Sus pies movían rápidamente los pedales de su bici, esa que ganó en sorteo hace tres años, era negra con letras verdes, se sintió muy aliviado de haber ganado esa y no la naranja fluor. Recuerda que lo había atacado un escalofrío al ver algo tan fluor y llamativo, su hermano mayor estuvo media hora riéndose de su cara al ver la bicicleta.
Sinceramente no creía que fuera muy legal que un chico de dieciseis años anduviera en bicicleta, solo, en la ruta. Ni siquiera lo era dentro de la ciudad.
Pero los policías no lo pararon ni la primera vez que pasó. Esa vez pasó con miedo a que le digan algo, pero los hombres estaban demasiado ocupados jugando al truco en la sombra como para prestarle atención. Y todas las demás fueron así. Que alivio que nos cuiden tanto.
Hay momentos y cosas de su vida que no recuerda. No recuerda, por ejemplo, algunas cosas sobre su hermano. Y a este punto no sabe si sentirse a gusto o no. Le gustaría tener más recuerdos sobre su hermano y a la vez borrar los que tiene, pensar en él lo hace sentir mal.
No recuerda o no sabe, ChangBin no sabía muchas cosas, cuál fue el detonante de la primera pelea con sus amigos. Solamente recuerda que llegó al lugar donde se iban a juntar y Hongjoong y los demás le empezaron a hablar mal.
Tampoco recuerda ni sabe cuántas veces ya ha pasado eso, las peleas y golpes hacía él.
Se alegra de que ésta vez no se hubieran pasado tanto. ¿Dolía? Si, dolía como la mierda, pero podría haber sido peor. Le pegaron tres chicos y una chica grababa, todos y todas en la escuela saben lo que pasa en 4° A, ningún adulto se acerca, nadie los para. A nadie le importa si se matan entre ellos.
Bajo la vista hacia el manubrio y contempló sus manitos con su propia sangre. Presentía tener el ojito morado al igual que el pómulo. El sabor de la sangre en su boca era algo a lo que ya se había acostumbrado. Pero en parte le gustaba.
No sabe si está bien, lo duda, pero le gusta.
No le gusta que se lo hagan, le gusta hacérselo.
De chiquito se mordía los labios hasta sentir el sabor a sangre, cada vez que cortaba algo esperaba cortarse y aprovechaba la época de mosquitos para rascarse hasta sangrar. Corría y se tropezaba a propósito para lastimarse las rodillas y luego se sacaba todas la cascaritas. No se dio cuenta en qué momento las lágrimas hacían carreras por sus mejillas y la fría brisa del viento las invitaba a bailar.
Le dolían las heridas, pero le dolía más extrañar a sus amigos, a su hermano.
Intento respirar profundo para lograr calmarse, pero el dolor en el pecho no lo dejaba. Sentía que su cuerpo no le pertenecía, casi como si su cuerpo fuera un títere y él el titiritero, pero su títere estaba maldito, ¿O era su propia cabeza? No entendía.
Pudo llegar a la parte de la ruta por dónde siempre ingresaba en el bosque, una mezcla de emociones llenaron su interior al ver los grandes árboles que tapaban el sol, le daba un ligero aspecto lúgubre, pero ChangBin lo amaba. Se internó bajando de la bicicleta y camino cerca de unos tres metros para abandonar la bici e internarse aún más. Camino en total paz mientras dejaba que los sonidos y las sensaciones del bosque lo llenarán. Paz, armonía, el canto de los pajaritos, los bichitos y animales comunicándose entre ellos. Ah, como amaba el bosque.
El "Árbol Alfa" como él lo había nombrado hace bastante era, para el pelinegro, lo más hermoso que había visto en toda su vida (luego de cierto chico), las hojas más grandes y verdes, la corteza con algunos musgos y la enredadera que la abrazaba cubrían el inmenso tronco, su aura imponente y majestuosa invitaban a ChangBin a recostarse y descansar por siempre ahí.
No tardó mucho en hacerlo y, para su mala suerte, se quedó dormido con la mochila en el regazo, rodeado de muchas flores y, para cuando se despertó, ya era muy tarde.
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Holisss, mil horas después pero acá está (๑•﹏•) Tengo sueño y a la vez no, ah~ No se qué hacer(●__●) capaz que duerma nomás. Gracias por leer ฅ^•ﻌ•^ฅ
