Moretti. -Finalizada-✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora