CAPÍTULO CINCO

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¿Instinto o locura?

Diecinueve

La vida aquí era increíble.

Sí, eso era sarcasmo. Y era una de las cosas que más me gustaba usar, era la sarcástica de la institución, por cierto, que institución tan hermosa.

De nuevo, sarcasmo. Qué mas podría hacer en este ridículo lugar, vivíamos eternamente aburridas y atormentadas en estas "cuatro paredes" aunque en realidad eran muchísimas más, pero para no contarlas todas las iba a dejar en cuatro.

El profesor estaba dando su clase de manera muy normal y aburrida cuando una voz detrás de la puerta lo obliga a ir a abrirla, el dueño de la voz era un hombre alto, fornido y algo canoso, con unos atrapantes ojos azules. Estaba casi segura de que se podían nadar en ellos.

El hombre se inclinó un poco hacia adelante para susurrarle algo al cuidador. En ese momento pude ver mejor su vestimenta, llevaba unas botas altas trenzadas, un pantalón verde oscuro y una camisa del mismo color con unas letras extrañas marcadas en ella.

U.E.C.

¿Quién era ese hombre? Algo en él se me hacía muy familiar, de hecho, demasiado. Ese hombre me daba miedo y desconfianza. Ese era el combustible para que mi curiosidad se activará y quisiera averiguar quién era. ¿Como lo haría? Ni yo misma lo sabía, pero lo iba a averiguar, Trece ya me había contagiado su curiosidad.

Trece... Sólo la mención de su nombre hacia que algo dentro de mi estomago hiciera estragos, provocándome muchas sensaciones, que, a decir verdad, me encantaban. Era como cuando me enviaban al sótano y el especialista pasaba vapor a altas temperaturas por mis brazos y me quemaba, solo que mejor.

Se sentía increíblemente bien.

No me tomen por loca, es sólo que ya pocas cosas me causaban sensaciones verdaderas. Y pues, Trece, avivaba una llama dentro de mi que nunca antes había sentido, era estremecedora, revitalizante y se sentía demasiado bien. Era como tomar chocolate caliente en el invierno mientras aun estas acostada en la cama y veías como la nieve chocaba contra la ventana. Paz y armonía relajante, eso era ella.

El hombre de ropa extraña retrocedió y tomó del hombro a una chica que estaba a su lado y la empujo sutilmente para que entrara al salón. La chica algo desconfiada entró al salón y se nos quedó mirando a todas con especulación. Ella sin duda alguna era súper hermosa. Era delgada pero su cuerpo estaba definido por algún ejercicio constante, su cabello era extraño, casi todo era rubio pero en la parte de arriba de su cabello se estaba tornando de un color azabache muy fuerte. Quería un cabello así. Sus cejas eran del mismo color que el que estaba en la parte superior, ¿Qué le pasaba al pelo de esa chica?

Las ganas de querer averiguarlo se volvieron aún más grandes. La chica seguía ojeando a todas las chicas del salón, de un momento a otro cruzamos miradas y si antes estaba intrigada ahora estaba asombrada. Sus ojos eran de colores diferentes, uno era tan verde que te transportaba a otra dimensión y el otro era de un azul tranquilizante y deslumbrante.

Un escalofrío recorrió mi espalda haciéndome temblar. La chica soltó una pequeña sonrisa por mi reacción y el cuidador se despidió del hombre cerrando la puerta y colocándose al lado de la chica desconocida.

—Chicas, —Empezó a hablar el cuidador.— está es su nueva compañera, Treinta y Seis, espero que la cuiden y ayuden a adaptarse, ya le explicamos las reglas, pero espero que sí ven que está haciendo algo mal la ayuden.

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⏰ Última actualización: Sep 05, 2022 ⏰

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Internados  [Regeneradores #1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora