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Un quejido escapó de los labios de la pelirroja cuando la luz del sol la golpeó. Las vacaciones de navidad habían terminado y la misma rutina de siempre había iniciado. Amaba despertar en Hogwarts, pero a la vez lo odiaba pues madrugar para asistir a clase no era una de sus actividades favoritas. Solo deseaba permanecer un par de minutos más tumbada en su cómoda cama, pero el sonido del despertador muggle de una de sus compañeras comenzó a sonar.
Escondió su rostro entre su almohada comenzado a soltar múltiples quejidos cuando su estómago se revolvió y sintió como vomitaría hasta lo que desayuno hace cinco años en esos momentos. Salió rápidamente de la cama para correr hacia el lavaba ni siquiera se molestó en cerrar la puerta tras ellas, una mueca de asco se dibujó en el rostro de sus compañeras. Una de ellas se acercó a Holly para recoger su pelirrojo y alegó cabello en una improvisada coleta.
—¿Te encuentras bien?—pregunto intentado contener una mueca de asco—¿Quieres que le diga a McGonagall que estás enferma?
—No te preocupes—respondió asqueada.
—Deberías descansar. No pareces estar bien—insistió.
—Tu ganas, ¿pero podrías decirle a James que me busque luego?—ella asintió inmediatamente.
Holly pudo escuchar las quejas de sus otras compañeras mientras se dirigían a la salida, debían asearse en otro lavabo de la sala común pues este estaría ocupado por un largo rato. La pelirroja apoyo su espalda contra la pared del servicio, cerró sus ojos con fuerza intentado contener algunas lágrimas rebeldes y luego limpio los restos de vomito con la manga de su pijama. “Otro pijama para lavar” pensó rodando los ojos.
La Gryffindor dio un pequeño brinco cuando la puerta del servicio se abrió de golpe dejando ver a James y Oliver. Frunció el ceño al verlos de delante suya, principalmente porque se suponía que los chicos no podían entrar a los dormitorios de las chicas. Pero era James Potter estaba claro que escondía algunos trucos para entrar a los dormitorios los cuales supinia que antes utilizaría para ver a Lily.
—¿Como te encuentras?—pregunto su hermano sentándose a su lado.
Ella gruñó.
—Te traje algo de comer—dijo mientras sacaba un sándwich envuelto de su mochila.
—Gracias—murmuro quitándole el plástico a una parte del sándwich—¿De que es?
Pregunto antes de dar el primer mordisco.
—Lechuga, tomate y carne—respondió el azabache.
Holly dejo caer el sándwich al escuchar los ingredientes. James frunció el ceño al observar a la pelirroja que negaba varias veces con la cabeza antes de dirigirse nuevamente hacia el retrete.
—La carne la hace vomitar—explico el pelirrojo apartando el cabello de su hermana—Pensé que lo sabías.
—Mierda, Holly—maldijo arrodillándose para acariciar su cabello—Lo siento tanto.
—No te preocupes—murmuro limpiando nuevamente los restos de vomito de sus labios con la manga de su pijama—Quiero volver a la cama.
—Le diré a McGonagall que faltaran a clase—informo saliendo del lavabo.
Holly separó sus labios apunto de quejarse pues su hermano había vuelto a ingeniar una manera para ambos estuvieran a solas un par de horas. James ayudo a la chica a ponerse en pie para luego dirigirse hacia la habitación. La pelirroja abrió su baúl oara sacar una conjunto de pijama limpio, comenzó a desabrochar su camisa sin importarle que James estuviera presente.
—James, ya me has visto desnuda—se burló al verlo apartar la mirada.
—No quiero que te sientas incomoda.
Una sonrisa se formó en su rostro. Holly no utilizaba sujetador para dormir –le resultaban demasiado incomodos– así que su cuerpo estaría completamente expuesto si no llega a ser por sus braguitas color rosa pastel que tapaban sus parte intimas inferiores.
—Ya puedes mirar—dijo tras haberse terminado de vestir.
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