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1994

Cuarto año de Horacio

Para el resto del tercer y principios del cuarto año, Horacio decidió crear algo que el Ravenclaw pudiera etiquetar como amistad. Entendía, para ese entonces, que sus sentimientos no serian correspondidos de la noche a la mañana, o por encuentros "accidentales".

Tenía que crear una relación mas allá de solo bromas, las cuales tampoco desaparecieron por completo. Molestarlo era algo de ellos y quería que así se mantuviera. Pero si comenzó a acercarse más, poniendo excusas de por medio o buscando temas de conversación, incluso si se trataba de las más tontas. O con cosas tan mínimas como que le quitara algo del cabello, o una pestaña caída. Todo para sentir al ruso cerca.

Fue por eso que cuando escucho el rumor de que a Volkov lo habían vuelto prefecto, lo busco para felicitarlo. Encontrándolo, como no, en el aula de Pociones.

Volkov no tuvo que alzar la cabeza para saber de quién se trataba, con la forma en que el moreno entraba y se movía con confianza hacia su persona, lo supuso.

Horacio se trepo a la mesa, teniendo cuidado de no tirarle nada o sabia que el mayor podía molestarse y lo que menos quería era irritarle.

—Hay rumores —hizo un ademan con la cabeza para que continuara. Volkov era cotilla, solo que nunca lo aceptaría en voz alta—. De ti.

—Que raro, ¿ahora la gente habla de mi?

—Espero no mucho —peino con sus dedos la cresta mirando de reojo para no perderse su reacción—. He escuchado que te has vuelto prefecto.

—Así es —su animo se reflejo en su voz, dejandose llevar por el orgullo—. No tendré compasión, H, te lo advierto. Si te encuentro haciendo una de tus bromas, saltándote clases o despierto tarde, te aseguro que no me importara bajarle puntos a tu casa. O darte una sanción. A Gustabo y a ti, por supuesto—agrego, sabiendo que el par de Gryffindor hacia todo juntos.

Horacio evito decir las ideas de puberto que que se le creaban en la cabeza. Carraspeo.

—Bueno, tratare de que no estes cerca cuando eso pase —Volkov resoplo y se le dibujo una sonrisa—. Te traje algo —saco de su bolsillo un par de mantecadas envueltas en una servilleta—. Han pasado muchas horas desde el desayuno y seguro solo tomaste un té. ¿Has estado encerrado aquí todo el día?

—Si —se estiro en su lugar para quitar tensión en sus músculos—. Tenia que checar si esto ya esta listo —su brazo se movió hacia el caldero en fuego, destapandolo para que Horacio pudiera ver el liquido rosa y burbujeante dentro.

—¿Y lo esta?

Tomo una mantecada entre sus dedos, aproximandola a los labios de Volkov que no dudo en tomarla con ellos. Sin darse cuento de lo intimo que esa acción significo para el castaño.

—No estoy seguro, me parece que ya debería estar , pero... —dijo entre bocados, cruzó los brazos sobre su pecho mirando con atención la poción— No siento que haya cambiado algo.

Horacio no tomo mucha atención, no era un experto en la materia por lo que tampoco es que fuera de mucha ayuda.

—Pronto sera la ceremonia de selección para el Torneo de los Tres Magos, boa, será increíble. Ojalá tuviera el mínimo de edad para poner mi nombre en la copa... —Volkov le puso atención, tensando la pluma entre sus dedos y deteniendo su escritura.

—He escuchado que en años anteriores ha muerto gente...

—Ya, pero, ¿no es igual de emocionante?

—¿Morir?

Horacio puso los ojos en blanco.

—No seas aguafiestas, V, sabes que no me refiero a eso.

—¿Entonces a qué? —su tono fue mas brusco de lo que quería— ¿Te gustaría arriesgar tu vida en una estupida competición? ¿No te preocupa un poco? ¿Que pasaría si... Si...

—¿Pero de que vas? Estas sacando todo de contexto. Ni siquiera voy a competir —se bajo de la mesa de un salto para encararlo, aunque Volkov era centímetros mas alto—. Joder, vengo aquí para estar contigo sin ninguna intención de pelear y tu... —respiro hondo para tranquilizarse pero el olor que le llego lo abrumo de sobre manera. Agito la cabeza—. Pero, ¿que tanta loción te pusiste hoy? —el mayor frunció el ceño mirando al moreno sin entender.

—¿Qué?

—Que si, que todo el cuarto apesta a ti.

El rostro enojado de Volkov se transformo, dándose cuenta. Poco a poco, su tez blanca se torno roja.

—¿Y ahora que te pasa?

—H, lo que hueles no soy yo, no me he puesto ninguna loción. Es Amortentia —Horacio rebusco en su mente aquel nombre—. Es... Un filtro de amor, huele diferente para cada persona, según lo que le atraiga —explico lentamente ante su atenta mirada.

—¿Es decir que...?

—Segun lo que le gusta.

Horacio se sintió desfallecer. Se agarro de la mesa con el corazón queriéndosele salir del pecho.

¿Se había confesado a Viktor Volkov sin darse cuenta?

Pero Volkov si que se había dado cuenta.

¿Contaba como confesión siquiera entre tantos coqueteos?

No lo sabia, pero que lo supiera lo cambiaba todo.

Y Volkov no decía nada.

La vergüenza lo abrumo tanto en el silencio que murmuro un "nos vemos por ahí" y se fue nuevamente, casi tropezando en el camino.

El mayor tardo en moverse del lugar, pasmado entre el conocimiento de los sentimientos de el más bajo por él y por el olor que desprendía el caldero. Con toda la fuerza de voluntad tapo este, tomando de nuevo la pluma y apuntando al pie de la hoja:

Olores percibidos: Lirios azules, palo de escoba y brillo labial de cereza.

Resultados de la poción: Funciona.

Get Used To Me » Volkacio AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora