Infierno en carne propia.

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No me siento tan bien, estoy bien, lo sé, pero no estoy feliz.

Quiero ser feliz de nuevo.

La desconfianza que quedó en mi después de ese sábado por la noche es inmensa, mis amigas dicen que soy muy sobreprotectora, les llega a dar risa, ternura, o hasta cólera al ver que yo las cuido y las intento mantener a salvo de cualquier persona, en especial, de cualquier hombre, pero para mí es algo muy diferente.

No es solo de cualquier persona, lastimosamente tuve que vivir muy joven una experiencia que no quise haber tenido, y que me dejó marcada, pero me dejó una lección también: Hay que dudar de las personas, y de mujer, sobretodo de los hombres.

A la mayoría no les importa si estás borracha, drogada, lastimada emocionalmente, hasta llegan a emborracharte o drogarte ellos mismos con tal de satisfacerse.

El ser humano en general es egoísta y no lamentará el hecho de haber lastimado a otra persona si al final tuvo una recompensa que lo dejó satisfecho.

A mis amigas yo las amo, y aunque no las quisiera las cuido, porque no quisiera que les pasara algo así, ni a ustedes, ni a nadie, porque se como se siente.

Es vivir el infierno en carne propia.

Es irónico como puedes morir de a poco por un hombre sin sentir amor. De niña soñaba con mi príncipe azul, soñé con ser la princesa de un fuerte y fiel caballero, y al final terminé siendo la presa del lobo, el maldito, arrogante, abusivo y egocéntrico lobo astuto. Quería que fuera su presa y yo quería ser su princesa.

No buscábamos lo mismo, y al parecer por esa razón así fue mi historia.

El Diario De La Niña Que Tocaste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora