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Quizás había sido la suave brisa que se colaba por su ventana la cual le hizo abrir los ojos; aturdido, levantó su mirada borrosa y se llevó una mano a la frente, tratando de sobrellevar la resaca de anoche.

Se fijó en el leve olor a sangre e instintivamente se limpió con el dorso de su mano. «¿Qué carajos hice ayer?» Pensó Kaeya.

El resplandeciente sol en el alba abrazaba Mondstadt con su cálido manto, comenzando por la estatua del dios de la libertad y culminando por aquellas grandes puertas llenas de hospitalidad hacía aquellos que provenían de afuera.

El inicio de la mañana fue tranquilo, el capitán se alistaba para ir a trabajar, incluso si luchar no era de su gran gusto y gracias a Varka, quien se llevo a toda su caballería a otras naciones por distinguidos motivos de los cuales realmente no quería darle muchas vueltas al asunto. Se sentía cansado, se aseguró de tomar una taza de café para apaciguar su resaca, la camisa con manchas de sangre la dejó encima de la cama, la lavaría más tarde, claro, solo si tiene solución.

Suspiró, tomó otro sorbo de café y desayunó a medias. Envainó su espada y salió de su apartamento algo desordenado.

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Rara era la vez que Kaeya llegaba tan temprano al trabajo, se sintió extraño, algo no tan común. Como se fue caminando a pie no vio mucha gente, se preguntó el por qué de ello hasta que recordó que apenas eran las 6 de la mañana. Soltó una risita y sacudió la cabeza, encontrándolo chistoso.

Al llegar al cuartel saludó a los pocos que estaban allí y entró en la primera puerta que vio.

──Jean. ──La llamó desde la puerta con una voz bajita pero, ronca.

La gran maestra interina levantó la cabeza debido a la voz del capitán, su melena rubia estaba atada en una cola alta y sus ojos azules se cruzaron con los suyos. ──Ah, eres tú.. ──Sonrió sutilmente de medio lado.

Él asintió, acercándose a su escritorio y observando todo como si fuera la primera vez que estaba ahí dentro, ──¿Ocupada? ──Preguntó, de repente sintió una presión en el pecho, su corazón palpitaba como un loco, pero, trató de mantener la calma, respirando profundamente.

──Sí, algo así. ──Ella le respondió vagamente sin mirarlo, concentrada en el papeleo, sin percatarse de Kaeya quien presentaba dificultades.

Colocó su mano sobre su pecho y sintió como su mente daba vueltas, no sabía si fue en cuestión de minutos que se dio cuenta del suave zumbido en sus oídos, las manos de la otra persona lo guiaron hasta la silla más cercana. Lentamente, sus pupilas se fueron ajustando a la luz, lo primero que pudo distinguir fue a aquella mujer con el ceño fruncido, preocupada y revisando sus signos vitales.

──¡Por los siete! ¿Te encuentras bien? ──Preguntó angustiada, ──te sangra la nariz, espera un momento. ──Ella se separó de él con rapidez, buscando un pañuelo para poder asistirlo.

──Oye, Jean...

La rubia se giró para mirarlo por unos momentos, notó el cansancio en sus ojos así como él lo hizo con ella; sonrío, a pesar del momento. Se acercó a él y de forma muy gentil limpió la sangre de su nariz. Kaeya muy pocas veces experimentaba esa sensación, una amable y sutil acción con la que no familiarizaba del todo pero, trataba de entenderla. Para él, ella siempre será una buena amiga. Sus ojos cerúleos contenían un brillo, no se sabe si era por la reflexión de la luz en ellos o simplemente su corazón hablando a través de sus ojos.

Cuando ella terminó de asistirlo esbozó una sonrisa, ──¿Te sientes mejor? ──, consultó, esperando una respuesta positiva. El capitán asintió, a lo que ella pudo suspirar de alivio. ──Vale, me tenías preocupada. ──Jean se dirigió hasta su escritorio y se volvió a sentar, miró abajo, encontrándose con documentos con los cuales no quería lidiar pero, era su deber hacerlos después de todo. Y entre tantas cosas que pasaban por su mente, sus ojos volvieron a mirar a Kaeya.

──Deberías tomarte el día, ¿sabes? no es bonito trabajar en el estado en el que estás. ──Sugirió la gran maestra interina mientras que sus labios rozaban la taza de café que estaba sobre su escritorio. Kaeya frunció el ceño.

──Estoy bien, Jean. No le veo necesidad en faltar en el trabajo por este simple incidente, sabes muy bien que soy bastante resistente y fuerte, ¿o no? ──Respondió, tratando de convencerla, pues él muy bien sabía sus limites mejor que nadie, ¿entonces por qué no hacer su deber como le correspondía?

──Capitán de caballería. ──Alzó la voz con firmeza, la gran maestra interina estaba siendo seria con él, el hecho que lo llamara por su título y no por su nombre daba mucho que decir. Kaeya no tuvo más opción que obedecer a las ordenes directas de su superior. ──Un descanso no te vendría mal, y viendo en las condiciones en las que estás, considero que no estás apto para trabajar, tomate el día y relájate, tan solo por un día. Mondstadt no se va a caer en pedazos por tu ausencia. ──Regañó al hombre, mientras que frunció el ceño mientras hablaba con una voz firme pero, suave, ──Ahora, puedes retirarte, no seas tan terco. ──, suspiró y lo miró, estaba siendo sincera al respecto.

Y aunque el capitán estuvo dudoso, acepto la decisión, ──Bueno, si tu lo dices, Jean...──, se levantó un poco tambaleante, pero, pudo mantener su equilibrio para no caer.

Salir de aquel lugar se sintió mal, como si fuera incapaz de aceptar que realmente no se sentía bien. La brisa acariciaba sus mejillas mientras que los mechones de cabello le hacían cosquillas.

Quiso tomar atajos para llegar a casa más rápidamente, aquellos callejones estaban desolados, hambrientos de innumerables tragedias y sedientos de llantos de los cercanos a las víctimas, y aunque Kaeya no lo veía de esa manera, pues él tenía que ver para creer, hasta que le sucedió algo inesperado.

Cuando su cuerpo tocó el frío y duro suelo de piedras sintió que la luz al final del callejón se veía como una simple mentira; tan cerca pero, tan lejos. Trató de mantenerse despierto pero, su mente daba vueltas, hasta que perdió la consciencia.

Kaeya Alberich estaba destinado a estar maldito, su sangre lo delataba..

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N/A: ¡Hola! Espero que hayan recibido el año nuevo de forma bonita <3. Me he propuesto a hacerle un remake a este fanfic, pues, me gusta, peeeero, he notado que tiene muchos vacíos argumentales y poca interacción entre los personajes. Espero que disfruten del largo camino que conlleva crear una historia, y desde hoy les comento que las actualizaciones son muy lentas, ser estudiante y escritor al mismo tiempo hará que se me fría el cerebro..

N/A 2: Este fanfic lo escribí en 2022 y lo finalicé a principios de 2023 antes de la misión de Cariberto de Genshin Impact, cabe recalcar de que esto es un FANFIC, nada de lo que se presenta en el material previo y a continuación es canónico en absoluto, simplemente soy una personita que disfruta de crear historias y tratar de darle algún sentido, me disculpo desde ahora, 09/07/2024, que estoy escribiendo esto por si la lectura no es buena o no es de tu agrado, por otro lado, si te gusta, podrías apoyarme con una estrellita, comentario o follow, me motiva a seguir con este proyecto como no tienen idea. Gracias.

Cecilias Marchitas. | kaebedo [en edición]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora