Caperucita

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Relatar las cosas de esa noche me hacen sentir mal, así que busqué varias metáforas que me hacen sentir mejor al no ser tan directa. Con ustedes: Caperucita.

Érase una vez, Caperucita roja, estaba en la fiesta de su abuela que estaba de cumpleaños, ella amaba a su abuela demasiado, e intentó estar sumamente feliz en su día especial, aunque se le hacía algo difícil, ya que estaba su amigo el lobo muy distante de ella.

La pequeña Caperucita entre lágrimas fue al baño al ver que la ignoraba y hablaba con la esplendorosa loba, muy hermosa, con mucha ropa y un pelaje suavecito y precioso, a todos le agradaba, y Caperucita al solo tener un par de amigos, ropa de tejida a mano por su mamá, y un cabello rizado que no era la gran cosa, se sintió mal y se echó a llorar sola, el compararse le hacía mal.

Llegaron sus amigas, la consolaron y Caperucita se llenó de valor y salió, notó que el lobo la vió y la llamó, ella emocionada fue con él animadamente. El lobo le ofreció un jugo, el cuál ella tomó gustosamente mientras platicaba con el lobo.

A los minutos, Caperucita sintió como se dormía, era un jugo fuerte e hizo que la pequeña cayera dormida. En ese momento el lobo la llevó al baño y llamó a sus amigos.

- Vaya, ¡Que hambre tengo! -exclamo el cínico lobo viendo cómo dormía Caperucita.- Comeré mucho hoy, ustedes coman también.

Y así, el lobo con sus seis amigos, todos parte de la selva y la sabana, comieron a Caperucita, dejando su cabeza, pero no fue por mucho ya que vomitaron todo lo que comieron al darse cuenta que alguien iba a entrar al baño, cosieron a la muchacha de vestido rojo y la dejaron sucia de vómito de ellos mismos, sentada en el retrete en lo que despertaba por si sola.

Al despertar desorientada, Caperucita caminó, sin notar la suciedad que tenía, nadie más la notó, esto solo fue hasta recordar todo y verse ella misma detalladamente al espejo.

- Mamá no sé puede enterar, pobre de mi madre, ¡Que mala hija soy! -Con culpa y rabia en su corazón, Caperucita cosió en su boca un cierre, y puso un candado. Ella no habló, no dijo nada, solo lo dijo a sus plantas, el candado solo se quitaba cuando hablaban de cosas triviales, pero cuando llegaban a hablar del lobo o de sus amigos de la selva, el candado cerraba la boca de Caperucita, sus palabras se atascaban en la garganta y no podía hablar.
Sus ojos entrenaron y ya no podía llorar en frente de alguien cuando mencionaba al lobo, ya que había sido su culpa que el lobo la comiera y la vomitara, no podía llorar para no responder preguntas que no quería oír.

Pobre Caperucita, probablemente esté destinada a odiar al lobo en silencio mientras el peso del candado y de las lágrimas reprimidas aumentan hasta que se caiga su cabeza y ya no deba darle la cara a nadie más.

El Diario De La Niña Que Tocaste.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora